Mal rollo
El
primer email lo recibí una semana después de despedirme de ella
frente a su casa y pedirle el libro que me había olvidado en su
bolso.
Hola.
Como parece que te cuesta llamar o algo aprovecho para saludarte.
¿Todo bien? ¿Tan mal te pareció todo que ni dices algo? En fin, ya
responderás si quieres. Besos, LALI
Si, tenía pensado responder o
algo. Aunque no me apetecía. Ni siquiera sabía la naturaleza exacta
del mensaje que le enviaría. Un saludo cortés con un “ya nos
veremos” vago. Algo que no me forzase a nada pero no tan agresivo
como decir que no quería volver a quedar. Pero cada día surgían
ocupaciones que me servían de excusa para no llamar ni enviar
mensajes huecos. Procrastinaba ese deber. Lo que motivó a Lali a
enviar un nuevo mensaje más apasionado que el primero.
Hola. Perdona que te lo diga
así pero me recuerdas a mi ex. De otra forma pero igual. En el fondo
un cobarde de mierda como todos los tíos. ¿Tanto cuesta decir algo
aunque sea hasta nunca?
Pues sí, pensé, cuesta
bastante. Tanto que utilicé sus insultos como excusa para no
responderle. Me empezaba a sentir como en aquella anécdota que conté
sobre J en que se despedía a la francesa de una chica y luego
aquella chica le insultaba aún al cabo de los años como si la
hubiese dejado embarazada y abandonada. Yo quería actuar de otra
forma pero es que un silencio también debería ser elocuente.
Hasta que llegó el tercer
round.
Vale, te hago una paja por
teléfono. Te dejo follar en mi casa. Te cuento mis cosas y tu no
tienes los huevos de dar la cara. Pero qué fuerte...
Bueno, algo en todo esto me
parecía lamentable y triste pero el que me busca me encuentra y lo
cierto es que tenía la impresión de que mis silencios se estaban
explicando fatal o Lali no quería entenderlos. Decidí darle una
satisfacción y explicar las cosas con claridad en otro email.
Primero, no me hiciste
ninguna paja por teléfono, mientras hablabas yo leía un cómic. Si
lo analizas bien yo no te pedí que me llamaras para eso ni para nada
de nada. Tú me llamaste y tú te pusiste en ese plan.
Segundo, hablando de cosas
que no pedí tampoco pedí lo de ir a tu casa pero lo que hicimos era
cosa de dos, yo lo llamo empate de favores. Tu me lo hiciste a mí y
yo a ti. No quedan deudas pendientes.
Tercero, ni me importan tus
cosas, ni quería volver a quedar contigo ni mucho menos querría
cambiar de opinión ahora leyendo tus insultos. Vamos a dejarlo aquí.
Y no. No quedó en eso. Quedó
en una nueva tradición. Cada aniversario mensual de lo nuestro
recibo un email que analiza y profundiza en mis defectos y me insulta
de modos cada vez menos creativos. Ya me da igual haber actuado mal
porque de todos modos ella tampoco parece estar muy bien de la
cabeza. No puedes dedicar tanta pasión, ni que sea odio, a una
persona cuyo único valor es el de no hacerte caso. Ni siquiera el
aburrimiento justifica eso.
Y mientras pienso así elimino
la cuenta de email que me une a sus exabruptos y la dejo gritando sus
mayúsculas a la nada. Ya no me planteo si me porté bien o mal con
Lali ni con cualquiera. En realidad no es una cuestión moral, es más
bien una cuestión de pelmazos con ganas de agotar paciencias. O de
gente sin opciones y con poca imaginación para buscarlas.
Comentarios
UN ABRAZO
Zavala: Muy bueno lo del coche. Me acabas de recordar eso. Tenías razón como siempre.Pero claro, tampoco es que la andanada que le suelto sea suave precisamente. Y enviarle mensajes parece como remover un avispero.
Lo de reprochar algo que ha promovido ella lo he vivido antes pero más suave. Este es un caso grave, crónico y de psiquiátrico.
Haces bien en no prestarle atención, a un bagazo, poco caso...
Besos
Igual es que le gustaste mucho, jajaja.
Besos, S, feliz verano.
por cierto, que hace mucho que no te digo: gracias.
hilia: No tienes que dar gracias. Y menos por algo que es así y sólo consiste en comentar lo evidente. Tú sigue así que da gusto leer todo eso y aprender un poco si es que eso es posible. Saludos.
Quizás no sea una teoría aplicable a niños pequeños, sino a las personas en general: así ella busca atención, ya sea ofreciendo sexo cuando no se le reclama o buscando pelea cuando el primer sistema no ha funcionado.
O quizás tan solo sea una de esas que cree que el sexo convierte al hombre en deudor de un nosequé entregado...en fin, que el silencio era una opción más elegante pero probablemente requería una interlocutora más inteligente o serena.
Un beso fresquito
Annie: A ver si regreso de la tierra de los muertos por la que camino. Ya casi no estoy ni por mi espacio...
Sinceramente me gusta mucho más la pasión con la que afrontamos las cosas aunque nos lleve a hacer gilipolleces como por ejemplo la de esta chica, pero he de reconocer que no es práctico y por eso lucho cada día contra determinados "instintos" femeninos.
En fin, te deseo que acabe pronto este desagradable asunto.
Besos