El precio de la compañía



Llené el estómago. Muy buena la comida. Ahora lo que me iban a llenar era la cabeza. De problemas ajenos. Y adoro que lo hagan. Debo ser de los pocos hombres que realmente escuchan con interés ese tipo de asuntos. Aunque sea porque luego tengo algo que escribir a falta de hacerlo sobre mis propias miserias (aunque de esas tengo muchas y vergonzosas y tendrán que caer tarde o temprano).
Fuimos a tomar el café a otro sitio. Allí, sin mediar más conversaciones puente me desarrolló su historia. Se notaba que le dolía, estaba muy alterada:

Ella- ¿Recuerdas aquel tipo con el que salía cuando trabajábamos juntos tu y yo?

Sí, lo recordaba. Me apareció una ficha mental del pájaro. Sus méritos empezaban y acababan en que era alto. El resto era una impresionante cara de retrasado y a veces de retrasado con mala leche. Quedaba con ella un par de veces al año. Yo a eso no me veo con el ánimo de llamarlo relación. La señora Teresa y yo somos más íntimos salvo por el hecho de que no quedamos para hacer nada íntimo.
Cada seis meses el tipo aparecía en la vida de mi excompañera de trabajo, follaban en su casa y luego él ponía la excusa de que no le gustaban las obligaciones y desaparecía medio añito más. A lo mejor es que es un tipo de recuperación lenta y necesita seis meses para recuperar la buena forma física.
Tras su desaparición mi amiga y su hermana aprovechaban la mensajería gratuita que ofrece el whatsapp para insultarle de variadas formas una de las cuales premio por su imaginería y originalidad rencorosa: “gordo verrugoso”.  Tras el cese de hostilidades pasaban los meses, el gordo verrugoso volvía a recuperarse, la llamaba y vuelta a pegar el polvo semestral.

Ella- Ya no estoy con él.

Yo- La última vez que hablamos ya no estabas con él.

Ella- No, bueno… No me llamaba pero pasó un tiempo y recibí un mensaje suyo. Lo hicimos dos veces. Luego desapareció. Pero mi hermana se hizo pasar por otra persona en una cuenta falsa de facebook. Allí descubrió que el muy cabrón tenía novia. Ya sabes como es mi hermana- sí, lo sé, fue la que inventó lo de gordo verrugoso y en una ocasión le rompió la antena del coche y otros gadgets al tipo- Pues le explicó todo a la novia. Así que él se enfadó y claro, no me llamó. Aunque después de más tiempo regresó con uno de sus mensajitos. Yo no quería quedar porque me sentía muy tonta. Pero lo hice. ¿Y sabes lo que me dice el muy gilipollas? ¡Que la chupo muy bien! Que me llama porque la chupo bien.

Yo- Para algunos gilipollas es una virtud muy importante. Y hasta para otros que no lo son.

Ella- Ya, pero es que por muy bien que se lo haga, el tío luego va y me dice que se va a Madrid y que no nos veremos durante unos meses. Me sigue tomando por idiota. No sé qué quiere de mí.

Yo- Pues está claro. Lo que le das a cambio de nada. ¿Has pensado en no quedar con él cuando le va bien? ¿O en no verle más?

Ella- Sí, pero ya sabes. Él me llama cuando le dejan colgado y no le hacen caso. Yo acabo cayendo por eso mismo. Porque si estuviera ocupada y menos aburrida no le llamaba ni loca.

Esta historia la escucho muy a menudo. El mundo se mueve a veces por la necesidad de un contacto que suele salir muy caro. El miedo a la soledad genera muchas víctimas como mi amiga. No es tonta. Es vulnerable.
La mayoría de la gente vende su dignidad por no estar sola.
Me voy a buscar por la agenda algún amigo que valga la pena pero no le puedo prometer nada.
Hace años leí sobre un caníbal que se quería comer a un tipo. ¡Y lo encontró por internet! ¿Cómo es posible que por internet encuentres alguien que quiere que lo despedaces, lo cocines y te lo comas y no es posible encontrar una pareja mejor que el tipejo de esta historia?


Comentarios

MaRía ha dicho que…
la mayoría de la gente vende su dignidad , si señor
y ahí de momento me quedo ... mientras te deseo un estupendo finde

besos y el lunes me pongo mas "lenguateira" si no te importa !


:-)
AdolfO ReltiH ha dicho que…
SÍ MI HERMANO, INFORTUNADAMENTE HAY MUCHAS PERSONAS PONIENDO EN DETRIMENTO LA DIGNIDAD. MUY REFLEXIVO TU POST.
ABRAZOS
Mario ha dicho que…
Sergio, estoy totalmente de acuerdo; no puedes aparentar ser un tío de puta madre cuando vas diciendo por ahí lo que piensas de tanto hijo de puta suelto. En fin, que he empezado a leerte con afecto siempre retroactivo. Lo de retro y activo, así, desglosado, suena diferente. Pero bueno, hoy casi no te dejo ningún comentario porque he estado un buen rato leyendo en tu otra casa de letras, la de los libros, la de la biblioteca, la de las recomendaciones. Tienes un gusto exquisito, ya ves, digo lo que pienso y pese a pensar lo que digo, esta vez, aquí, no miento, o algo así. Me encanta lo que escribes cuando te pasa algo digno de mención o cuando no te pasa nada y te dignas a contarlo tal cual. Eres cotidiano, como yo, como los enfados, como los desencuentros y los desconciertos caseros.

