Mi bonito pueblo odiado



Ella me pone más que Jennifer López


En un lugar de Cataluña de cuyo nombre no quería ni acordarme fui profundamente infeliz. Era un pueblo costero, aparentemente alegre. Pero yo trabajaba allí. Y me aburría profundamente. Como el escritor Thomas Bernhardt, hubiese podido escribir obsesivos libros sobre lo que me desagradaba de ese lugar. Dónde otros eran felices en vacaciones yo me deshidrataba atendiéndoles. Estaba en una multisala. Tenía nueve razones para odiarla. El público era odioso. Muchos de los empleados no me eran mucho más simpáticos.

El lugar en el que vivo, una zona del cinturón de Barcelona, ya me parece un agujero infecto de cucarachas y ratas humanas que se mezclan con las de verdad. Odio a los niñatos y yo he sido transportado a uno de los infiernos de Dante plagado de estos (curiosamente también eran nueve los círculos del averno los que nos retrataba el italiano en su libro clásico). Pero de aquí puedo salir cuando quiera. Y en mi casa no siento que estoy en ningún lugar en concreto. A veces me imagino mirando por la ventana y viendo el Sena o el Big Ben de Londres. La realidad es que sólo veo al cabrón jubilado de mi vecino dando martillazos en el maletero de su coche a los objetos que se encuentra en la basura.

Pero en ese pueblo era distinto. Tenía que trabajar allí. Me sentía como Sean Penn en “Giro al infierno”, en un pueblo dónde todos eran personajes detestables empeñados en hacerle la vida imposible al protagonista. O como en “Las colinas tienen ojos”, “La matanza de Texas”, “10000 maníacos”… Atrapado en una pesadilla de terror rural. Incomprendido por el ambiente. Totalmente ajeno y lejano del prójimo más cercano. Constantemente amenazado.

Todos me parecían imbéciles. Sólo toleraba a los imbéciles amables. Los otros me amargaban los días.

Los compañeros eran en buena parte del lugar y en buena parte me parecían seguidores de la filosofía reinante: filosofía de la subnormalidad y el analfabetismo. Capaces de hacer una cuestión de estado de los líos de cualquier persona, de criticarla por sus gustos, de vomitar ante cualquier posibilidad de que el tema tratado fuese cultural o les hiciese pensar. Pocos se salvaban y yo me sentía condenado. No se pueden acumular tantos odios y seguir siendo feliz.

Una noche soñé que el pueblo se hundía por culpa de un gran tsunami. Veía sus calles bajo el agua y con los chalets de la montaña convertidos en primera línea de playa.

Creo que en ese sueño sonreí. Aunque yo era uno de los ahogados que flotaban por allí.

Pero ocurrió algo.

Ella y yo comenzamos a intimar.

Ella era de allí pero parecía de ningún sitio. Al principio no encontré las diferencias, tan ciego estaba. Luego, en las largas horas de aburrimiento y combatiéndolo con nuestras conversaciones fui apreciando detalles que nunca me había parecido verle.

Un día fui contento a trabajar.

Supongo que ese día ya estaba enamorado.

Ese día hice buena la frase de Lawrence Durrell en su “Cuarteto de Alejandría”: “Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes”.

Ahora preferiría que el Tsunami arrasase otro lugar. Si creyese en Dios le diría algo así como “¿Pero has visto que Sitges se parece a Sodoma y Gomorra? Si tienes pensada alguna desgracia pásate por allí. En este pueblo no se está tan mal. Hay mucho amor y eso. Definitivamente en Sitges te están retando”.

Eso le diría.

Porque ahora trabajo en el mejor de los pueblos y he aprendido a nadar para no ahogarme. O a estar con ella que es como mi flotador.

De momento y hasta el próximo hundimiento.

Comentarios

Nai ha dicho que…
Ultimamente estas muy amoroso eh...

Viniendo al hilo de tu post y del mío creo que echo más de menos lo que me hacían sentir esas personas que la ciudad en sí.
Lo bonito de las ciudades son lo que te hacen sentir.

Quiero viajar!!!

