Respiro

Salimos en mitad de la mañana a mi pueblo costero preferido. Urge encontrar una cafetería acogedora. Como desconocemos dónde hacen el mejor café, buscamos un local que simplemente resulte agradable a la vista. Tras varias dudas y alguna que otra disensión llegamos a un consenso con esa cafetería con mesas de mármol blanco redondo aunque moteado de grises y oscuros. Patio ajardinado y al descubierto y algún pájaro que canta sin pedir dinero. Hace sol y tenemos que administrarlo ya que en esta época no sobra y aún no se sabe cuando pinchará la mañana y lloverá. Hoy no, desde luego. 
Entre el buen tiempo y la cafeína se nos levanta el ánimo. Ella se ríe siete u ocho veces de buena gana. Casi el doble que en las cafeterías de nuestro barrio. Vamos bien.
Resolvemos nuestro futuro sin dificultad. El problema parece hoy menos difícil. Luego salimos a pasear por la zona, a mirar gente que a su vez nos mirará a nosotros porque también somos gente.
L. me arregla el cuello de la camisa que se me ha doblado hacia dentro y le digo que pudo haberlo visto antes, tal vez en la cafetería. Pero como el asunto no da para discusión seguimos con el plan concebido. Ella entra a mirar tiendas y yo la espero fuera, con un libro abierto en la mano para distraerme, dócil como un perro atado a una farola. Entre otros hombres más o menos aburridos. Allá ellos que no llevan libro o algo que les distraiga. Yo siempre llevo mi libro encima, mi mano derecha no sabe lo que es la libertad. 
Después de sopesar un par de blusas que observo y a las que debo ofrecer mi visto bueno como si fuera certificado de garantía (pero al final es burocracia inútil ya que están compradas, le gustan y sólo ella decide lo que se pone) continuamos el paseo. Repartimos las horas siguientes entre mirar rápidamente el correo en un cyber, hacer una inspección de la playa y caminar por esta con la lentitud de las pesadillas pero sin su angustia y comprar en el supermercado, regresamos. Comemos, ella se deja seducir por la siesta y yo continuo con mis aficiones. Aún nos da el día para visitar el otro lado del pueblo o tumbarnos sobre una toalla en la playa. Hay perros jugando a agarrar un frisbee, pescadores con movimiento de estatua y una niña que consigue llorar casi una hora porque su padre le ha reñido y le ha levantado la mano(sin llegar a bajarla, menos mal, qué hubiese sido entonces).   
De noche cenamos y busco alguna de las películas que he traído. Antes del final me entra sueño, hago un amago de evitarlo pero sé que no quiero ganar esa lucha así que me voy a dormir. Sin felices sueños porque si los hay no los recuerdo. Todo de un tirón. 
Estos días que tuve no son para "cargar las pilas" o "desconectar", no soy una máquina. Cuando regrese no tardaré ni dos minutos en ponerme al día con el cansancio. Estos días son más un estado psíquico. Ese al que querré regresar cuando las cosas no vayan tan bien y la mente busque imágenes agradables para respirar. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Creo que el momento de la cafetería es lo mejor del día :) y no porque me guste el café jajaja si no porque el ambiente que describes y las siete u ocho risas creo que dicen mucho de que el momento es de lo más agradable...
En serio no entras a la tienda y esperas fuera?? jajaja
Yo lo de quedarme dormida en el sofá con una peli, lo hago casi todos los viernes... así, con la cena, el vino, las almohadas y sofing-time... un pequeño placer...

Y también es cierto que un minuto, subir las escaleras y hablar treinta microsegundos con alguna gente del trabajo, derrumban muchas horas de respiro, así que haz como yo, cierra los ojos, respira y vuelta a la cafetería y a esas risas :)
Besos
Sergio ha dicho que…
Sylvia: No, claro, ya sé que no es porque no te guste el café que además me consta que no te gusta nada... (los puntos suspensivos no pegan aquí pero es que soy de ponerlos mucho).
Es cierto que los momentos antes del trabajo son valiosos como pocos.
Besos.
detalles ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
detalles ha dicho que…
Yo vivo y he vivido muchos momentos como el que describes, a mi me crea ansiedad pensarlo, será que son muchos los años haciendo lo mismo,para cambiar algo que no va bien del todo.
S., para mí, un día para ser feliz puede ser perfectamente el tuyo, pero relatado de otra manera. Seguro que me entiendes o yo no te entendí bien a ti, total tengo un mal día.
Un besote de los grandes.
Unknown ha dicho que…
Ya era hora que te tomaras unos días para descansar y cambiar de ambiente, o como dices, tener unos días para volver a respirar. Enhorabuena!!!

Me gusta mucho leerte así, tranquilo, casi feliz...

Besos (BEP)
Sergio ha dicho que…
detalles: Yo creo que sí me has entendido pero si tienes un mal día todo da igual, suele pasar. A mí si el día me castiga más de la cuenta no me lo redime ni recordar lo de mi post, casi seguro que no. Ahora lo de la ansiedad ya es mucho. Ánimo y arriba. Poco a poco. Un beso.

Laura: Eso, eso, casi siempre con el casi. Pero bien porque ya voy derivando otra vez hacia el estrés aunque intento relativizarlo todo y darle menos importancia a las cosas(a veces sin éxito). Espero que tú también estes en el lado amable de las cosas. Besos.
Pipipi 7 ha dicho que…
jajaja muy buena técnica esa del libro, muchos novios/maridos deberían implementarlo para no quedarse aburridos esperando.
Verónica Calvo ha dicho que…
Son un estado psíquico. Totalmente de acuerdo contigo.

