Entre páginas

 



Allí donde hay agua hay vida. Allí donde hay libros estoy yo. Puede ser por ejemplo una de esas tiendas de segunda mano. Un libro por tres euros, dos por cinco, cinco por diez. Para ser de letras los letreros de estos establecimientos incluyen bastantes matemáticas. El resumen es que son baratos. Los compran a veinte céntimos, eso también hay que decirlo.

Entre la biblioteca, mis compras en el Mercado de San Antonio, Amazon y mis librerías habituales tengo casi todo lo que quiero. Lo que ocurre es que en un lugar donde hay tantos libros también encontraré algo que no sabía que quería. Debo tener un problema. Si el mundo de la psicología me analiza el tiempo suficiente sacarán un nuevo síndrome. Pero de momento la compulsión lectora no está en el radar de los busca-trastornos.

En algunos de estos libros me encuentro con historias ajenas a la intención del autor. Entre sus páginas encuentro tickets de parking con el instante que alguien pagó para dejar su coche, una hoja que anunciaba un festival dominguero de los Salesianos de no sé dónde (no pude asistir porque hacía diez años que había pasado y porque no soy salesiano ni nada que se le parezca), una factura de un hotel en Berga, un teléfono al que estuve tentado de llamar hasta que le di la vuelta al papel y vi que alguien había escrito "callista" por detrás.... En un cómic me encontré a bolígrafo los datos de una niña casi treinta años atrás que había intentado subscribirse a la revista y al final todo se había quedado en nada. La googleé y ahora es una señora con dos hijos que se dedica al negocio inmobiliario. No tiene sentido que la llame para decirle que tengo un comic suyo de hace años. Le puede hacer ilusión pero también puede decirme que si sigo haciendo ese tipo de cosas alguien me acabará rociando con un spray anti-violadores en algún momento de mi vida. Estas historias alternativas que me cuentan los libros están bien en plan anécdota pero ahí se deben quedar.

Está también el punto de libros libres del mercado. La gente deja allí su literatura y tu dejas la tuya o la cambias gratis. Es muy difícil encontrar algo que me interese. Ahí sí lo tengo más complicado. La gente deja diccionarios, libros que les regalaron en el banco cuando los bancos regalaban libros(prehistoria), autoayuda, libros escolares, best-sellers caducos y en general lo que no quieren en su casa. Sólo algunos se lo toman en serio y dejan literatura de verdad así que también saqué algo de allí. Desde la pandemia intento no confiar en los prestamos de la biblioteca. Si me la cierran y tengo dos o tres meses de confinamiento con menos de quince libros por leer puedo entrar en crisis(ya he dicho que tengo un problema).

Me encontré alguna dirección, una felicitación de cumpleaños y el libro firmado (para Ana, ahora que ya eres mayor para leer esto: libro de Hemingway), una entrada de cine de la tercera parte de Terminator, otro nombre con apellidos que googleé y no me dio ningún resultado(lo que me demuestra que seres inexistentes y sin sustancia también se mueven entre nosotros, así no hay quien cotillee a gusto o ya me dirás para qué está internet si no) y también algunos libros nuevos y sin marca como si su dueño hubiese descubierto que tenía esa asquerosidad con letras en las estanterías y los hubiese llevado al mercado para deshacerse de esa inutilidad llamada libro que no pensaba abrir en su vida. Un libro virgen. Como los libros nuevos y su olor también me gustan puedo decir que ese día triunfé.

A mí en una biblioteca, en una ocasión, me llamó una trabajadora nada más verme. Quería enseñarme una fotografía. Me pareció muy raro. Luego al ver la fotografía no tanto. Aparecía yo junto con mis compañeros del cine donde había trabajado. Me la debía haber dejado en algún libro. O la había usado como punto. Usar objetos como punto de libro es un clásico. A tener en cuenta los que usan cosas tan gruesas y extremas como un móvil. Menos mal que en la biblioteca se me conoce bien y al verme en una fotografía no tardaron en localizarme a mí para devolvérmela. Aunque creo que la he vuelto a perder.

Así que busco interesado entre las páginas de los libros usados lo que me pueda encontrar. Pero no lo recomiendo. Los libros nuevos me siguen interesando más.

Nada me compensa de las páginas con insectos aplastados, migas de pan, manchas de café o de sustancias que evocan algo mucho peor. En ese sentido los de la biblioteca son los más proclives porque son los mas manoseados. Y además los más subrayados(aunque están poniendo coto a esa costumbre).

Estas anécdotas son parte de un mundo que también desaparecerá.

Al menos mientras los libros electrónicos sigan sin tener esta utilidad extra de archivo o agenda que tienen los libros de papel.



Comentarios

Devoradora de libros ha dicho que…
Es triste pensar que se puede acabar el mundo, pero más triste es pensar en un mundo sin libros.