Beso!
Meryone ha dicho que…
a ella quería devolverle el comentario del otro día y no tiene donde (o no lo deja ver, que es lo mismo: soy respetuosa)

me alegra que te haya gustado el cuento de villiers. tiene esa atmósfera inquietante del "terror" light romántico que es el que tiene más encanto de todos... aunque las películas citadas me gustan...

ando estudiando relativamente bastante y tengo un amigo en casa, por eso no contesté antes

el ella era de allí pero parecía de ningún sitio te lo estoy robando... ese robo consiste en que lo citaré. siempre

ah!! y en cuestión de pintura, yo casi siempre prefiero desnudos a vestidos. aunque las telas de los prerrafaelistas son de quedarse con la boca abierta

un beso. y otro para ella, otra vez
Hugo ha dicho que…
tio, me ha encantado... sin coñas, de los mejores post que he leido, me ha encantado... enhorabuena, ojala escribiese y me pasase eso... que bonito es el mundo...
Elena ha dicho que…
A mí me pasa al revés.... siento un gran resentimiento por las ciudades (pueblos) natales de mis ex amores.
Será porque en el pueblo de Víctor sólo hay cabrones y putas...
Sí... será eso... Sin acritud...
Sergio ha dicho que…
No, Meryone, no tiene dónde. Ya le paso el saludo antes de irme por faena y coemnzar con la lectura de Lunes de los blogs actualizados. Y puedes robarme lo que quieras aunque en ese caso no sé si se puede considerar robo, claro.
Por cierto, Elena, después de un tiempo todos volvemos a recuperar el buen juicio y vemos el lugar como siempre lo hemos visto. Este pueblo sigue siendo odiado por mí aunque durante un tiempo me engañé con él. Lo odio...
Anónimo ha dicho que…
Cuando me preguntan: "¿cuál es tu actor favorito?", inmediatamente me inclino hacia el más guapo y contesto:"Sean Penn". Si, aunque se emperren en ponerle bigotillos denterosos.
Giro al infierno, si no fuese por los momentos en que volvía a visitar al mecánico y me reía tanto, me hizo sentir auténtica claustrofobia. Pobre hombre...

"...Y en mi casa no siento que estoy en ningún lugar en concreto...". Es lo que me ocurre a mí, pero en una especie de burbuja que me he fabricado a modo de esas que se han puesto de moda, para que uno se meta dentro y ruede por el mar, y que las alquilan en algunas playas.

Y como siempre dejo de comentar muchas cosas, tus relatos me hacen pensar demasiado Houllebecqu.
Meryone ha dicho que…
se te estiran las noches??

yo soy insomne de solemnidad, incluso cuando estoy tan cansada que no puedo leer (ayer, que al final no leí, pero me dieron las mil y muchas)

mi antología de vampiros es de gótica de valdemar, de estas grandes con papel cojonudo y del orden de 20 eurazos. 2005, si no me equivoco

y, por una vez, había 13 cuentos de vampiros en el mundo que yo no conocía

waterhouse y demás contemporáneos molan... mucho

y yo ando medio loca que llevo toda la mañana aquí y me queda toda la tarde...

besos
Anónimo ha dicho que…
Muy bueno ese final, me he reído mucho,
Una vez veranee en Sitges y ,si, es algo parecido a Sodoma y Gomorra pero con mucho estilo y buen gusto para los bares y restaurantes, pero sinceramente mi pareja y yo nos sentíamos un pelín fuera de sitio.
Hay que ver como el amor puede hacer que el entorno cambie para bien de la noche a la mañana.
Espero que no te moleste que te deje comentarios en antiguas entradas, a veces me quedo con las ganas y otras no me resisto como ayer y hoy.
Besos y feliz lo que queda de domingo
Sergio ha dicho que…
Aquí estoy hablando de una chica con la que pensaba que estaba salvándome de algo pero sólo me estaba hundiendo porque es la otra, la segunda dama de mi último post, mi error pasional por decirlo de algún modo.
En cuanto a lo de comentar post antiguos ya está bien. Hoy se ha juntado tu comentario con el de otra comentarista que también se ha ido para atrás. ¡Como he escrito tan poco últimamente! Besos y buen principio de semana

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