Un encuentro inesperado
Ya he estado aquí antes. El tanatorio. Es por el padre de un amigo en esta ocasión. Este
lugar me empieza a resultar familiar. ¿Por qué antes no lo conocía y ahora lo
visito ocasionalmente? Mi amigo J. me dice que cuando éramos críos no se moría
nadie. Supongo que conocíamos a menos gente, que nuestro reducido grupo social
era más joven y que hasta teníamos algo de suerte.
Esta muerte ya estaba anunciada desde hacía años. Una de esas
enfermedades degenerativas que ni dejan vivir ni acaban de matar hasta que sí,
finalmente lo hacen. Suelen hacer padecer más a los familiares que al propio
enfermo que casi no sabe ni quién es ya.
En el tanatorio abrazo a la madre de mi amigo y a su hermana.
Hablo con él que parece bastante entero de momento (el dolor puede ser
práctico, a veces se espera a que pase el entierro y aflora cuando no lo
esperas).
Allí mismo empiezo a ver desfilar viejos conocidos y amigos
comunes de los que no sabía desde hace años. Es como una gran fiesta macabra
dónde a pesar de que reina el luto nos reunimos con viejas caras. Entre ellos
hay una mujer que me resulta familiar de espaldas o perfil. Al cabo de un rato
me observa y me saluda con una sonrisa.
-
Hola,
Sergio, cuánto tiempo. Perdona por no venir antes a saludarte.
Perdona por no saber del todo quien eras, debí decirle yo.
Aunque ahora ya sí. A pesar de que ha mutado de rubia a morena. Pero
básicamente es la de siempre. No ha cambiado más allá de lo que ha querido
hacerlo voluntariamente con el tinte.
Ahora recuerdo que estuve enamorado de ella. O algo así. En
la adolescencia se le llama amor a cualquier urgencia hormonal. No un amor de
novela del siglo XIX, algo más de andar por casa. Debería decir que me gustaba.
La dibujé en el pupitre del instituto. Mi compañero de
entonces puso dos flechas que apuntaban a sus pechos con un rótulo: Campanas de
Belén. Jugaba vulgarmente con su nombre.
La madre de Belén me enseñaba solfeo en el aula de cultura del
barrio hasta que me agoté de una disciplina que no era la mía. Tuve mi época de
grupito de música pero eso no podía seguir por el bien de todos. Belén me
sustituyó en ese grupo y al dejar el instituto ya no volví a saber de ella (que
también dejó el grupo o el grupo la dejó a ella, no lo recuerdo bien).
Nuestro amigo común es el del padre fallecido que entonces
tocaba en el grupo. Ahora canta por libre en otro proyecto.
Vuelvo al presente funerario.
Vamos todos camino de la cafetería. Ella se sienta a mi lado.
El padre vivo de otro amigo quiere hacernos una fotografía para probar una
cámara. Es absurdo pero accedemos. Dice que él no se aclara con estas “nuevas”
cámaras. Belén se inclina hacia mi lado y saca la lengua al fotógrafo. Nos van
a inmortalizar juntos aunque es un decir porque aquí acabaremos todos muertos
cuando toque. Pero el hombre titubea y efectivamente no se aclara. No, lo suyo
no son las cámaras digitales por más que solo haya que presionar un botón como
en las antiguas. No consigue hacer la foto.
Luego ya nos vamos despidiendo.
Belén se ofrece a llevarme en coche hasta casa. Resulta que
vivimos a una manzana de distancia y no lo sabíamos. No hemos abandonado el
viejo barrio.
Es guapa, es simpática, estoy dónde quise estar hace tiempo
con ella, viajando por una noche fresca a su lado. Charlando como no hicimos
cuando íbamos al mismo instituto pero a cursos distintos y con poca confianza,
apenas saludos con la cabeza solo porque yo conocía a su madre. No éramos realmente
amigos, solo conocidos.
Luego nos despedimos usando labios y mejillas. Ella me invita
a una fiesta a la que no podré ir por motivos laborales pero igual dejo la
puerta abierta, no se lo digo, lo dejo en un “tal vez”. Sonríe una vez más y me
deja en la acera con la adolescencia pasándome frente a los ojos.
Aunque luego regreso al presente como el que se despierta de
un sueño.
No dejo de pensar que casi todo lo interesante que me ocurre
en la vida ya, no pasa de mi cabeza.
Comentarios
(perdón por el exceso de optimismo).
saludos.
si,bwana: Bueno, la cafetería estaba bien y el local es limpio pero sí, supongo que es desagradable por motivos obvios.
