Elogio de la máscara




Hoy estoy poético. Ya podéis correr. Detrás de un nick, pongamos Houellebecq, estoy yo. Detrás de la máscara diaria que fabrico de mí estoy yo pero de verdad. Siempre me han gustado los disfraces. Me he perdido muchos Carnavales porque nadie quería disfrazarse conmigo y salir de anónimo me gustaba más en compañía. Pero lo cierto es que el gusto por la mutación voluntaria se ha transmitido a otras facetas de mi vida. A falta de Carnavales he buscado mis alternativas.

A menudo observo cómo la gente se esconde detrás de nombres falsos en los foros de Internet para insultar. Ese es un uso estúpido y desaprovechado de la máscara. Esos tipos le fabrican la mala fama a los disfraces. En defensa de la ocultación debo decir que también permite ser más sincero. A veces podemos confesar lo inconfesable al nick de un prójimo desconocido y fugaz. Creo que en el comic “Shade” de Peter Milligan un personaje asegura que le es más fácil hacer el amor con un extraño que explicarles una verdad o sus problemas a sus allegados. La película “Pudor” basada en el libro de Santiago Roncagliolo del mismo nombre abunda en personajes que sueñan con decir pero no se atreven nunca a dar el paso último de la confesión. Algunos ni siquiera se atreven siquiera a soñarlo. Hace tiempo leí una estadística sobre las mentiras que el ser humano normal dice cada día y eran muchas, demasiadas. No quiero ni pensar en los mentirosos compulsivos. Las mentiras son disfraces.

Y es que las máscaras lo son de muchos tipos. Hay máscaras enmascaradas dentro de otras máscaras como muñecas rusas. Y un nick también lo es. Y el libro que lees para ahorrarte las caras del vagón de metro. Y una sonrisa y un saludo de paso mientras tienes prisa por dejar atrás a esa persona que no te cae bien. Y el carnaval son muchas máscaras para hacer del encubrimiento una fiesta. Y es máscara(para nosotros mismos) creer que queremos algo cuando en realidad queremos otra cosa. Y lo es la noche sin luna. Y esconderse detrás de una puerta para escuchar(máscara rastrera esta dónde las haya). Y es máscara progresiva cambiar de actitud hasta llegar a ser otra cosa(la máscara buscada, la autoayuda). Y también el dinero y el lujo de los ricos que te distraen del hecho de que son de la misma condición humana que nosotros. Y la pobreza que entierra y oculta grandezas. Y el nacionalismo que te disimula en una masa. Y el racismo detrás de capuchas. Y el machismo o el feminismo que te esconden tras hombre o mujer y no te dejan ser persona. Tu casa o madriguera es una máscara de hormigón que sale bastante poco a cuenta si te hipoteca. Es la máscara más cara.

La lista es interminable. El uso de la máscara se pierde en la antigüedad y se cree que surgió para fines religiosos. Hoy en día la religión está muriendo en el mundo pero las máscaras son más unánimes que nunca.

En un espectáculo de mímica que hacía Bowie(sí, otra vez Bowie) hace tres décadas o más interpretaba un hombre que usaba máscaras en sociedad. Sonreía, se ponía triste, etc. en función de la persona con la que estuviese. Adoptaba lo que llamamos un rol social para cada situación. Al final del número interpretaba cómo la máscara se le pegaba al rostro y no podía deshacerse de ella. El final parecía más siniestro que positivo pero yo lo interpreto de un modo más optimista.

En la teoría del psicoanálisis de Freud(vaya por delante que me la creo bien poco) se habla de dos máscaras en nuestra psique. Nuestro verdadero yo(el ello) se relaciona con el mundo y se esconde detrás del ego, el regulador, el embajador de la realidad que nos controla y embrida para que no seamos como realmente queremos ser. Pero en realidad lo que nos gustaría ser es el super-ego. El ideal de lo que realmente queremos ser(super-yo) y no somos está escondido detrás de lo que somos(ello) y lo que queremos hacer ver que somos(ego). En fin… Se puede objetar mucho a esta teoría pero por lo menos es poética. Es atractiva de un modo estético. Al menos si eres capaz de entenderla.

Pero en el título hablaba de elogiar máscaras no de diseccionarlas. ¿Qué por qué estoy a favor? Pues porque les ocurre como a la tecnología. Si las sabes usar para el bien son beneficiosas. Y si no… Pues como todo. Es la diferencia entre la máscara del super-héroe y la del villano. Los dos se esconden pero anda que no hay motivaciones distintas entre los unos y los otros.

Hace años en un chat de cine un adolescente me pidió consejo. Me preguntó que qué podía hacer para salir de la depresión en la que estaba(y eso habiendo comenzado a charlar sobre Woody Allen ). Yo recordé el espectáculo de Bowie y le recomendé algo así:

“Tú quieres ser actor. Mañana interpreta a una persona que sea feliz. Ríete y sonríe aunque no quieras. Puede que no sea pronto pero de aquí a poco te lo acabarás creyendo. Está demostrado que el cuerpo de un actor que interpreta un enfado sufre las mismas experiencias que una persona realmente enfadada. Es de creer que el que interpreta a una persona feliz acabará experimentando la felicidad. O por lo menos se sentirá mejor poco a poco.”

Y es que no sé qué tiene la gente contra el auto-engaño si este te va bien. Creo que al adolescente le gustó mucho el consejo pero nunca lo sabré. Hay gente que no se siente cómoda ni detrás de un nick.

De todos modos mi posición a favor de la máscara es clara.

Estáis hablando con el nuevo Jodorowsky o con Bucay.

¿Será verdad todo lo que digo y pienso o ya me estoy convirtiendo en mi disfraz?

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