¿Pornografía? Sí, más bien sí.

Hace años visité por tercera y última vez el Festival de cine erótico de Barcelona. Atrás quedaron grandes recuerdos. Muy especial ese en el que en el transcurso de mi primera visita, año 95, una señorita me incluyó en su espectáculo y un amigo y un guardia de seguridad me obligaron a subir al escenario a empujones. Luché por no perder los pantalones y lo conseguí. La señorita, de todos modos, cobraba por enseñar su piel así que bailó frente a mí como dios o quién sea la trajo al mundo y para todo el ídem. Las televisiones regionales y nacionales nos filmaron y los periódicos nos inmortalizaron. Mi amigo, entre carcajada y carcajada, también recogió sus documentos gráficos. Especialmente ese en el que agarro con desespero mis pantalones para no enseñar mi masculinidad acobardada(la bailarina era excitante pero la situación no, tengo dificultades para conseguir erecciones cuando empiezan a mirarme más de cien personas). En cualquier caso todo es muy entrañable cuando miro hacia atrás. Nunca olvidaré esa hermosa vagina, ese hermoso pubis rubio bien rasurado por los lados, el perfume sutil(puede que francés) de la chica(¿Era francesa, Ozymandias?), el culo poderoso de gimnasio, los pechos breves pero suficientes… Esos minutos de fama de los que habla Andy Warhol fueron bien empleados. La gente rió a gusto viendo mi embarazo y mi pudor frente a esa criatura. Recuerdo que muchos se habían negado a salir minutos antes. Todavía existía la vergüenza en el 95 que recuerdo. O no, recuerdo que antes hubo un voluntario para el número de la chica anterior. En cualquier caso, los desvergonzados no fueron la norma. Había mas mirones que exhibicionistas.

Años más tarde, los espontáneos peleaban por salir al escenario. Me marcó aquel que mostró su pequeña pero desinhibida erección al personal. La chica, que no debía cobrar por chuparla en público, tuvo que retener un poco a ese toro. Abajo, entre el público, los aplausos y los gritos crecían como si fuesen el público de la lucha de gladiadores romana. Este fue el año en que apareció mi rostro con la boca abierta y expresión de gilipollas en cierto programa de televisión. La fama quiso hacer doblete conmigo. En cualquier caso no puedo decir que sea el niño mimado de las cámaras. Tuve suerte de no observarme. También la tuvieron los de Antena 3 de televisión. Debí denunciarles.

Ese año me aburrí bastante. La pornografía como decía cierto personaje en la excelente película “Sexo oral”, es como observar muerto de hambre un escaparate lleno de dulces y no poder comerte ninguno. Claro que en tus manos está hacer algo con eso. ¿Lo pillan? Menos mal que ya tenía novia por esa época y no tuve que entregarme a las agradables pero insuficientes pajas.

El tercer año me limite a filmar ciertos espectáculos de sexo en vivo y percibir el aburrimiento y la desidia en el rostro de los fornicadores mercenarios. Todo muy aburrido. Después decidí olvidarme de ese espectáculo. Subían los precios y bajaba mi interés. Dejé mi dirección en una urna para que me regalasen una película. Lo conseguí. Pero también conseguí que usasen mi dirección para que me enviasen un catálogo mensual de sus productos.

No volví al festival pero el festival intenta venir a mí periódicamente. Soy como Al Pacino en “Perseguido por su pasado”: los pecados del ayer me persiguen hoy. No puedes salir de ese mundo tan fácilmente. En el fondo son como los testigos de Jehová, un tanto tenaces. El catálogo me sigue llegando y yo no me decido a llamarles para que dejen de enviarlo. En el fondo me gusta ojearlo de tanto en tanto. Es muy educativo.

Las películas guarras ofrecen una información extra sobre la idiosincrasia de sus países.

Las filmaciones alemanas son guarras, muy guarras. Las francesas tienen clase. Las españolas son más realistas y a veces cómicas o directamente casposas como la saga de Torbe(también gustan de ridiculizar fantasmas autóctonos como las monjas, la guardia civil…). Las italianas tienen una buena mezcla de todo pero sobre todo destacan las mujeres, hermosas ellas como ninguna. Considero que los italianos son los mejores productores de pornografía, los más fiables. Ya he estado en Italia pero algún día me gustaría volver para practicar ese porno sin grafía. Claro que viendo el precio de las pizzas no quiero ni pensar el de las mujeres.

Los nipones son crueles. Los chinos aburridos y sus mujeres muy escasas de turgencias como las orientales en general. Si la cirugía se pone de moda allí agotarán las reservas mundiales de silicona. Sólo sirven como curiosidad y esta se agota fácilmente.

Pero adoro el catálogo. Aunque no compre nada.

En fin, que a pesar de todo sigo siendo un abanderado del sexo que se observa.

No puedo entender por qué hay gente que está en contra. Que no te guste, lo entiendo. Pero que te opongas a que le guste a los demás…

Es cierto que se le acusa de ser repetitivo y de hecho lo es pero también lo son los culebrones sudamericanos y muchas de esas personas que odian la pornografía los ven con placer.

Hay quién dice que se trata de una inmoralidad pero puestos a pedir que se acabe con la inmoralidad podrían pedir que le quitasen al Vaticano todas las riquezas que se ha apropiado engañando a bobos y tarados a lo largo de la historia. Y que Bush deje en paz Irak. Y que el tercer mundo no tire comida a la basura mientras el tercero tira niños al vertedero.

La pornografía, además, cumple una excelente función. Hace que todos aquellos que no podemos acostarnos con dos mil tías buenas a lo largo de nuestra vida podamos tener la ilusión de que lo hacemos sin recurrir a la violación de callejón. Las fantasías de cualquier hombre sano son como la vida de un musulmán rico y con harén. Pero con la pelis guarras nos ahorramos pagarles bombones y flores y manutención para ellas y los niños que saldrían de tanto deseo satisfecho y para las cuidadoras de dicho harén. Claro que hay que agotar mucho la imaginación para que la ilusión sea convincente.

Si nos diferenciamos en algo de los animales es en el hecho de que nuestra sexualidad también puede ser visual. A los perros no les ponen cachondos la visión de las domingas de las perras.

En fin. Que de momento no tengo muchos deseos de regresar al festival pero me gusta saber que existe. Lo único que quería expresar en este blog ya lo resumo en el título. ¿Pornografía? ¡Pues claro que sí!

Pero no presto ni me dejo prestar. Las manchas en la carátula me hacen desconfiar.

Comentarios

Ozymandias ha dicho que…
Pues mire usted, mi querido amigo, no recuerdo si era francesa. De hecho recuerdo muy pocos datos de aquellos gloriosos momentos conservados en un no menos glorioso album fotográfico (ah! La entrañable Tania Russof...tan tierna e inocente ella) porque estaba descojonandome al lado del guardia de seguridad. Por cierto, no recuerdo ver sus otras participaciones en televisión (con lo del rostro de gilipollas no haré chascarrillos evidentes...).
Y debo constatar que empieza usted a rememorar viejas batallitas como el abuelo Cebolleta, ¡ayayayay!

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