Besos.
Sergio ha dicho que…
Besos desde el casi seguro otro confinamiento. Creo que he hecho bien acumulando libros.
Devoradora de libros ha dicho que…
Nunca es mala idea acumular libros 😉

Besos.
Dorotea Hyde ha dicho que…
Me encantan esas otras historias que cuentan los libros de segunda mano. En el último que compré había una dedicatoria que destilaba tanto rencor que creo que la dueña del libro se deshizo de él sin leerlo.

La historia de tu fotografía en un libro de la biblioteca me hizo mucha gracia. No te hace falta carnet. :)

Cruzo los dedos para que el mundo nunca deje de tener libros.

Besos.
Sergio ha dicho que…
Pues tu historia de la dedicatoria cargada de odio tampoco se queda atrás. Lo curioso es que esta semana me he encontrado anécdotas sobre dedicatorias así en una novela que estoy leyendo de Richard Ford. Las sincronicidades siempre están trabajando o jugando a lo suyo. Obviamente he leído la novela después de haber escrito esta entrada. Es como si la realidad también nos comentase los blogs. Saludos y cuídate.
Verónica Calvo ha dicho que…
Sergio, me identifico :D
Escuché que había un síndrome para quienes pasamos por delante de una librería y, aunque nos digamos que no vamos a entrar, acabamos succionados y recorriendo estanterías.
Hay libros que me han gustado tanto, que busco distintas ediciones. Me hice con una de Romeo y Julieta. Al llegar a casa, vi que tenía dedicatoria. Es esta y escrita a rotulador rosa:
Para mi Romeo, Julieta.
Parece que el sino de los Romeos y las Julietas es no llegar a nada.
Curioso lo de tu foto, qué cosas te pasan.
En un libro de la biblioteca encontré en un margen un spoiler, ya les vale.

Abrazo.


Himawan Sant ha dicho que…
Debido al avance de la era digital, muchas editoriales de libros físicos están ahora fuera del negocio o han detenido la producción. Afortunadamente, todavía hay ediciones antiguas de librerías usadas y a menudo se obtiene información importante e interesante. Esto también pasó en mi país.
Saludos desde Indonesia.
Sergio ha dicho que…
Sabía que tendrías historias relacionadas con el mundo de los libros. Precisamente tú, Verónica. Las que me pones en tu comentario son oro en polvo para mí. Y tampoco sabía lo del síndrome pero ya ves que entraba en mis vaticinios. Aunque al menos soy consciente de que lo mío no es normal del todo. Eso puede servirme de atenuante.
Romeo y Julieta es un Shakespeare. Y eso merece una buena edición o varias.
Lo del spoiler es vandalismo puro. Lo raro es encontrarlo en un lugar así. Abrazos
Sergio ha dicho que…
¡Indonesia! Qué exótico desde la Barcelona que te saludo yo.
He leído que el libro en papel se resiste a desaparecer todavía. Existe un volumen de gente aún importante que no ha cedido el testigo al electrónico. Aunque las previsiones y esos cierres de editoriales de los que hablas también nos indican que a la larga todo esto acabará. Saludos.
Zhura ha dicho que…
Ostras!!! Yo soy lectora por devoción, pero debo decir que por el escaso tiempo libre que tengo y por el poco dinero que me sobra, me pasé al libro electrónico.
Con él consigo muchos más libros a costes más bajos y es lo que necesito porque se me iba la nómina en ellos.

Pero si es verdad, y me lo acabas de recordar que había todo un submundo en lo de coger prestado un libro de la biblioteca.
Toda mi infancia la he pasado entre sus paredes, algo que mi hijo nunca va a saber apreciar nunca.
Pero si que es verdad, que no hay nada que haga que me vuelva más Hulk que un libro subrayado, escrito o doblado.
Así que, es mucho más impersonal, lo sé, pero mantiene mi toc a raya.
Un abrazote
Recomenzar ha dicho que…
Como a vos te gustan los libros yo veo en Netflix los libros que leia.
Ahora veo imagenes
Antes la iomáagenes eran máas
un abrazo enorme
Maman Bohème ha dicho que…
Desde pequeña que tenía una manía con los libros que me regalaban o compraba. Los firmaba y ponía la fecha. Más adelante agarré otra manía, y escribía el párrafo o frase que más me había gustado del libro. Cuando me vine a Buenos Aires y regalé mis libros tuve que arrancar la primera página de todos ellos, porque me daba cosa que hubiera mi nombre y apellido ahí 🤦🏻‍♀️🙄.
Desde que estoy aquí, casi como un trauma no me he comprado ni un libro físico. Todos digitales. Pero este año pasado no sé el porqué me dio por empezar a comprar de nuevo algún libro en papel... nostalgia lo llaman...así que ahora tengo unos pocos...Igual, no quiero pasar de nuevo por la tortura de volver a dejarlos así que intento controlarme ...
Ah! Antes también los dejaba impolutos, sin subrayados ni nada (salvo lo de la frase). Ahora los subrayó y dejó notas. Quiero que el libro esté vivo.
Me encanta encontrar tesoros en librerías viejas o mercadillos...hasta de la basura he llegado a llevarme libros...🤭
Eres lo más escribiendo Sergio!!!!

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