Tóxicos humanos




Dos buenos meses. Uno de vacaciones propias y otro en el que las vacaciones se las había tomando Fernando. Noté que incluso volviendo al trabajo me sentía relajado, despreocupado, dormía mejor. Es increíble lo que una persona tóxica puede hacer en tu vida. Pero era cierto. No temía que me llamase a cualquier hora del día para pedirme un cambio en el horario y luego un recontracambio porque el primero no le había gustado y aún otro porque su cabeza funciona dando más saltos que la de un batracio. Sin tener que aguantar sus desvaríos sobre lo bien que trabaja él y lo mal que lo hace el resto del mundo. Sin tener que desconectar finalmente hastiado el teléfono.
Pero está a punto de volver. Y empiezo a pensar en coger un virus que me aparte unos días de esa cruz. Después de dos meses sin ese grano en el culo no me apetece volver a sentirlo. Quiero unos días de gracia más sin esa persona obsesivo-compulsiva y con un poco de paranoia que siempre me dice que los jefes nos envían trabajadores que vienen a espiarnos para quitarnos el trabajo. ¿Por qué? No lo sé. Sólo él sabe por qué los jefes nos odian tanto y a qué jefes se refiere porque el único superior con el que tratamos ahora es un encargadillo que me suele dar el día libre cuando se lo pido.
Estoy con un amigo y le pregunto:

-      ¿Cómo podría coger una gripe o algo que me deje en cama una semanita? Pago bien por un buen virus que me envíe urgentemente a la seguridad social.

-      A ti te gusta la poesía. Eso es que eres moñas. Tengo un amigo que está hecho polvo esta semana con un trancazo enorme. Pégale un morreo. Eso sí. Es un gordo barbudo bastante sucio. ¿Te va?

-      Elegir entre una semana con Fernando y un gordo barbudo y sucio. No hay color. Preséntame al gordo. ¿Le llevo flores?


Cuando aparcamos el humor masculino grosero habitual mi amigo me explica que conocía a un tipo al que la persona tóxica se le había encarnado en el jefe. Y el tipo era poderoso. Le hacía la vida imposible a él y a todo el mundo porque era de estas personas a las que el poder les vuelve sádicos o son sádicos porque pueden. Como trabajaba en un lugar cara al público y que requería altas medidas higiénicas porque se hablaba mucho por las redes sociales de ese lugar, su conocido introdujo una rata muerta en un lugar bien visible, la fotografió y la colgó en esas redes sociales. Y la responsabilidad de que no hubiera ratas ni nada así era del jefecillo así que no tardó ni una semana en ser requerido por peces más gordos que él y ser destituido. Un plan maquiavélico que demuestra que no hay enemigo pequeño. A veces David contra Goliath existe. Aunque David debe ser muy cabroncete.
Pero si la moraleja es que haga de planificador en la sombra me va mal.
Dicen que la infancia nos marca la vida adulta. Como pedagogo creo fervientemente en eso. Y hasta lo siento. El código moral de los tebeos de superhéroes me marcó más que la tradición judeocristiana en la que vivimos (nos guste o no incluso a los ateos). Los superhéroes no hacen ese tipo de planes en la sombra. Esos son para los supervillanos. Spiderman o Superman van con la verdad por delante. Bueno, Spiderman un poco menos que lleva máscara.

-      Pues no te queda otra. Voy llamando al gordo. Tendrás que besarlo. Y con lengua. Ahora los superhéroes también son moñas. ¿No?

Sí, pienso. ¿Pero qué harían ellos en mi lugar?
Cuando llego a casa enciendo temeroso el móvil y tengo siete llamadas y cinco mensajes. Fernando me pregunta qué horario tengo. Si le puedo cambiar el día por una comida con sus suegros para el diecisiete de Noviembre. Me pregunta si el nuevo ha limpiado. Escucho su voz dando explicaciones absurdas que no necesito, sus monólogos aburridos y repetitivos… Reinicio mi depresión post vacacional cuando llevo más de un mes trabajando. Esto es como empezar de nuevo.
Sí, qué narices hacen esos superhéroes que no planifican rastreramente en la sombra.
Por lo que sé le pegan un puñetazo al malo, lo envuelven en red o lo atan a una farola y se lo entregan a la policía.
Creo que voy a dejar los cómics un tiempo. También recuerdo que en la adolescencia me dio mucho por el marqués de Sade. A ver si aquí encuentro ideas más satisfactorias.


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