Autores airados
Recibo un mensaje de una comentarista habitual de mis blogs
para que le borre un comentario suyo antiguo. “Que luego me explica”, asegura. Y lo hace en cuanto le comunico que
su comentario ha pasado a mejor vida. Ahora sólo hay un vacío en el post que
dice que ese comentario ha sido eliminado por un administrador del blog. Bien.
Esos comentarios cortados siempre nos hacen soñar con lo que debe haber detrás.
En este caso resuelvo el caso aquí mismo.
Resulta que mi amiga bloguera ha tenido un problemilla.
No hace demasiado tiempo hizo la reseña de un libro en un
reconocido lugar de reseñas. Se puntúan libros con estrellas y si te animas,
escribes un comentario. Ella lo hizo con bastante respeto, la verdad. El libro
no le había gustado por un problema con la simplicidad de sus conflictos pero
alababa la imaginería de recrear un mundo particular como el de la autora. Nada
más. Todo perfectamente respetable. Pero la sorpresa le llega cuando la autora
se registra para puntuar el libro con cinco estrellas y soltarle un largo
párrafo intentando que cambie su actitud negativa. Argumenta que un reputado
psicólogo que conoce ella y a los demás no nos importa ha puesto el libro por
las nubes (yo ni siquiera creo en la psicología, la mayoría de los que he
conocido no están muy finos, lo siento por los que sí). Pero mi amiga, como es
lógico, le responde que sí, que está bien pero que no puede cambiar su
impresión sobre el libro, que lo que sintió leyéndolo sigue ahí. Que su crítica
seguirá sin pasar de dos estrellas. También imagino que si tienes un mínimo de
carácter no vas a decir que te gusta lo que te disgusta solo porque alguien
interesado en el asunto te lo exija.
Pero la autora se pone salvaje y empieza a pedir que si
alguien tiene opiniones negativas sobre un libro que se las guarde, que puede tirar
por tierra el trabajo de un autor-a, su modo de vida y blah, blah, blah. Como
le dice otro comentarista en el foro que se abre, esa señora solo quiere que
exista el pensamiento único, el “buenismo”. Pero no acaba ahí su aventura.
La autora, cada vez más desatada y al parecer con enormes
cantidades de tiempo libre, se desplaza hasta otro foro buscando la sangre de
mi amiga, en este caso una página de bookcrossing dónde la localiza in
fraganti, desfogándose de lo que le ha pasado. Allí pide a los administradores
que pongan orden porque se está fomentando el odio hacia su libro. Claro,
cuando lees debajo de una crítica moderada a su historia que la autora te
censura por opinar libremente la gente se molesta. Será que a nadie le gusta
ser dirigido-a. Y los lectores están diciendo que sus libros no se los van a
comprar de ningún modo. Pero esto lo ha provocado su actitud, no la crítica de
la bloguera. Hay formas de responder a una crítica mala que no te hundirán y
son estas:
-
Argumentar sobre lo que te critican, por qué lo
hiciste así pero respetar al que te ha criticado mal si no te ha insultado, no
forzarle a cambiar de opinión.
-
Aceptar la crítica sin más y asegurar que lo
tendrás en cuenta en el futuro (mi preferida).
-
Aceptar y agradecer que te hayan leído.
-
No decir nada.
Lo de acosar al que ha dicho algo que no te gusta provoca
más o menos lo contrario de lo que buscas.
Aunque mi amiga ha quitado los comentarios del foro de
bookcrossing (innecesariamente, dudo que la ley te pueda meter una cadena perpetua
porque no te haya gustado un libro) en el foro de la página de críticas han
florecido montones de comentarios de gente que asegura que la actitud de la
autora es intolerable. Tanto que esta ha borrado sus comentarios. Le ha salido
el tiro por la culata. Ya dice bien uno de los comentarios, que esta señora
necesita un buen community manager. Su carácter le ha hecho daño a su obra. Es
como los padres que a fuerza de defender las barbaridades de sus hijos quedan
mal ellos mismos y a sus hijos se les tolera todavía menos.
Es el mundo egocéntrico y narcisista de muchos autores.
Una de las primeras veces que “disfruté” de la ira
inesperada de estos fue en una reunión de la biblioteca dónde trabajaba. Un
reconocido divulgador del tebeo español en general y la escuela Bruguera en
particular del que tengo un par de ensayos, hacía coloquios sobre un cómic. Uno
de esos clubs de biblioteca en los que comentas la lectura del mes. A mí me
invitaron porque trabajaba allí y sabían que me iba el tema (el director).
En un aparte del debate, el entendido dijo que sólo en
España se había dado una rebelión de autores contra su propia empresa que les
oprimía (la escapada de Vázquez y otros de Bruguera para fundar su propia
empresa que acabó en fracaso allá por los sesenta). Yo recordé y expliqué que
en América autores de Marvel y DC le hicieron un corte de mangas a estas
empresas fundando la independiente Image. Y vi que varios asistentes entendidos
reconocían la anécdota y asentían en silencio con la cabeza. Pues vaya, el que
no asintió fue el señor que allí era amo del debate. Como todos los de su
generación, debe andar por los sesenta años o más, piensa que en América sólo
hay fascismo y nada de allí puede ser bueno, leer algún cómic de allí es cómo
dejarte tentar por el demonio. Su comentario fue tan cortante como hiriente
porque cuando iba a continuar con lo que decía me paró en seco:
-
Aquí el que está hablando soy yo, ¿Me puedes
dejar seguir con lo que estoy explicando?
