La relativa importancia de todo
Tenía que elegir entre dos excompañeras de trabajo. Una podía quedar a la hora de la comida y la otra a la del café. Me quedé con la comida. La del café no se quedaba sola. A esa hora podía quedar con un excompañero del mismo trabajo. Los cuatro habíamos “servido” como samuráis al mismo señor, un gerente ni mejor ni peor que otros gerentes. Durante un tiempo habíamos estado unidos por los estrechos lazos de una tarea común. Nuestras nóminas nos llegaban firmadas por el mismo vicepresidente de la empresa y estaban manipuladas por el mismo jefe de personal que nos había elegido. Más o menos así.
Mientras comía con mi amiga ella me explicaba las nuevas aventuras en la empresa. Yo ya no estaba allí. Pero daba igual. Era más de lo mismo. Se renovaban contratos pero no personalidades. Los hijos de puta de siempre lo seguían siendo y los que recibían la peor parte del trabajo por pasivos la seguían recibiendo igualmente.
Recordé aquel trabajo. La pizza estaba más fría que esos recuerdos. Qué importante parecían esos compañeros vistos de cerca. Todo significaba algo y era asunto de estado. Un horario injusto, una evidente preferencia del jefe, el hecho de no ir a una cena de empresa o sí, lo que cierta persona había comentado sobre otra… El mundo giraba alrededor de ese pequeño mundo. Había lazos con ciertas personas que parecía que serían eternos. Había ciertos errores que te podían costar una noche en vela. “Esto no lo he hecho bien, mañana habrá graves problemas…”. Era el mundo de fuera el que se quedaba pequeño ante la magnitud de ese microcosmos laboral.
Y luego me fui. Por motivos personales. Y todo tomó una nueva dimensión. Perdí el contacto con gente que parecía imprescindible en otros tiempos y esa gente no se preocupó por enviarme tampoco ni un saludo a distancia. En poco tiempo se me había enterrado sin funeral en ese lugar. Con la vida que les había dado con mis movidas…
Pero no me sorprendía. En mi vida de Factotum como la de Bukowski, he pasado por lugares de todo tipo. Suelo rememorar en este blog los más infectos porque suelen ser los más fáciles de “literaturizar”. Decenas de rostros con los que he establecido buenos lazos de complicidad laboral y luego he perdido tras una carta de despido o una actitud de dimisión (cuando no me echan me voy). Apenas me quedo con un uno por ciento de todos los que he conocido que siguen llamándome más allá del recinto de la empresa.
Paseo con mi amiga argentina. Hablamos de temas muy frikis. Si hablásemos sólo de trabajo ya nos tendríamos que haber despedido. Esa aburrida conversación laboral no hubiese llegado más allá de los entrantes en el restaurante. Pero compartimos otros temas. Eso salva nuestra amistad. Sólo es real porque no la condicionó lo aleatorio de la faena compartida, sino la afinidad que había entre nosotros.
Me invita a un granizado de fruta en un famoso mercado de Barcelona y acabamos sentados en un banco de madera del puerto, delante de unas espantosas y sucias gaviotas.
Constatamos que podemos seguir hablando algunas horas sin demasiados silencios incómodos y quedamos para algún otro día. Queda pendiente la quedada con S., la chica que se decantó por el café con J. .
Nos separamos. Cualquier trabajo es eso. Una comunidad de personas que se reúnen, que se implican en lo más nimio, que hacen importante el detalle más pequeño y fugaz para no aburrirse más de lo normal y que luego, cuando te vas, desaparecen para ti y tu para ellos (sólo quedan los buenos). Efímeros como una tormenta de verano.
En la vida real no es muy distinto pero se disimula más.
Comentarios
Pero a veces, encuentras una afinidad con quien menos te lo esperas, las lineas se giran cuando menos lo esperas y encuentras un amigo, dentro de un compañero de trabajo.
Estas relaciones lo tienen dificil para sobrevivir sin el roce diario, al fin y al cabo es como el amor a distancia, si no se cuida se va perdiendo entre las horas pasadas en nuevas compañías.
Y si hay quienes comparten algo mas que trabajo y aunque cueste te acuerdas y les dejas mensajes o les llamas de vez en cuando...
De todas formas nunca fui muy destacable,pasaba casi siempre desapercibida...o eso creia yo.
Y no sé lo tuyo, Lissi. Creo que haces bien en no destacar en un trabajo. Como se te ocurra despuntar prepárate para pasarlo mal. Tengo experiencia en eso...
Conoces a gente odiosa por un lado, q t enseñan a desconfiar. Y gente especial por otro lado, q t enseñan q hay gente q todavía merece la pena. Es una contradicción irremediable. He tenido muchos mundos virtuales de esos, aunque el último fue casi real.
un abrazo
parece un matrimonio el micro-cosmos de la empresa
no hay distanciamientos de lo q realmente importa
o sea- el título de tus reflexiones certeras
se cometen unas injusticias realmente sucias de todo tipo una explotacion en contra de los derechos humanos
a veces el curro se convierte en un Luz de Gas
yo me niego en rotundo a formar parte de ese mundillo ficticio....
me gusta observarlo desde fuera y reflexionar sobre las conversaciones tan serias q tienen ejecutivos y ejecutivos por la calle como si fuese mas importante q una puesta de sol.... ufff
y sobre todo siento un profundo desprecio por algunas compañeros/as y jefes q a veces vuelvo a ver por lo rastreros que fueron sólo para apropiarse de un par de pelas más....
te digo yo con mi desprecio por el sistema sólo me siento infinitamente por encima de toda esta lucha ridícula por acumular pasta sucia
degrada al ser humano
y basar tu seguridad en tu puesto de trabajo me parece aún más necio
cuando me preguntan y ¿tu a qué te dedicas? siempre contesto a disfrutar de la vida jaja
sólo guardo aprecio por una chica q se movió con una elegancia por todos los sectores de la empresa q envidiaba su infinita habilidad social deliciosa!!!!
Si hay asquerosas gaviotas, hay mar.
Si sólo hay asquerosas ratas con alas ni siquiera se adivina el horizonte.
- No me deja comentar con la cuenta wordpress pero soy yo-.
Buen texto...
Un saludo
Mario
B. sé que eres tú a poco que escribas dos líneas. En la primera de tu comentario demuestras conocerme de sobra.
Creo que no me estoy explicando bien, o sí?
Buena entrada. Tu vida a lo Factotum queda en el blog bien reflejada.
Un saludo.
Y hablando de distancia... ¿estás en Barcelona? cerca, cerca jajajaja
Besos brujos