me has recordado la primera vez que vi a un difunto ( recuerdo que mi mamá se enfadó y mucho pues fue una trastada de crías - tenía una amiga muy morbosa- creo que la cara de la mujer no la olvidaré nunca pues a aparte de estar difunta era en los tiempos en los que se velaba a los muertos en casa y claro imponía bastante más que ahora ... supongo )
Me has traído a la mente tantos que ya se han ido y el dolor , no no es el mismo cuando uno espera el desenlace que cuando la muerte llama sin previo aviso .. Hablas de la entereza y si a veces se aguanta el tipo una semana, un mes , un año .. pero si no pasas el duelo si no lloras hasta desgarraste el alma llega un momento que sucede, llega un día que estallas incluso muchos años después, necesitamos llorar y llorar y sufrir digan lo que digan así es , somo humanos y salvo que tengamos un corazón de piedra es necesario al igual que cualquier otra emoción o sentimiento que germina en el interior de nuestro corazón
Y ahora voy con la parte más "agradable" me ha gustado ese recuentro y es que te confieso que yo si pienso en que será de fulano o de mengano , tantas personas conocemos ,, tantas nos hacen un cling o un clong y nunca más pensamos encontrar
pd/ la foto tiene delito :P y es que te aseguro que si uno se fija de todo lo que hacen las personas en un velatorio da para escribir un libro o dos jejeje
pd2/ no voy ( por suerte a muchos) pero si suelo observar ... ( que no cotillear) y a veces pienso que hasta hemos perdido el respeto por el dolor ajeno
Un besito Sergio y gracias por tu huella
Pasa una estupenda semana
Lo de la fotografía es el edificio real en el que hice esa última visita. Estuve allí. Recientemente les han denunciado por acaparar a todos los muertos ellos. Ya decía yo que siempre recalaba allí cuando se moría alguien por el municipio y era raro habiendo otros tanatorios.
Lo que dices sobre la gente en los tanatorios creo que ni se dan cuenta. La gente llora poco. Hasta familiares mas o menos cercanos ríen y hacen chistes. No sé si es respeto o la sensación de que el muerto realmente no está allí. Pero es cierto que sí se ve esa tendencia. Yo acudo preocupado por guardar un protocolo y luego me sorprenden los mas cercanos saltándoselo. Ce la vie. O le mort. Besos y gracias por tus nutritivos comentarios.
ABRAZOS
Yo no tengo mucho que agregar pues la verdad no tengo el palo pa'cucharas, sólo decirte que como siempre es un placer leerte y me voy con un muy buen sabor de boca a disfrutar mi finde y espero que el tuyo también sea igual de bueno, que ya llegó el caloret jejeje
Besos (BEP)
Laura Noestá: Bueno, por esta vez tu fin de semana será mejor que el mío porque saldrás para disfrutar del ocio. Yo lo tendré más ocupado pero bueno, al menos el Lunes si que visitaré algún lugar y me entregaré a la naturaleza.
Espero que tu te animes y no sea tan mala la cosa. Ya ves que a muchos lo mejor que nos ocurre ni siquiera nos ocurre de verdad. Aunque es cierto que de vez en cuando nos gustaría alguna alegría que no viniera cargada de problemas. Besos
P.D. Cómo se echan de menos tus tiempos mas blogueros.
Pero un día nos toca ir al tanatorio y vamos como una rutina más de la vida.
Esos reencuentros con la adolescencia suelen dejar un sabor agridulce, pero resuenan lejanos y ajenos.
Lo interesante no pasa por la cabeza. Pasa sin más, sin mente y sin nada.
Será la edad, que ya casi no nos sorprendemos.
Abrazo, S
Volviendo a tu entrada amable... Como se suele decir "El muerto al hoyo y el vivo al bollo"; la vida sigue, ajena a nuestros sentimientos, y se va cruzando en nuestro camino sorprendiéndonos (o no) de cuando en cuando. Comparto ese final de tu historia, a modo de lazo en un ramo funerario, cuyo mensaje sólo lo entiende quien haya pasado (ya) por algo semejante.
Te dejo un beso, S.
A Volvo: Vaya, siento las andanadas de la muerte más cercanas que has tenido. Porque es cierto que cuando te cae más cerca no es tan fácil distanciarse del asunto. Yo no lo veo como un tabú y hablo abiertamente de enfermedades o muerte pero sí lo veo como un asco y una molestia de vez en cuando. A veces hay muertes ajenas que temo más que la propia. Gracias por apreciar ese lazo en el ramo funerario(bonita imagen). Un beso.
En fin, que me ha gustado mucho. Esos encuentros a mí siempre me dejan un poco tocada.
Cuando éramos jóvenes la muerte era una invitada esperada en las novelas de misterio o una dama vieja y decrépita en las fantásticas, ahora es una realidad cotidiana, todos moriremos pero estas visitas se empeñan en que no lo olvidemos.
Es curioso reencontrar tu vida antes de aquella decisión que te alejó de quienes eran partes básicas de tu entorno, e inevitable una mirada a un pasado que tampoco fue como recuerdas ¿verdad?
(estoy volviendo S. gracias por tu presencia)
perdido en el momento
de un pasado feliz y un presente que depende lo que él quiera ser
beso
gracias por estar
y a ver si te inspiras P
me gusta leerte
pd/el apunte de la foto no era la del tanatorio era la del amigo que probaba la cámara :)
(creo que me expliqué mal)
Acudir al funeral de un familiar de tus compañeros de trabajo es algo habitual en mi entorno, incluso si se trata de tus jefes, Supongo que entre funcionarios las relaciones son más sencillas que en otros entornos. Lo peculiar de la circunstancia es que se trataba de su abuelo. Creo que aún no estoy preparada para que mis jefes tengan la edad de mis hijos y no queda tan lejos, je je.
Un beso y escribe, no vale la pena volver si no te encuentro.
la respuesta es
cama afuera
y
volveras
a ser lo que eras....