Me pasa igual. Y me pasó más o menos lo mismo en cuestión de amantes amadoras del celo universal y retrospectivo. Y escribí menos, no sé bien por qué, porque también follaba menos. Tenía más tiempo para leer y leía menos, y tenía más tiempo para escribir y lo hacía menos, escribir, digo. Pero cuando alguien gravita en torno a ti, con sus celos, con sus pasiones, con sus agravios comparativos, la cosa, tu cosa, nuestra cosa, tira mucho menos. Así que lo único que no bajó en intensidad y no ponía en jaque a los celos de una o de la otra, eran las pajas con ninguna. Yo maniobraba y mi cabeza inventaba historias con la vecina, por ejemplo, o con la masajista del último masaje terapéutico, o con la representante última del círculo de lectores que vino a visitarme y que casi consigue volver a hacerme socio vitalicio. Pero yo te leo con cariño, eh, y con admiración, no vayas a creerte, pero también me divierto con los comentarios que te dejan. Ahí, en ellos, hay muchos ingredientes que servirían para guisar un buen relato. Sí.

También tengo mucho que contar. Hablo en futuro porque sé que algún día caerán mis vergüenzas en racimos capitulados. Cuando alguien=alguna me dice que si recuerdo a éste o a aquél, siempre recupero la ficha mental. Creo que tenemos un archivador para esos casos. Eso sí, antes creía que sólo lo tenían ciertas personas, sobretodo del universo femenino, pero ya ves, no somos una excepción, también nosotros tenemos un archivador que dispone o recupera rápido la ficha de un pájaro, de un pollo o de un bichejo de esos.
Hay gente que le tiene miedo a la soledad. Yo no. Y que no sabe vivir sola. Yo no. Pero sí es cierto que cada vez paso menos tiempo solo porque la soledad, pese a ser una buena compañera, no me dice mucho ni ameniza mis cafés ni amenaza mis enredados tiempos muertos.

Y hasta aquí. Punto. Me has dado letras para un par de sopas o, en su defecto perfecto, para dos cafés. Qué bien me has sentado. Fíjate que últimamente (vaya gilipollez, ahora vas a pensar tú cuándo te escribo o cuándo no o cuándo te leo o cuándo no…) te leo en domingo, antes de escribir yo o antes de seguir con mis rutinas dominicales. Pues eso, que un abrazo enorme y agradecido.

Pd. Perdona estos comentarios así, sucios (el móvil y el corrector hacen que escribar más mal que bien) abruptos o vomitados o cómo sea que son, podría sentarme y escribir desde casa, en el portátil, pero hacerlo aquí, ahora, entre cafés, tiene su qué. Supongo que leerte y escribirte responde a una especie de necesidad inmediata…

Un abrazo, amigo (amigo o similar, o compañero de letras, o cosas así...)
Verónica Calvo ha dicho que…
Si no fuera porque trabaja pensaría que es una conocida mía.
Hay muchas historias así porque hay mucha soledad, depresión escondida sin diagnosticar la mayoría de veces y todo lo que deriva de falta de autoestima etc. porque de otra manera nadie pasa por estas situaciones.
Es fácil opinar y dar caña, pero hay un vacío enorme en quienes no salen del bucle nocivo.

Y sí. Aquel encontró a alguien que quería ser comido y todo se hizo escrupulosamente dentro de un vacío legal.
El la red no es sencillo encontrar buenos compañeros de viaje porque tras un nick puede haber mucha sordidez.
Nada que no sepas :)

Abrazo.
Sergio ha dicho que…
María: no te preocupes. Pasé el fin de semana por ahí, en otras preocupaciones. Espero que te haya ido bien. Y claro que no me importa. Un besazo.

Reltih: Muchas personas y hasta podemos ser nosotros en algún momento si la carne flaquea. Mejor ser conscientes de lo que hacemos. Un abrazo.

