Frente a una balsa de aceite


Estoy en el puerto observando barcos y unas aguas francamente sucias. Los pocos peces que veo deben ser una rama mutante y acuática del cerdo capaces de respirar basura. Como los pesque alguien hoy, muere el que se coma ese pescado. Me los imagino con los tres ojos del que vive cerca de la central de Springfield.

Me entretengo pensando en lo divertido que sería arrojarse a esas aguas oscuras y pestilentes. No me gustaría morir ahogado pero en ese océano de contaminación no duraría mucho. Las gaviotas vuelan alto para que no les salpique esa porción de Mediterráneo aceitoso y repleto de combustible más otros diversos elementos de la tabla periódica incompatibles con nosotros, con el carbono del que estamos hechos. Y ojo que estas aves no me parecen nada higiénicas y me preocupa su peligroso vuelo y evoluciones sobre mi desprotegida cabeza. Por lo demás, la gente que me rodea parece feliz. Claro que yo para ellos tampoco debo parecer muy infeliz. No he venido a echar unas lágrimas aquí, sólo a que me de el aire. Se sientan en los bancos junto a mí y si me descuido o dejo de esconderme detrás del libro que utilizo ocasionalmente como escudo, son capaces de buscarme conversación. Por eso voy a los bancos dónde hay gente acompañada y no dónde hay solitarios de pega que se equivocan buscando la compañía de uno que realmente quiere estar sólo.

Me entrego a mis placeres. ¿Los estoy recuperando? Pienso maneras cómodas e indoloras y mejores de suicidio pero ninguna me va. Y además estoy traicionando al hedonismo, la Epicúrea escuela a la que siempre he pertenecido. Según él sabio griego, los mejores placeres no vienen acompañados de consecuencias negativas. Imaginar la disolución de mi ser en la nada puede resultarme un pensamiento de lo más agradable pero encuentro que el proceso puede estar cargado de efectos secundarios y demasiado dolor. También puede haber fallos producidos por el instinto de supervivencia que todavía sobrevive en mí (valga la redundancia). Este no me deja ir más allá del más acá (que ahora consiste en un mar de suciedad y peces plebeyos y arrabaleros pero una brisa marina muy agradable).

Me giro. Veo en cuclillas a un tipo con el que trabajé hace años y que se ganó mi desprecio por motivos que expliqué en un viejo post y que no vienen al caso. El tipo, Ricard y su cara de mongólico es inolvidable y el tiempo apenas la ha cambiado. Se le ve incluso más joven. Esta gente debe hacerse mayor de otra manera.

Ahora está filmando unos barcos que entran en el puerto. Su estulticia facial se acentúa. Por la edad que le recuerdo debe tener unos cuarenta y pocos y lo único a lo que se dedica en este momento es a hacer el capullo y filmar aburridos vídeos privados de cargueros en el puerto de Barcelona. Es como el perro de Houellebecq, capaz de ser feliz jugando toda la tarde con una pelotita. Ja,ja.

Lo he conseguido. La primera risa que alguien me saca este verano. Breve pero sincera. Y sin pastillas.

De todos modos Ricard parece muy feliz con sus barquitos en video digital. Es para verlo. El hombre fluye tanto con esa tarea que ni me ve.

No es la primera ni la última vez que lo pienso. El que se está equivocando soy yo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Si puedes ver el mar contaminado de esa forma nada, ni tú mismo, podrá contra tu fuerza. Es posible que resulte cursi este comentario. No me interesa. No me importa. Hace poco también reí -frente a un espejo -
Escribes de puta madre.
Anónimo ha dicho que…
Mi comentario no merece lo que me ha provocado tu lectura. Siento ser tan prosaica.
Deprisa ha dicho que…
¿De verdad hay gente que se entretiene grabando mercantes a la entrada de los puertos?

Y yo que pensaba que nada podía sorprenderme ya. Igual esperaba que se transformaran en mega barcos por eso del agua contaminada. ¡Quien sabe!
Anónimo ha dicho que…
Me despido del blog. Acabó.
Un beso.
Meryone ha dicho que…
y no es infinitamente más interesante vivir equivocado que ser así??

