Historias del "nuevo" mundo

 


La ciudad me recibió cargada de consignas políticas. "Tenemos que luchar hoy para tener un futuro mañana", "sin lucha no hay victoria", la hoz y el martillo impresionados sobre algunas paredes... Casi me daban dolor de estómago. Todo escrito por jóvenes que no sabían nada de historia. Se supone que ellos deberían pensar en el futuro y no reproducir un pasado tan rancio y demostradamente fallido. Como persona que escribe no soy ni de derechas ni de izquierdas. La derecha es excesivamente inhumana y la izquierda es ingenuamente humana. Seguramente me situaría en algún lugar del centro político pero no encuentro partidos así, sólo algunos que se acercan. Voto porque lo contrario es pedir que me tiranicen y el mal menor se crezca. Entre una democracia con gente que vota por impulsos y una tiranía donde solo habla uno, me quedo con lo primero aunque no sea lo ideal. Pero ver a los jóvenes quemar la ciudad por un futuro me hace torcer el gesto. El futuro de ellos ya lo predijo algún sabio y se lo puedo vaticinar desde ahora: "envejecer y morir". Como el de todos.

Yo iba a trabajar. Me senté en un banco porque no quería ver el rostro de mi compañero y mi zulo má minutos de los que me pagan por hacerlo. Eran las seis y treinta. A esa hora y después de las manifestaciones Barcelona sólo enseñaba a sus numerosos sintecho durmiendo y mucha basura por las calles con sus recipientes, ya lo he comentado, quemados. Miré un momento mi libro. Un Jonathan Coe hablando de una Inglaterra dividida por dos corrientes de pensamiento opuestas y radicalmente enfrentadas que al no ponerse de acuerdo destruyen la tierra que dicen amar. Increíble. Ni los ingleses se escapan ya de la tontería de la división y la consiguiente autodestrucción. De la muerte por no entendimiento. De la guerra civil de las redes sociales.

Se me acercó un tipo no mayor de veinte. Con una bandera independentista y sin mascarilla. Me molestó más lo segundo que lo primero. Aunque ambas expresiones de pensamiento me molesten la primera tiene algunos ejemplares tan respetables como puedo serlo yo. Antes de darme cuenta se me acercó para abrazarme dicendo torpemente algo como Barça, Barça o independencia... Pero el tipo no sabía que el Barça no es independentista de momento, que a mí el futbol... vale, pero me da un poco igual, que yo la independencia la veo como otra excusa para esconder corruptelas de otro cariz(por ambos bandos), que yo... Daba igual. Le daba igual lo que pensase. El tipo en el fondo iba disfrazado. Porque no creía en lo que decía. Ni siquiera sabía lo que significaba. Él iba a otra cosa.

De pronto le cambió el rostro. Ahora lo recuerdo pero la escena debió durar menos que un segundo. Me averguenza decirlo pero apenas le ví ponerme la mano en el cuello y arrancarme una cadena de plata que ni siquiera recordaba que estaba allí. Hacía más de veinte años que mi tía me la había regalado. Yo no quería llevar eso pero mi madre decía que la "cruz de caravaca" era beneficiosa para no sé qué superstición de esas a las que yo hace tiempo que no me adscribo, más o menos desde que tengo uso de razón. Antes de darme cuenta ví la espalda del tipo y me noté gritándole como un gilipollas que eso no valía nada. Con la certeza de que no le alcanzaría. ¿Con mi mochila a cuestas? Ni de coña. Y que de alcanzarlo podía darle una paliza o recibirla yo. A otro hombre es más fácil medirle la velocidad que la fuerza. Bueno, la fuerza se la puedes medir cuando a lo mejor sea tarde si no te interesa lo que encuentras.

Me quedé allí plantado. Humillante.

Uno de los vagabundos cercanos me preguntó que qué me había pasado. Se lo dije y meneó la cabeza gritando "hijo de puta" al aire y sumándose a mi causa.

La policía no estaba a mano. Sólo les veo para pedirle que se suban la mascarilla a los adultos, ni siquiera a los adolescentes a los que nunca he visto en grupo y protegidos. Para perseguir este tipo de chorizos por la ciudad no sé, tal vez, pero yo no lo he visto.

Perder la cadena me importó poco. Perder el buen humor y llegar enfurecido al trabajo ya sí me molestó algo más.

Me fuí para mi zulo a través de las consignas comunistas y la certeza de que los ladrones también me pueden robar a mí y no sólo a la gente en las notícias. Me recibió Fernando con su rollo de siempre:

¿Sabes que el nuevo no limpió el otro día?

Qué suerte tener batallas y preocupaciones tan mínimas como las de este compañero mío. Aunque su cerebro no parece dar para guerras de mayor enjundia.

Ni Fernando, ni los jóvenes, ni la gentuza, puede que ni el mundo con o sin pandemia. Nada parece cambiar. Todo sigue igual. Todas mis historias del viejo mundo no tienen nada de especial si las comparas con las de este. Nuevo o viejo esto es lo de siempre.

Y así quieren que tome partido por algo. Como si no lo hubiera hecho desde que era un niño. Yo leo. Ahí tenéis una opción a la que me sumo claramente. Lo demás es observar y no bajar la guardia por si te tienes que defender de ese prójimo que siempre te esta rastreando las mejillas.

Comentarios

Dorotea Hyde ha dicho que…
Qué asco, S. No sé si me da más rabia el que te haya robado o que lo haya hecho sin la maldita mascarilla. Apuesto a que la cadena no le da para comprarse una, pero aun así, decidió violentar a otra persona. Al menos estás bien y no te agredió.

A mí me parece que nada cambia, si acaso, los defectos viejos a peor.

Un abrazo.
Devoradora de libros ha dicho que…
¿Podría decirse que lo «menos malo» es que nada cambie? ¿Consuela algo pensar que podría haber sido peor?
Tienes razón... todo esto para qué.
Y Dorotea también la tiene, qué asco.

Besos.
Sergio ha dicho que…
Sí, todo lo del robo siempre es lo de menos. Lo de más son las sensaciones que deja, la desconfianza, el peligro de la falta de seguridad,etc. No quiero ni pensar en los asaltos con violencia o las violaciones. Lo mio es una anécdota minúscula. Y como aviso no está mal. Saludos, Dorotea
Sergio ha dicho que…
Gracias, Devoradora. Ese todo esto... siempre me viene a la cabeza. Por eso es el único título que no he cambiado en años. Porque me lo pregunto a menudo. Y nunca me parece una pregunta absurda. Besos
Dorotea Hyde ha dicho que…
Me fastidia tener razón en eso. :(

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