Verónica: Tienes una amiga así. Eso es porque hay mucha gente en ese trance. No es la única que me ha llegado con un problema similar. Ni el único, entre los hombres también. En estos últimos es cierto que esa depresión se diagnostica menos porque son-somos más reservados. Pero es lo mismo, falta de autoestima y etcétera, ya sabes.
Soy consciente de que ese bucle puede caerle a cualquiera.
Un fuerte abrazo, Verónica.
Sergio ha dicho que…
Mario: Por tu primer párrafo ya sé que vienes del otro post. Que vas retomando. Y vaya retome. Si además has entrado en los del bibliotecario algo habrá por ahí para ti. Pero ya en el modo práctico, lecturas que te pueden interesar. A ver si me acuerdo de alguna que se adapte a tu perfil. Aunque imagino que no leerás siempre a Bukowski, etc. De todas formas ya ves que intento explicar el estilo del libro y a quién puede gustarle para que luego no haya sorpresas. No creo mucho en la crítica. Demasiado subjetiva.
Yo en la época de aquella amante escribía. Lo de lo post no me costaba mucho en aquella época. Con menos vergüenza escribía a la velocidad del pensamiento. Es ahora que pasan menos cosas y al menos en el blog hay menos entradas. Aunque al margen del blog escribo de todo. Tú escribías menos porque tu relación era más satisfactoria tal vez y tenías menos angustias que plasmar. Esto de los que escribimos es puro psicoanálisis. Le damos a la tecla para sacudirnos inquietudes y hasta estrés.
Sobre los comentarios que me dejan son la salsa del plato. A veces solo me apetece escribir para leer algunos de estos. Cuando piensas que no te van a sorprender lo hacen, lo haces.
Es difícil responderles porque a veces no hay nada que añadir. Pero aún así lo hago, ya ves.
Lo de contar las vergüenzas está interesando mucho. Ove Knausgard está teniendo mucho éxito con eso y ha abierto la lata para otros escritores que nos están explicando su sistema de alcantarillado. A mí me cuesta pero no puedo poner siempre mi mejor lado. No ayuda a nadie. Creo que suele ayudar más lo malo que haces o te sucede o tus errores. Se aprende más del lado oscuro, por desgracia. Así que tendré que hacer algo con eso. Y apechugar con las merecidas broncas en píldoras de comentarios. La autocrítica es difícil pero necesaria.
Yo también tolero muy bien la soledad. Tanto que vivo mejor en ella que sin ella. Aunque mi ideal es un punto medio.
Tus comentarios no tienen nada que perdonar. Son mejores los tuyos con móvil que los míos con PC. Hasta el próximo Domingo que me leas al ritmo de la cafeína. Un fuerte abrazo
Dorotea Hyde ha dicho que…
Viví una historia parecida, con la diferencia de que nunca supe si realmente tenía a otra/o/s. Al principio a mí me convenía, así que todo era estupendo, pero un día me harté. De pronto empezaron las excusas para no tener ni siquiera esos dos polvos al año, y lo dejé. A algunos les doy pena porque estoy sola, pero no tener miedo a la soledad te permite romper con cosas que en realidad no quieres o no son buenas para ti. Es tan terrible la soledad no deseada, te hace estar atada a este tipo de relaciones basadas... yo qué se en qué: en el poder, en la sumisión... Y sí, en internet encuentras de todo, pero encontrar buenas personas a veces es difícil, justo como en la vida real.
Un abrazo
Sergio ha dicho que…
Dorotea: ¿Ves? Por eso decía que este asunto es más común de lo que parece. A pesar de que el tono que le doy es el de siempre, no me tomo a mi amiga como una tonta. Creo que este es uno de los casos más comunes de pareja que no debería estar junta pero continua(es un decir) por motivos poco recomendables. De hecho hay muchas parejas que siguen años y años y no hay más mérito en esa duración que el miedo a separarse de una de las dos partes. Una cosa es ceder algo y otra someterse al otro. Cuando el uno anula al otro-a ya tenemos una pareja que no debería existir. La soledad no es tan mala. Y más teniendo en cuenta que no es irreversible ni para siempre si no se quiere. Un abrazo
Dorotea Hyde ha dicho que…
Completamente de acuerdo contigo, S. He contado mi caso personal porque es muy parecido al de tu amiga: un amante o follamigo de dos polvos al año, siempre cuando quiere una de las partes (y que sea siempre la misma parte no es casualidad). Pero esa dependencia y el no romper por miedo a estar sola/o, miedo a volver a empezar, miedo al qué dirán (oh, sí, todavía hay de eso), es muy muy frecuente también entre parejas asentadas. Y bien triste que es verlas saliendo por ahí y que no se dirijan la palabra mientras toman un café.
Pilar Abalorios ha dicho que…
¿Recuerdas esa película americana repetida hasta la saciedad en la que cuando la chica/o sabe que al chico/a le gusta, lo mira con otros ojitos?
Bueno, la base de media comedia de Shakespeare "Mucho ruido y...".
Pues en el fondo es un poco así, quieres a quien te quiere, aunque el "querer" sea de tan pésima calidad o al menos tan desequilibrado. Creo que les pasa igual a ellas que a ellos, aunque los últimos lo cuenten menos o de otro modo.
Quizás necesitamos recordar que si no te quieres tú...pero cada día antes y después del café.
Pasa buen fin de semana.
Sergio ha dicho que…
Sí, la ciencia ya ha confirmado que quieres a quien te quiere. Y si te quieren bien no pasa nada. Todo va bien. O si te quieren para algo mas que para usarte y tirarte. Claro que esto último no es querer.
Está claro, Pilar.El o la que se quiere no lo pasa tan mal. Aunque no siempre sea fácil quererse todo el tiempo. Besos

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