Los profesionales del no
Los libertinos de las obras del marqués de Sade suelen defender mucho su modo de vida. Nos atacan con cientos de ejemplos de por qué es sano, bueno y divertido tener erecciones sodomizando niños y perros, torturando, asesinando… Todo aquello que nos sugieran las buenas costumbres es negativo para él. Su moral, de hecho, es como un negativo fotográfico de la moral de su época. Es la necesidad de llevar la contraria porque sí. Conozco muchos seguidores de la negación. Los punkies, los anarquistas, Ozymandias, Satanás, mi amigo Paco, Bart Simpson, yo cuando me duele una muela, mi sobrina(pero a ella se le disculpa porque los dos años son los de la negación según dicta la psicología infantil), los jefes, las tías demasiado buenas y abstemias… La negación es divertida y nos hace reír mucho cuando la vemos en la ficción. En las películas todos los actores con carisma suelen ser tíos desagradables que en la vida real no querríamos cruzarnos. Desde Jack Nicholson hasta Robert de Niro pasando por aquel tipo tan simpático de “La naranja mecánica”. El doctor House nos revienta de la risa con sus mamonadas y su llevar la contraria pero en mi trabajo ya hubiésemos votado entre todos para hablar con los encargados y que no le renovasen el contrato. A la puta calle con el borde.
Decir no de vez en cuando es ser un poco más libres. Hay libros de autoayuda que desde el título te incitan a saber decirlo. Y no se crean, eso es un arte. Hay gente que por educación no sabe decir otra cosa que sí. El sí suele ser más falso que el no. Todos hemos incurrido en ese error más producto de la cobardía que de la buena educación. Nos recuerdo a un compañero y a mí charlando animadamente con un cliente al que llamamos el croissant (por su musculatura) sobre su modo de cantar. Hace poco salió como freak en la televisión y todo el mundo pudo reírse de él en sus casas. Nosotros, cuando nos preguntó si cantaba bien, al menos yo se lo dije mirándole a los ojos, contesté que sí. Tampoco sabemos decirle que no entre a una sala que no le corresponde ni que no pase con un helado al cine. A veces, el “no” sólo lo empuñan los valientes.
Saber negarse a tiempo es cosa de cínicos o de héroes. En contadas ocasiones de ambos.
Volviendo al Marqués de Sade recuerdo que la última película que recuerdo sobre él (Quills) lo transformaba en “clown” saltarín y simpaticón y por supuesto en héroe de la libertad de expresión. Haciendo memoria y sin consultar lo mucho que he leído sobre él este caballero intentó violar y torturar a una sirvienta, tenía algunos huesos humanos en el jardín de su castillo, gustaba de la pederastía, el incesto, el robo, la mentira, el sadismo(de ahí su nombre, claro) y un largo etc. de conductas muy alternativas y rebeldes. Si bien es cierto que gran parte de sus crímenes solo sucedieron en sus páginas no es menos cierto que el tipo era cualquier cosa menos un héroe. Jeffrie Rush lo encarnó con muchas ganas. Es un buen actor y estos papeles se le dan. Si no fuese por el capitán Barbosa de sus piratas del Caribe la película bajaría muchos enteros. Pero el caso es que Sade no era un modelo a seguir. Ni siquiera lo es House. La forma en que se dirige a los enfermos hace que sus diagnósticos den más miedo que la enfermedad. Si el “no” es un arte sólo puede serlo cuando se usa en beneficio propio o ajeno sin perjuicio de nadie. Así que seguiremos disfrutando de todos esos alegres cabrones con los que el cine y la televisión nos bombardea. Sobre una pantalla me parecen inofensivos. Ya no quedarán simplones a lo Clark Kent o a lo Peter Parker(o por lo menos no gustarán tanto). Pero recemos por que el público no aprenda su código de conducta en estos “manuales” mediáticos. Es cierto que hay que aprender a decir no. Pero no es menos cierto que apenas servirá de algo si olvidas decir sí.
Comentarios
El no es una conquista, es cierto.Ahora hace falta averigüar si se consigue de un modo definitivo. Hay muchas formas de decir no. Hasta el más débil negador es todo un tirano con quien puede y con aquel al que tiene confianza y le dedica a su víctima todos los "noes" que no se atreve a dedicar en la calle al mundo que le intimida. este es un tema y un conflicto que al igual que el de ser maduro o no serlo, nunca se resuelve. Sólo se consiguen grados pero siempre hay un escalón más y las dudas de si después de todo se ha actuado con propiedad.