vivir de forma interesante es muchísimo más importante siempre. y rima

beso
pierrot ha dicho que…
soy yo! mira tu correo, besos fuertes.
Angéline ha dicho que…
Se te ve algo desvalido en este post, elucubrando con las posibilidades del suicidio, con la parte creativa al menos, suerte que sólo es eso, Houellebecq. Si ese puerto es como el de Coruña, yo tampoco aconsejaría un viaje al interior de las aguas. Alguna vez me pareció de un color exótico pero imagino su interior más siniestro que la ciénaga de Manganelli. Imaginar es un consuelo a veces, y un tormento cuando te ves involucrado sin querer en una pesadilla. Yo he tenido una que ahora apenas me molesta. Hace unos años salté desde un barco pesquero al borde del puerto de Cillero, en Lugo, y me caí por el hueco, entre ambos. Era la última del grupo y mis amigos ya iban delante, durante unos minutos nadie se enteró. Es la tercera vez que he estado a poco de matarme y siempre pienso lo mismo (“no quiero morir de esta forma estúpida”, como si hubiera una recomendable..) La suerte fue que caí sobre una rueda inmensa que había colgada al casco del barco, y sólo me rompí algunos dedos, en un desesperado intento por agarrarme al borde del puerto. Me sacaron sin problema de allí pero durante años soñé que me caía al agua, el barco se pegaba a la piedra y me aplastaba en aquella pasta oscura que veía bajo mis pies y que imagino sería una mezcla entre mugre, combustible y pescado en descomposición. También recuerdo la sensación de vivir un tiempo de descuento, por más que lo intenté no pude gritar para avisarles, ni un sonido, como si temiese que al hacerlo todo se viniera abajo. Veía alejarse a mis amigos, me dieron envidia, bromeaban, se reían, con la pesca colgada al hombro. Me parecieron jóvenes, afortunados, con toda la vida por delante, cuando los ví llegar corriendo hacia mí se me nublaron los ojos, qué sensación, ni siquiera pude hablar. Tiraron de mí hacía arriba, me dieron un abrazo y al hospital a entablillarme los dedos. Desde entonces los puertos me dan escalofríos, incluso el de tu post, y sólo fantaseo con que el horizonte es plano, el mar se cae por el borde y bajo él hay submundos con sequía y guerras por el agua, personajes mezquinos que trafican con ella y alguno que otro heroico que se apunta un tanto con una hazaña repentina. Lo siento, hoy sí me he enrollado. Y saludos. ¿Querrías compartir algún día una lectura conmigo? (recuerdo que un día dijiste que nunca necesitaste compartir ninguna, y que los hombres tenéis egoísmos inéditos en las mujeres y viceversa. Aún así me arriesgo a preguntar)
Sergio ha dicho que…
Hay varios posts en los que elucubro y juego con el suicido pero nunca me acabo de entregar gustoso a la muerte voluntaria. Aunque casi siempre es más cuestión de temor que otra cosa. Hay días en los que la vida no me parece gran cosa. De todas formas estoy convencido de que tu testimonio anterior sobre eso que te ocurrió en el puerto tan escalofriante ilustra el último momento de sensaciones de cualquier suicida(tanto el que acierta como el que fracasa). Es un comentario largo pero muy bueno Angeline, creo que lo recordaré siempre. Pensarás que estoy exagerando pero siempre he intuido que nadie es capaz de sostener la mirada a la muerte cuando la ve de frente. Tú explicas perfectamente eso. Lo más cercano que ví sobre esa teoría mí afue una vieja película cuyo título no recuerdo donde Terence Stamp se ríe todo el tiempo de la muerte y cuando lo van a sacrificar tiene miedo. El instinto es fuerte. Por más que la época de este post no era buena. aunque ya estaba recuperándome de ciertos excesos de tnsión vivios esos años. No es que tienda al pesimismo, es que estaba viviendo momentos objetivamente pésimos. Nunca descarto que vuelvan. Pero seguro que recordaré tu mirada desde abajo viendo a la gente reir y envidiándole algo tan simple. y sí, yo también recuerdo mis comentarios sobre aquello de compartir lecturas. ¿Pero por qué no? ¡Claro!
Angéline ha dicho que…
