Bestiario urbano III(el escritor)
Otro apunte sobre la gente que conozco superficialmente. Personas con las que me cruzo o de las que me hablan y que a mí me dan que escribir. No les juzgo casi nada. Sólo un par de segundos y luego les olvido.
Este es un amigo de mi amigo J. Me dijo que era escritor. Supongo que lo quiso poner en contacto conmigo porque era del barrio y porque a lo mejor, en su cabeza, quería ser el fundador de un nuevo café de escritores o un cenáculo de intelectuales que algún día le pagaríamos como mínimo las consumiciones. Fundamentalmente patatas bravas y una cerveza. J. no escribe pero me aporta ocasionalmente anécdotas e historias muy nutritivas.
Me dijo que me apuntase por Instagram a las redes sociales de su amigo "el escritor". Y nada especial. Había publicado tres libros. Uno con su dinero y los otros dos en editoriales que le habían comprado sus creaciones. Aunque lo cierto es que mirando las condiciones de esas editoriales está claro que eso era coedición pero no publicación(tenía que vender doscientos ejemplares antes de cobrar algo, eso era como pagarte tu mismo la primera edición de tus libros). Aún así, el tipo estaba hinchado de orgullo. En todas sus publicaciones de la red social se presentaba y despedía como A. D. Escritor. Está bien. Antes de que te definan los demás es mejor definirte tú mismo. Porque J. Lo llamaba el "manos de Hamster" debido a sus pequeños apéndices. Era curioso que además de escritor fuera masajista en paro. Siempre me he imaginado que los o las masajistas tienen más poder constrictor, una posibilidad de hacerte daño mas grande que esas inofensivas manitas del escritor.
Pero no parecía mal tipo. Me pareció que podía enseñarme algo sobre su experiencia con esas editoriales tan sospechosas a primera vista.
Lo único que me encontré en sus redes fueron decenas de mensajes sobre autoyuda. Casi todos aludían al miedo. A vencerlo, más bien. Es obvio lo que más le había preocupado a esa alma atormentada. Le pregunté a J. si le habían hecho bullying en el colegio. Tenía aspecto de haber albergado en su nuca un almacén de collejas.
Yo no le hice bullying, por eso seguimos siendo amigos, me dijo J. pero sí, algunos en clase... ya sabes como son los niños.
Sí, los niños y la gente en general. La crueldad en los niños es solo el principio. Luego aprenden a disimularla con apariencias pero sigue sin desaparecer. Si acaso se perfecciona, si se me permite la misantropía.
Poco me iba a aportar este contacto. Esos mensajes no eran para mí. Yo tengo miedo a muchas cosas, como todo el mundo, pero no tanto que se me amarguen los días o me paralicen. Y en cuanto a sus recomendaciones literarias todo eran Best Sellers conspiranoicos que no me iban. Literatura de aeropuerto. Me olvidé pronto de él. Aunque se me quedó en la mente la idea de que el tipo no tenía trabajo. Por si me enteraba de algo, pensé. Tal vez pudiera ayudarle. Al parecer su madre ya le había pedido ayuda a J. para que le consiguiera ocupación en el pasado. No había tenido mucha suerte más allá de siendo escritor. Ni tampoco siendo masajista. Seguía viviendo de mamá y papá a esas alturas.
Pasó un tiempo.
Le pregunté a J. qué tal le iba al escritor más eminente del barrio.
¡No me hables! El otro día le digo que tengo un trabajo donde le pagan casi mil seiscientos y por ocho horas al día y va el manos de hamster y me dice "Iría con gusto, de verdad, pero no puedo porque tengo que hacer el camino de Santiago este mismo mes". ¡Como si no pudiera hacerlo cuando le den vacaciones o lo que sea! ¡Pero si iba sólo! Todo el tiempo llorándome él o la madre para que les consiga algo y cuando me comprometo con una persona y le digo que conozco a alguien mira tú. No puedo hablar por nadie ni comprometerme por los demás. Siempre me fallan los que más me lloran todo el tiempo.
Así que hace poco lo ví en su muro. En una fotografía diciendo que había conseguido superar esa dura prueba a la que había sometido a su cuerpo y ya estaba en la Plaza del Obradoiro, triunfante. Que digo yo que si dedicase todo ese tiempo y esfuerzo de las excursiones a currar ya no tendría que tener a la madre llorándole a los amigos por una ocupación para su pobre hijo desempleado. ¡Pobre ella!
Uno de los mensajes del texto bajo la fotografía nos recordaba que debíamos "vencer nuestros miedos y superarnos un poco cada día".
Un anónimo con cuenta falsa le respondía:
Supera tú las tonterías que tienes en la cabeza y deja de vivir de tu madre y curra ya, gañán, que las excursiones no te dan de comer.
Llamé a J. para decirle que se le veía el plumero, que a ese comentario anónimo se le notaba mucho el autor, la rabia le estaba delatando la culpa.
¡Me da igual! Su madre me ha llamado otra vez. Que dice que su hijo no encuentra trabajo. Que si sé yo de alguien para colocarlo. Y ya puestos le busco un trabajo bueno, cuando al señor le vaya bien y no le pise una excursión y hablo con quien haga falta o me comprometo por un tío tan estable, maduro y formal como su hijo, no te jode.
Y el escritor siguió soñando en su castillo mientras tuvo padres que le pagaran la comida y le subvencionasen la autoedición.
Comentarios
Besos.
Saludos.
Al igual que tú y esto ya parece plaga de desagradecidos, a mí no solo me dejaron mal. Yo conseguí un trabajo y desde ese trabajo esa persona hizo lo posible por ponerse encima mío y hasta sacarme de este. Cría cuervos...
Seguro que habrá gente por ahí que sí responde pero si te fijas bien, la mayoría de la gente que conoces cuando dice que hay trabajo en su empresa también pide que no vayas de parte suya. A veces ofrecer un empleo puede no ayudar al pedigueño y hasta puede que pierdas tú el tuyo. Ese sería otro tema paralelo al que nos ocupa hoy. Saludos
Solo un buen escritor puede crear esta frase. Es buenísima!!!
Pues porque dejas claro que es un tío, porque algo parecido me pasó con una bloguera que no paraba de pedir ayuda para encontrar trabajo desde hacía años. Le pasé el teléfono de un buen curro (y muy bien pagado, como es el caso de lo que has escrito), y me dijo que ni la corría prisa ni nada, porque además cobraba una pensión. En fin.
Esas "editoriales" no son editoriales. Mejor editarse solito que colaborar con ellos para mantenerles el negocio sucio.
Y sobre el comentario del anónimo: si es que se acaba harto :D
Abrazo, Sergio.
Un abrazo, Verónica
Un abrazo desde el mar
Un abrazo.