Toilettes


Y si escuchas mucho el sonido del agua que baja por el Moldava te puede costar cinco coronas más.



Paseé por una Praga que dejó de ser capitalista hace casi veinte años. El comunismo era como Atila, no dejaba crecer la hierba por dónde pasaba. Eso sí, cuando se iba ya empezarían a salir algunas briznas. No conozco países que hayan ido a mejor después de que Stalin les haya pasado la mano y la ideología por encima. Si bien es cierto que el capitalismo no es perfecto y además se está cargando el planeta no puedo evitar sentir un poco de repulsa cada vez que oigo comunismo. Czeslaw Milosz, el premio Nobel polaco de literatura y actual difunto decía que otros sistemas diferentes del comunismo pueden ser imperfectos o desagradarte pero puedes decir que no te gustan libremente mientras que en el comunismo no se te deja disentir. Si no te gusta el sistema tienes que aparentar que sí te gusta y sonreír y jalearlo tanto o más que los que están a favor. O eso sucedió en el triste pasado de la maltratada Rusia, en mi opinión tan escalofriante o más que el pasado nazi-alemán o los sangrantes colonialismos europeos en África o Estados Unidos.

La ciudad se sigue despertando al capitalismo de un modo exagerado, eso sí. Todo cuesta dinero. Tienes la sensación de que te cobran incluso por respirar. El caso más paradigmático es el de las “toilettes”. En todas te cobran. Si la corona estaba a 23 por cada euro cuando llegué, te harás una idea si te cuento que entrar al servicio son cinco coronas por normal general. Hay lugares donde entrar en Kabina(creo que se refieren a un servicio con puerta y tal vez o no, cerrojo) cuesta 7 coronas(Kc). En otros te piden un suplemento y cuesta diez coronas el Papyra(papel) pero es que para eso hay que tener muchas ganas. No suelen estar muy cuidados. Retrocedes al comunismo si atiendes a su pestilencia y suciedad. Avanzas al capitalismo si ves que tienes que pagar por ellos.

Suelen estar regentados por señoras mayores o viejas que recuerdan a la madame de un prostíbulo. Estas se apostan en cuartuchos tan sucios como el servicio (alguno he visto limpio pero pocos) y si pasas muy rápido y sin verlas saltan hacia ti como las muchas arañas que hay en la ciudad y te ponen la palma de la mano hacia arriba de ese modo tan seco y agresivo de la gente checa pidiéndote la moneda de Praga. A veces están hablando cerca del servicio dónde deseas miccionar con otros individuos maduros que te cortan bastante el desahogo.

Pero lo peor me lo encontré en un Kentucky Fried Chicken dónde no debí beber tanta Coca Cola. Al entrar a los servicios había un señor que… ¡También cobraba! Te entregaba una especie de sello y te decía algo en checo que no entendías. Creo que significaba algo como que tenía derecho a entrar con ese sello más veces como si de la discoteca se tratase. Tal vez tuviera un tiempo de duración como sus billetes de metro de los que hablaré en otro momento.

Al entrar allí tuve miedo. Cada movimiento me parecía susceptible de ser observado y cobrado. Afortunadamente no necesitaba el papel pero… ¿Me cobrarían por lavarme las manos o utilizar el secador automático? ¿Y por mirarme en el espejo? ¿Por cerrar la puerta de la “kabina” que en otros sitios sale más cara? ¿Por mirar con curiosidad el aspecto de otro tipo extraño que había entrado? ¿Por abrir el grifo?

Salí de allí angustiado. Pensé que tal vez no me estaban cobrando en el servicio del hotel porque me reservaban una extensa nota de gastos el día de mi salida del mismo modo que te preguntan si habías consumido algo de la nevera. En este caso sería algo así como “¿Cuántas veces ha usado el servicio de su habitación, señor?” y entonces te fabricarían una interminable cuenta de gastos que no podrías pagar. O como en el proceso de Kafka se te juzgaría por ese delito que no sabías que estabas cometiendo y entonces no podría salir de Praga porque cuando tuviese dinero para pagar el servicio del hotel necesitaría dinero para pagar los servicios de la cárcel o me cobrarían por las violaciones allí sufridas, etc.

Pensé otra vez en el comunismo. En ese régimen te suelen encarcelar por causas ideológicas, o te fusilan o si les coges con el ánimo simpático te deportan a Siberia. ¡Pero por lo menos no te cobran por usar los baños!

Comentarios

NeverMore ha dicho que…
Creo que se le pide mucho al turista. Llegará un momento en que se pasarán y entre la crisis y en que lo que haces fuera es defenderte de estos abusos u otros y el turista se quedará en casa.
Anónimo ha dicho que…
jajajjaaja, qué angustia has vivido.
¿Por qué esos baños vigilados(en Bélgica y Francia también los hay)generalmente están más sucios que los que aparentemente se autolimpian? Probablemente esas señoras piensen: "para lo que van a hacer....".
más saludos

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