Qué bueno que quieras compartir una lectura. La verdad es que tengo muy buenos recuerdos de estas lecturas compartidas, especialmente cuando he tenido una sensación diferente a la otra persona y hemos podido charlar sobre la novela y contrastarla. Hay otros libros, como los de Aciman, llenos de complicidades y es genial poder leerlo a duo y hablar "en clave" sobre él. Como cuando en "Ampliación del campo de batalla" de Houellebecq decía el narrador aquello de "en la medida de Bernard". Si hablas con alguien que conoce ese dato puedes parafrasearlo en otro libro y decir "en la medida de Charlotte, claro" y entender que el comentario viene de Houellebecq. Este tipo de guiños los echo tremendamente de menos, hace tiempo tenía un grupo de amigos en un foro de literatura con los que leía a veces, pero se fue dispersando y casi sólo quedan un par de ellos, leemos de vez en cuando. Me gustaría que eligieses tú el momento (sin prisa, cuando te parezca) y la novela. Será interesante leer algo que venga de tu mundo. Decías que estabas leyendo a Alan Bennett, me diste envidia. Tengo unas ganas tremendas de leer "La dama de la furgoneta". No pude incluirla en las últimas compras de libros y se me ha quedado pendiente para la próxima. Anagrama es mi editorial favorita, por curiosidad he contado los libros de esa editorial que tengo en la estantería de mi cuarto. Ochenta y ocho. He flipado, más o menos un sesenta por ciento del total. Saludos lluviosos, Houellebecq, la verdad es que adoro este tiempo que tiene a todo el mundo tan harto. Siempre he sido mucho más feliz chapoteando charcos que tomando el sol.
Sergio ha dicho que…
Cuando dices que elijamos algo que venga de mi mundo... Te refieres a uno de mis escritores que no haya leído, a la relectura de uno, a un autor que quisiera leer y aún no he leído... Me gustaría que me aclarases esto que tengo curiosidad. Por lo que comentas de Anagrama no he podido sonreir con esa satisfacción que comentabas en uno de tus posts cuando alguien habla de algo que te gusta o admiras y lo que te gusta. Que alguien mencione en un post a por ejemplo a Alan Pauls, etc. Porque hablas sobre Anagrama como podría hablar yo. Nos han dado muy buenos esacritores. La figura del editor como estrella esta desapareciendo y es importante aunque nadie la contemple. Es bueno saber que en una colección se tienen unos niveles de calidad rigurosos y que no se publica cualquier tontería, que alguien busca algo que esté bien. Habrá algo que no te gustará pero yo hablo del conjunto y tus 88 libros contra mis incontables entre los que dejé en casa de mis apdres, lo smíos y los de la biblioteca ni idea pero no bajan tu cifra ni mucho menos). Tanto nos han hecho disfrutar que somos ya casi fetichistas de esos libros amarilos (yo también de los compactos pero no tanto). Y Alan Bennet es ideal. Me leí "Una lectora nada común" que refleja más allá de la anécdota la mente de alguien que ama la literatura. Breve, conciso, irónico e inteligente. Muy inglés. Maravilloso. El libro que citas... Bueno, podría ser una lectura compartida pero no quiero apresurarme. Explicame primero que tipo de libro te iría bien.No te cortes. Soy muy versátil a pesar de mis preferencias por Anagrama(las alterno con platos variadísimos). No he podido responde ante sporque estos días me conecto menos a internet. Voy y vengo del apartamento de mis padres. Las vacaciones y demás. Saludos Angéline(bien, hoy la prisa no me impide respetarte el acento en la e, soy un dejado). Y buenas lecturas.
Angéline ha dicho que…
Con lo de algo que venga de tu mundo me refiero al libro que tú elegirías, a tu gusto y criterio. Una relectura no te haría disfrutar de la lectura compartida, porque ya tienes información. Es mejor, y por citar tus palabras, un autor que quisieras leer y aún no has leído, o alguna obra de un escritor que te gusta, que todavía no conozcas. Lo ideal sería una novela a la que pudiésemos sacar el jugo después en una charla aunque a veces pasa que no dan de sí, que poco se puede decir, aparte de que nos haya gustado o no, pero bueno, incluso eso puede dar para una pequeña charla, que es lo interesante de compartir lecturas. En cuanto al libro, acerca de cuál me iría bien te diré algo. Mientras lo leamos, voy a imaginarte leyendo, al alcance. Cada vez que encuentre un detalle interesante que me gustaría comentarte lo apuntaré, como te lo diría si realmente estuviésemos en un parque leyendo o en un par de sofás de una casa real o virtual. Algunas lecturas compartidas han tenido un escenario concreto en mi blog, por ejemplo "Tokio blues" la leímos en la sala de estar de Darthois, fue genial charlar sobre ella después, entre nosotros y con él, muy divertido. Piensa que yo tendré un ejemplar como el tuyo cuando empecemos y leeré las mismas frases, interpretándolas desde mi perspectiva. Así que simplemente decide qué novela te gustaría compartir conmigo (por las referencias que tienes de mí), yo estaré de acuerdo. Gracias por preocuparte de contestar pronto, disfruta de la familia y las vacaciones, eso es fundamental. Y que sepas que muy poca gente se para a acentuar mi nick.

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