¿Alone, alone? No, you’re not alone

Hoy han despedido a un compañero de trabajo, a Mr P, ya mencionado en artículos anteriores. A la pésima noticia y a su efecto negativo se suma el hecho de que estamos a 30 de Diciembre y mañana termina el año. Se prepara la gran fiesta en la que todo el mundo o una buena parte de él gritará de alegría y saludará el nuevo año como si ese cambio de fecha significase más que el cambio de fecha aleatorio e igualmente arbitrario que se sucede cada día. Estas fechas tan alegres se lo ponen muy difícil a la gente triste. Son un recordatorio perfecto de que la alegría como el dinero, como el sexo o como el trabajo pueden ser un derecho pero ni mucho menos están al alcance de todo el mundo. Desde el blog de Mr. P, ese “Alone, Alone” tan pesimista en su concepción como lo está siendo en su última entrada, he sabido de su reacción: pesimismo, amago de depresión(aunque una depresión es algo más que la tristeza producida por un revés temporal), un solapado rencor hacia los de arriba por la forma en que lo han hecho y sobre todo hacia su suerte... Siempre la palabra suerte.

Yo le respondo con lo que siempre he creído: la suerte se la fabrica uno mismo. Al menos en un ochenta por ciento o en un noventa. Nada ocurre porque sí. Hay una acción nuestra que lo ha provocado anteriormente. Aunque no sepamos verla.

En este caso es cierto que se veía, se intuía que alguien iba ser despedido. Los trabajadores del cine no están en la más boyante de las empresas precisamente. Los ingresos en taquilla son cada año más escasos, los cines que se cierran más numerosos. El público no parece regenerarse por culpa de Internet, las televisiones por cable, la nueva cultura de la pantalla pequeña y el cerebro más pequeño todavía(con el debido respeto a los que sencillamente no van al cine porque no les gusta el sonido de la deglución de palomitas, de los móviles, de los alborotadores…), los precios más caros en Barcelona que en el resto de España… Se veía venir que el año nuevo y previendo la sequía de espectadores para Enero, más entregados a escalar cuestas(la de Enero es dura) que a ver fotogramas, alguien sería expulsado del bonito grupo que habíamos formado. ¿Era Mr. P el eslabón más débil? Probablemente. En su blog asegura serlo. Y si crees que eres débil ya no puedes ser fuerte en modo alguno. Me gustaba decirle la frase de cierto comic del doctor Extraño para animarle: “Eres como el mendigo que pide limosna en el camino sin saber que está sentado sobre un cofre de oro”. Y es cierto. Creo en ello. El problema es que suena a libro de autoayuda y eso nunca funciona. Para convencerse de la frase más sencilla, una persona debe pensar a menudo en ella y no perderla de vista en ningún momento. Como en cierta obra de Shakespeare, yo también digo: “Si fuera capaz de seguir uno solo de los mil consejos que he dado en la vida, viviría feliz”.

Pero al final es la realidad la que enseña. Los reveses te cambian. Mr. P, como Bat Man, debería sentarse en el sillón de la Bat-Cueva y reflexionar sobre lo que ha hecho mal él y sobre lo que han hecho mal los demás(que de eso también hay mucho). Separar fríamente sus errores de los errores ajenos y no olvidar esta última experiencia en su siguiente trabajo. A los veintidós años no puedes dar por finalizada la partida. Ni siquiera a los cuarenta.

¿No te gustan los videojuegos Mr. P? Pues este Game Over sólo significa que tienes que empezar de cero pero ahora ya sabes como pasar el primer nivel: vigila que no parezcas débil aunque te sientas como si lo fueras, no ataques directamente a las serpientes(maldita señora L de los cojones) y vigila que las serpientes no te quiten nivel de fuerza hablando mal de ti a tus espaldas, no reconozcas tus debilidades frente a ningún jefe y sigue las reglas como si te fuera la vida en ello cuando estén delante… En fin, cada videojuego tiene sus trucos. A lo mejor eres el rey en otro en el que los demás no pasaríamos del primer obstáculo.

Sea como sea y aunque repita lo que dije en otro antiguo artículo sobre ti, me alegra haberte conocido y lo que me has enseñado. Volveremos a comer Sushi y a reírnos por los viejos tiempos que nunca fueron tan buenos como los recordamos.

Pero eso sí, nos cabrearemos mucho cuando recordemos esta fecha: ¿No podías perder tu trabajo en una época dónde la gente no tiene más ocupación que llenarse la boca de felicidades? A la mierda la Navidad y el año Nuevo. Sólo se celebra la felicidad de los felices y la miseria de los tristes para que los comercios hagan su Agosto en Diciembre.

En fin… Felices fiestas a todos e incluso a ti, Mr. P. Pero felices porque nos de la gana y no porque nos lo diga la televisión. ¿Sigue en pie lo de invitarme a jugar con la XBOX?

Comentarios

Imlaris ha dicho que…
Gran artículo, en tu linea Houellebecq. A ver si le dedicas ahora uno a Victor. Y bueno si mañana pasa lo peor, espero q tb publiques uno para mí.
Pase lo q pase fue un honor compartir las tardes con todos ustedes. FELIZ AÑO NUEVO.

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