De cuando la literatura compraba castillos


He pasado cientos de veces por ciertas calles de mi municipio camino de unos Multicines. A falta de cines me quedan los multi que me gustan menos porque también hay multiadolescentes pero no me queda otra. Y para lo que voy... Pero ese día vi a alguien con quién no me quería cruzar y cambié de calle. Sólo me desvié diez metros o menos de mi recorrido habitual. Y al cabo de dos minutos, me di cuenta de que esa calle no la conocía porque me encontré frente a un castillo. Por un momento me pareció una de esas historias de terror gótico donde el personaje aparece en un lugar en el que le sucederán una cantidad de hechos paranormales y extraños, escapará(con suerte) y luego, cuando vuelva, el lugar ya no existirá. A ver, no es que fuera un enorme castillo. Apenas dos plantas pero es que tenía de todo. Almenas, escudos, sillares en piedra... Era como la reducción de un castillo a edificio de dos plantas. Y estaba entre dos edificios normales de vecinos. Cualquiera de ellos podía dejar su ropa a secar en el balcón por la noche y saludar al fantasma con cadena del castillo de al lado. ¿Os imagináis vivir puerta con puerta con ese tipo de edificio medieval?

Es increíble cómo un giro pequeño en tu trayecto te puede llevar a un lugar totalmente inédito que estaba tan cerca de ti pero escondido por tu rutina y tu manía de ir siempre por el mismo camino. Porque ese castillo no había crecido de la noche a la mañana. Investigué por internet. Era de un librero que entre 1935 y 1945 lo había hecho construir con materiales del Eixample Barcelonés. Lo llamaban el castillo de la Pepa porque se lo hizo a una chica del mismo nombre de la que se había enamorado. Sí, creo recordar que hubo una época donde los hombres prometían castillos a sus princesas. De ahí lo de hacer castillos en el aire. Porque lo normal es que no cumplieran. Al menos si no eran reyes. Aunque esté señor cumplió. Aún siendo librero. ¡Librero! ¿Cuántos libreros se forrarán hoy hasta el punto de hacer viviendas tan espaciosas? Yo me los imagino más bien viviendo en cuartuchos de alquiler compartidos y sin baño privado. El negocio ha degenerado mucho. 

Este castillo se hizo por amor y se patrocinó con literatura. Es normal que me haya llamado la atención. Eso y lo que he comentado sobre los giros de la fortuna. Que un pequeño giro del timón te pueda llevar a lugares tan alejados de donde pensabas ir. Aunque yo luego volví a mi vida. Le hice una foto al castillo, seguí caminando hasta el cine y al girar otra esquina me encontré con la persona a la que estaba evitando. Eso también me pasa mucho. Que cuanto más intento evitar algo menos lo consigo. Da igual que me esconda detrás de la Edad Media o de lo que quiera. Como tenga un mal día no consigo escaparme.  


Comentarios

Devoradora de libros ha dicho que…
Qué sensación tan extraña ver el castillo ahí embutido entre dos edificios actuales. Parece que lo han encogido para que pudiera caber en ese hueco en concreto.
Menuda faena no poder evitar al final a la persona con la que no te querías cruzar, pero casi que le hubieras tenido que dar las gracias por haber descubierto el castillo.

Besos.
Sergio ha dicho que…
Sí, a veces pienso la cantidad de lugares que me estoy perdiendo y que están a sólo metros de por donde me muevo. Cuando vi ese castillo tardé casi un segundo en creer que estuviera tan cerca de mi casa y que fuera real.
Sobre no evitar personas donde vivo es difícil. Vamos al mismo centro comercial y solemos hacerlo en Domingo. Ni siquiera se les puede llamar encuentros casuales porque nuestro circuito nos lleva a esos encuentros. Aunque luego no es para tanto. Hablamos unos minutos, se ponen pesados, yo miro el reloj y con una excusa me largo. Besos
Joaquín Rodríguez ha dicho que…
Es hermoso y al mismo tiempo disonante. Me recuerda a esos cuentos tipo Narnia o Alicia en el País de las Maravillas en que cruzas una puerta, o caes a un pozo, o te metes a un armario, y entras a otro mundo donde quizá todo sea posible. Lo que me sorprende además de que la literatura diera para construir castillos (y no solo en el Aire) es el periodo de construcción, años que no parecen los más placidos para vivir de la venta de libros (1935 a 1945). En todo caso a veces hay que saber perderse y callejear para encontrar estos tesoros. Lo de que terminaras encontrándote con la persona que rehuías, me recuerda el cuento el gesto de la muerte, aquel que huye lejos rehuyendo a alquien para terminar encontrándose allí a donde fue
Sergio ha dicho que…
Un comentario tan erudito como el tuyo casi me deja mudo, Joaquín. Poco más que añadir. Pero coincidimos en la sorpresa que produce que un librero en aquella o en cualquier época, pero sobre todo en aquella pudiera construir un castillo(y sin embargo es real, busca Castillo de Blas en Hospitalet y verás que sí, ahí está). Sólo se me ocurre pensar que fuera un heredero de la alta burguesía catalana y tuviera otros negocios, un capital amasado en otros lugares como el textil que se llevaba mucho por esta zona. Aunque preferiría y me encantaría que los libros dieran para todo eso. Saludos
Verónica Calvo ha dicho que…
Me has sacado sonrisas y risas, gracias :)
Lo de los castillos en el aire este librero lo llevó a la realidad, qué tío: librero ganando pasta y con un espíritu propio del romanticismo con aire gótico.
Yo me topé con un castillo en mitad de un campo. No recuerdo dónde, pero con vistas a la autovía, bien pegadito. Cada vez que lo veía, la imaginación se disparaba.
También me pasa, que me escabullo cuando huyo de alguien, y acabo de frente. No estás solo en eso :)

Abrazo, Sergio.

Sergio ha dicho que…
Vaya, ahora resulta que tenemos castillos por cualquier lugar. Ya no va a tener mérito ni prometer verdaderos castillos en tierra, no en el aire, en tierra, que cualquiera los edifica. Eso sí, nunca nos dejan indiferentes. El romanticismo vino mucho después que la Edad Media pero estas moradas de piedra nos vuelven evocadores de todos modos. Un abrazo.
Sylvia ha dicho que…
Librero y con castillo... ¿cómo le iba a decir Pepa que no?
Yo también huyo a veces por no encontrarme en el supermercado del barrio a algunas vecinas. A veces lo consigo y otras no, depende del pasillo en el que me pillen. :)
CarlosMxAx ha dicho que…
Hermoso castillo, y me sorprende al igual que a ti, que un librero sea dueño de un castillo, imagino que la época ser librero era bien remunerado, etapa previa al internet.
Saludos
Sergio ha dicho que…
Como he dicho arriba sorprende incluso para la época así que podría venir de familia previamente adinerada pero quién sabe. No hay mucha más información disponible o no he sabido encontrarla. Saludos
Sergio ha dicho que…
Pues se me pasó por la cabeza pero no se indica lo que le dijo Pepa. Tú crees que sí pero el castillo pasó rápidamente a manos de una asociación religiosa y luego al Ayuntamiento que no sabe qué hacer con él. Si Pepa hubiese dicho sí a lo mejor se lo hubiese dejado en herencia a sus hijos. Creo que no hubo final feliz. Es mi teoría.

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