Saludos
Pilar Abalorios ha dicho que…
Escapar del mundo real, mediante la distancia y el cambio de paisaje, recoger imágenes, momentos, instantes, sonrisas, la inclinación del sol, el aroma del mar rompiendo, quizás un roce, un desmayo...
y saber que hay que volver pero con las maletas del alma repletas y otro libro leído.

Bienvenido siempre
Sergio ha dicho que…
Belén Be: Esa técnica solo sirve si te gusta leer como a mí aunque sea de pie y en la calle. Saludos.

Verónica: Y como todos los estados psíquicos, desgraciadamente o no, fácilmente mudable. Saludos.

Abalorios: Bienvenida tú, al blog, al mío, al tuyo, bienvenida de París y en general bienvenida siempre. Besos.
Garriga ha dicho que…
lo que se llama pasar el tiempo. Es decir transcurrir con la plena conciencia de su paso, de disfrutar cada segundo al vivir. No siempre sucede.
Garriga ha dicho que…
lo que se llama pasar el tiempo. Es decir transcurrir con la plena conciencia de su paso, de disfrutar cada segundo al vivir. No siempre sucede.
Sergio ha dicho que…
Garriga: ¿No siempre sucede? A mí casi nunca, poquísimas veces. Pero es mi ideal de felicidad, la placidez. Saludos por duplicado como tu comentario, ja,ja
AdolfO ReltiH ha dicho que…
BUENO! TODOS TENEMOS DERECHO A PASAR MOMENTOS ROSITAS. JEJEJEJEJEJE.
UN ABRAZO BROTHER
Mario ha dicho que…
Sergio, también busco siempre un bar agradable donde el café esté bueno. Si el servicio, amén de bueno, también lo está, ya me doy por satisfecho. Si el café es malo, si el servicio es feo, si la cafetería es detestable, supongo que leo más deprisa y me voy antes.

Lo de buscar un ciber, ya no recuerdo cuándo fue la última vez... porque como nunca desconecto del todo, siempre llevo la tablet, o teléfono de ultísima generación que lee cosas y envía datos de paquetes inconmensurables...

Ah, yo suelo entrar en la tienda. Después, repasado el personal, y tras un par de síes, suelo irme afuera, a mirar lo de dentro o lo que se cruza en mi campo de visión. Eso sí, como un buen perro manso y silente atado a una farola sin luz...

Gracias por escribir, de verdad.

Un abrazo

Mario
Sergio ha dicho que…
Reltih: ¿Momentos rositas? Ja,ja, y de toda la gama de colores. Un abrazo.

Mario: Lo del cyber es porque necesito mi ordenador de mensa y teclear hacia algún lugar algo y con cierta comodidad. Mi tablet solo da para el desespero y el exabrupto porque no chuta. Y mi teléfono ya es más bien de generación pionera además de ser mi tortura pensar que cuando salgo a desconectar sigo conectado por él a una llamada improcedente a todos los niveles como por ejemplo la del trabajo. Suelo apagarlo.
Con lo de la tienda me pasa como con las iglesias, que siempre me quedo aparcado fuera. Alguna vez entré por curiosear y saber lo que me pierdo. Cuando lo supe ya decidí no repetir más. Y no hay quejas por eso.
Gracias a ti por entregar tanto tiempo y tan estimulante a este blog. Un abrazo.
si, bwana ha dicho que…
Me parece un plan perfecto, a pesar de la espera en la puerta de la tienda de modas. Es algo superior a mis fuerzas y me largo a la cafetería más cercana a esperar sentado.
h i l i a n d o ha dicho que…
aprovecha estos días, carga pilas y desconecta de todo para lo que pueda venir, que no sé muy bien lo que puede ser en tu caso, pero confío que sea lo que sea sabrás gestionarlo sin problema. y con algún post.


s., ya sé que me repito a veces, pero tus comentarios, ay tus comentarios. qué sonrisa más grande me provocan. mil gracias.
Maman Bohème ha dicho que…
Imágenes agradables...yo las busco siempre y no siempre lo consigo, pero lo que somos los humanos que debemos siempre buscar esa mini-felicidad en cualquier cosa "fuera" de nuestra cotidianedad...pero es lo que hay...eso es el mundo que nos hemos creado o al que somos arrastrados...

Me gusta el detalle de fijarte en su risa...diferente al día a día. Eso parece que te preocupa, quieres verla feliz. Quieres que funcione.

Y me encanta eso de ser un buen can esperando a la salida de la tienda, je,jee...realmente no entiendo a las mujeres...¿porqué se empeñan en ir acompañadas a comprar? es más fácil hacerlo solas. Pero se empeñan...yo es que todavía no lo entiendo...es más fácil ir solas y no estar pendientes del aburrimiento ajeno...

Un besazo!!!!!!!!!! grandote!! mua!
Sergio ha dicho que…
Sí, bwana: Demostrado queda que no puedo hacerme el listo cuando tú por ejemplo me superarás. Lo de la cafetería es como para apuntármelo.

hilia: Tu te repites poco. Al menos en lo que más importa que es lo que escribes. Ahora venía yo de leer lo tuyo con la ballena. Oh, my...

Maman Boheme: Mmmm he encontrado alguna que como tú no quería acompañantes para ir de compras pero en esto tampoco hay mucho problema. Ella realmente va sola porque yo estoy en mi mundo de letras y ella en el suyo de ropa. Luego ya nos vamos juntando.
La mini-felicidad, así se habla. Es casi mejor que la grande. Creo que es más fácil conseguirla y mantenerla. Aunque no siempre. Nada es para siempre.

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