Como si yo hablase mucho en las reuniones. No había dicho nada
en toda una hora de charla. Pero claro, lo que dije no le sentó bien. Y así
puso punto final al asunto.
He leído en otros foros de un famoso crítico de cómics al
que conozco, todo un influencer de
las viñetas, que le denunciaron por atacar el dibujo de un compatriota español
que dibuja superhéroes. El autor se puso como una moto y quiso ganar el paraíso
de las buenas críticas cerrando la boca de los que no disfrutaban con su dibujo
(por cierto, una porquería). Y lo malo es que cuando te amenazan con juzgados
consiguen moderar los comentarios.
Yo no estoy defendiendo que entres como un troll a insultar
a nadie. Pero opinar de forma razonada sobre un libro o lo que quieras no
debería ser perseguido de este modo.
Tengo más historias de autores brutales. Conozco a un
autopublicado que es una mala bestia, si no he contado nada de él por aquí
antes es porque me avergüenza esa vieja historia que me sucedió hace dos o tres
años ya.
Pero de momento ahí queda.
Casi siempre, lo mejor de los escritores son sus libros.
Para todo lo demás, quedad con personas. Y si os hacéis escritores o escritoras
de éxito (ya conozco a varios-as de vosotros que dais la talla), no dejéis que
se os meta el virus dentro. Por fa.
Comentarios
Y es que me estas recordando algo que me pasó entre la tarde de ayer y las primeras horas de la madrugada
A una persona que conozco, aprecio, es más quiero y mucho, aunque por circunstancias yo no esté visible ( mas de lo mismo, me cansé de ser carnaza por decir lo que pienso , y no por esa persona si no por sus "fanáticas seguidoras, amigas, cómplices, o como se le quiera llamar )le envié un mail , solo , insisto solo para comentarle que tenía un error en una publicación, una nimiedad, es verdad, pero como yo aprecio bien a esa personita, pues al verla avisé, porque a veces me cuelgo medallas en la trastienda , si señor, porque cuido a los que quiero... solo eso . Ese error estoy mas que convencida que si lo vieron mas personas, pero claro es mejor callar ! y aplaudir sin más
Ok hasta ahí bien
Recibo un correo, con un tono que ya ni sé , como si yo fuese un bicho, por solamente ver los defectos! y va y busca algún error mío ( que tengo muchos xk escribo a pelo) y tu bien sabes que a veces las letras bailan solas jajaja
Ok
lo corrijo y le doy las gracias
claro que su falta , a pesar de haberme dicho que ya estaba lista, después de unos cuantos e-mails (10 minino) sigue ahí
conclusión , propia a veces es mejor callar porque encima te dan de leches por todos lados
un beso y de nuevo disculpa me voy a saber donde
un abrazo a tu amiga comentarista
y si detrás de un comentario borrado hay mucha tela .. jajajaaaaaaaaaaa
Vale, no nos gusta recibir una mala opinión, pero hay que saber templar y asimilar. De todo se aprende, aunque no tengan razón a veces.
Del ego de escritores estoy saturada y anestesiada. Y de amenazas, ni te digo. Pasa que en este país oímos "tribunales" y a temblar, cuando no es tan sencillo. Efectivamente, nadie ha sido denunciado por dar su opinión sobre un libro.
Y como bien dices, siempre es de agradecer que te lean, aunque no hayas gustado.
Un abrazo, Sergio, muy interesante esta entrada.
Un abrazo, S.
pd/ la falta sigue ahí ( supongo que por terquedad y/o orgullo, y yo me son-río
:-)
buen inicio de semana ,
besos
Sobre las amenazas las recibes tú como autora pero hasta los blogueros y blogueras aficionados las recibimos. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
ABRAZOS
Quizás tu obra sea buena, quizás les guste a muchos, a la crítica sesuda y a millones de personas, pero no tiene porque gustarme a mí y desde luego no puedes/debes impedir que opine, eso sí con respeto porque al fin y al cabo nadie me obligó a leerlo.
Curiosa esta coincidencia de temática sobre autores superlativos.
besos
Cierto lo de la coincidencia. Ayer lo pensé mientras te leía lo del Javi Marías. Si es que no paran de llamar la atención como los críos cuando no les haces caso. Besos
Deberías contarme por privado más de esa autora que no admite una crítica. Leeré su obra y obraré consecuentemente a la hora de emitir un comentario. Eso sí, puedo poner la mano en el fuego y el café ardiente a que se gana mi comentario sobre la flojera de su arte narrativo y académico. Algo me dice de antemano que coincidiría con esa amiga tuya que ha tenido que borrar un comentario. Yo, de verdad de la buena, no lo hubiera borrado. Es más, si me pasa a mí, le dedico un relato de los míos, con poca gloria y sin pena alguna.
Por cierto, con mis comentarios puedes hacer lo que quieras, eh, faltaría más... para hacer sitio a otros... (sonrisa)
Un abrazo, Sergio. Voy a por otra entrada tuya. Hoy estoy de regreso por aquí. En Asturas, gracias a no sé quién, acompañaba el frío, o lo combatía, yendo y viniendo, bebiendo y escanciando sidra. Sí. También café. También lecturas ajenas.
Nos leemos.