La bella es muy bestia

La primera vez que la vi buscaba trabajo en nuestro cine. Bajita pero con una buena cantidad de belleza hiperconcentrada en ese cuerpo escaso aunque bonito. La primera impresión dicen, es la que cuenta. ¿Para qué? Su rostro era un ideal platónico de belleza, el arquetipo de todos los rostros bonitos de mujer que pueda haber. Al menos el arquetipo de lo hermoso para mí. Algún compañero me dijo restándole puntos que no era para tanto y en jerga llegó a llamarla “machucamba” que para dicho compañero significa sudamericano, negro y en general cualquier persona de raza y colores “no españoles” (mención aparte merece decir que “machucambo” es en realidad un neologismo que se refiere al ser, en cualquier especie, de género masculino).
La señorita J, así la llamaré en esta nueva entrega de mis perfiles balzaquianos, era machucamba en cuanto que su acento era sudamericano, de fuera, más concretamente de Costa Rica. Observando la belleza de sus mujeres se puede entender por qué no la llaman Costa Amarga o Costa de los Cardos Borriqueros.
Machucamba buenorra
La señorita J consiguió el trabajo, por supuesto. Nuestro encargado no está precisamente inmunizado contra el atractivo físico de las mujeres. Sus entrevistas deben ser sencillas. La señorita en cuestión le enseña sus referencias, su experiencia laboral, le dice lo que sabe hacer y él, de un vistazo y luego mientras habla, se la imagina desnuda. Si le gusta lo que ve en su imaginación está contratada.
Y comenzó a trabajar con nosotros. Un regalo para la vista. Un adorno bien puesto aunque poco visible sin la ayuda de los tacones. Colocada tras la barra dónde se venden palomitas, refrescos y aguas lucía bien. La señorita J era como un póster en nuestro puesto de trabajo, como un jarrón de mesa de porcelana china, como una muñeca Nancy en el difícil caso que los americanos las hicieran extranjeras, como un florero que de vez en cuando hablase y dijese: “Me aburro. ¿Qué puedo hacer?”
Aunque no tenía mucha altura desde la que caer, la pequeña bella empezó a “caer” bastante mal. Trabajaba poco e ineptamente, era mentirosa y no conseguía cuadrar ni una sola de sus absurdas mentiras, intentaba usar sus cantos más melosos de Sirena o Arpía para seducir a los individuos masculinos del local y usarlos para su propio beneficio…
La bella siempre tiene el mismo modus operandi: arrugar sus labios en un mohín infantiloide después de llamar al individuo del que quiere algo, pedirle lo que quiere con miel en las palabras y como si después de ese favor ella estuviese dispuesta a hacer otro tipo de favores, darle las gracias y olvidarle hasta la siguiente “misión”.
Manipuladora es una palabra que la adjetiva bien.
Según Platón el grado más bajo en la escala del amor es el físico. Ese es el grado en el que se puede mover la señorita J. Eso es lo que nos sugiere a los hombres. Sólo el deseo de encerrarla en cualquier cuarto oscuro y sudar y hacerla sudar en diversas posturas para que grite y no hable ni diga estupideces de esas a las que nos tiene acostumbrados. Llenarle la boca de algo más que de ideas de niña de quince años(diría que en un cuerpo de 19 pero no sería del todo cierto porque incluso su cuerpo parece el de una criatura pero desarrollado en los puntos estratégicos, eso sí). En fin, en las mujeres despierta odios gracias a su escaso compañerismo y su falsedad y en los hombres, si despierta pasiones, las hace por debajo de la cintura y en el grado más bajo que el viejo filósofo catalogó.
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Otra que despierta el grado más bajo de amor para Platón pero ya va bien.
La señorita J demuestra que el físico no lo es todo. Como una pistola de fogueo, se agota en la apariencia pero no produce resultados. Una cara bonita sin nada dentro no es mucho mejor que vaciar una calabaza a la que le hemos pegado una fotografía de Mónica Bellucci. De todos modos, como muñeca hinchable debe ser perfectamente útil.
Fuerte debe ser el carisma de las almas sobre el del físico cuando absolutamente nadie, hombre o mujer, se siente a gusto cuando ella está cerca.
La señorita J está con nosotros por su cara bonita pero se irá por su alma feita.
P.D. La madre me gusta un poco más. Puede que próximamente la veamos por este blog.

Comentarios

Ozymandias ha dicho que…
Con tanto sensacionalismo cualquier día lo vemos a usted en Salsa Rosa o similar. Se ha dejado llevar por la atracción de la carne y como pecador acabará en los infiernos. Si lo que quería era conseguir más audiencia podía haber utilizado otras triquiñuelas como hablar de Kant, Hegel o Beethoven y no recurrir a la fácil atracción del sexo.
Bueno pensandolo bien, la fácil atracción del sexo está de cojones. Siga así.
Sergio ha dicho que…
Lo malo de hablar de estos temas es que te quedas sin una mano para escribir y en mi caso es la derecha, ocupada en otras tareas.

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