La sucia vida secreta de ciertas empresas
Tocaba seleccionar una nueva trabajadora que supliera a la anterior y hasta borrara su recuerdo o la injusticia de su despido. Una dejaba una tristeza y otra encontraría la “alegría” de trabajar en tiempos de crisis. La felicidad como la energía y el dinero, ni se crean ni se destruyen, ni se ganan ni se pierden, están de paso y se van alternando pero nunca todos lo tienen todo a la vez.
El desfile de candidatas que me tocó llevar desde la puerta hasta el despacho fue de tres. Las dos primeras gorditas y la última tirando a obesa. Por mí no había problema pero el gerente no solía seleccionar tanto por la ética como por la estética. No le importaba nada más allá de una tía buena. Independientemente de lo que estuviera escrito en su currículum. Y de la última supe algo. Me lo contó antes de irse.
Era buena o eso decía, cara al público. Lo había hecho toda la vida. En un bar propio durante años sin prácticamente otra ocupación que servir y servir y hasta llevando su relación amorosa en la barra del local o en las cocinas. Luego se le vino abajo el negocio y entró en una gasolinera. Allí descubrió que los atracos podían convertirse en algo rutinario. Cuando llegaban los niñatos insultantes, o los hambrientos de dinero gratis a punta de navaja con suerte y a punta de pistola con peor y temible fortuna, ella trataba de sortear tragedias mayores entregando el dinero (es lo que le recomendaba incluso la empresa, no querían trabajadores heroicos pero muertos por un dinero que estaba asegurado) y manejaba el problema no resistiéndose demasiado a él. Creo que me contó algo sobre el cristal reforzado del local pero en el que nunca confió y del que me aseguró que no detendría tanto como una bala, como mucho alguno de esos chimpancés ocasionales que sobre todo en domingo o lo Sábados por la noche llegaban borrachos y nunca con buenas intenciones lo golpeaban insistentemente.
Desde luego era ideal para el trabajo en un cine.
Lo nuestro era un juego de niños. Tenía que vender palomitas, nada más. No tenía anécdotas de ese tipo que contarle. Si acaso rebuscando en la experiencia de oídas. Pero nada tan salvaje. Alguna que otra pelea de acomodador contra cliente en primera persona y poco más. La estadística no era tan agresiva en este centro comercial y además había guardias de seguridad para manejar esos asuntos.
La chica se despidió amablemente y supe que era la última vez que la vería por allí.
El gerente salió mosqueado y murmurando que quién había seleccionado esos currículos, que quién le había traído esos perfiles de mujeres que no encajaban por gordas, que venden más las que mantienen su peso y que si no, a él por lo menos le gustaban más.
Yo, simple soldado de infantería en esos tiempos, hubiese preferido menos glamour en la barra y más trabajadoras que no faltasen cada dos por tres y me obligasen a echarles una mano. Y luego también está que no tengo nada contra los kilos ajenos, con llevar los míos en su sitio y siempre porque lo considero saludable ya me basta. Allá cada cual con su báscula. Yo he encontrado paraísos distintos pero igualmente interesantes en cuerpos grandes, medianos y pequeños.
Pero la ley no escrita porque no dejan oficializarla es que el físico es importante.
Ciertos escotes son más poderosos que el mejor y más perfecto currículo.
Y en el cine dónde trabajaba, la pequeña ley nazi no oficial es que gordas no, nunca.
El currículum es algo que debe servir sólo para que te llamen por teléfono si interesas.
Comentarios
En trabajos de cara al público valoran mucho el aspecto, pero nunca la eficiencia ni la amabilidad, dos detalles que valen todo. En el inem de mi zona hay una señora que siempre tiene un aspecto desaliñado. Es "vieja", fea, gorda... Y es mi empleada favorita. Nunca hay nada que se le resista; el trámite más raro te lo convierte en un paseo. Siempre amable, sonriente, consigue que asocies burocracia al paraíso. Y esa asociación es casi imposible. Me contó una vez un retazo de su vida, con depresión incorporada por el trato que recibía de la gente, que la menospreciaban...
Con la belleza pasa como con las lenguas folk; en vez de ser un plus que en caso de empate te dé la ventaja, se convierte en requisito imprescindible, frente a la experiencia, la preparación y la eficiencia. Alucinaría, si no fuera que lo vivo diariamente...
Yo desde mi punto de vista, lo veo todo un dilema, sería mejor que no se tuviera que poner foto en el curriculum.
Besoss!
Lo de que las guapas son tontas no tanto, son demasiado espabiladas.
Volvemos a donde casi, casi, conseguimos escapar.
Un beso
Seguro que muchas veces a muchos nos ha pasado, seguro que a todos nos han juzgado por nuestro aspecto.
Luego, a la hora de la verdad, hay de todo y con todos los envoltorios, como bien dices.
Saludos.
Que lamentable.
Bien narrado en esa pluma.
Abrazo desde Bs As.
No me gustaría trabajar para alguien que solo valorara a la persona por su envoltura...
Por cierto, menos mal que en el comentario has dicho lo de... (""Pero ojo, las cosas no son en blanco y negro. He encontrado bellas eficientes y menos bellas incompetentes"")
es que hay de todo y no es justo generalizar.
Te dejo algo que escribí un día en mi blog pero es solo mi opinión
Besos
http://todoesposiblememe.blogspot.com/2011/05/belleza.html
Liss: En su momento lo más triste que me pareció es que algo me decía que esa chica sacaría de la incompetencia el nivel genera del bar y de las palomitas y muchos saldríamos ganando. Pero que daba igual lo cualificada que estuviera. Por cierto, no sé si tiene nada que ver pero no hace falta ser Botero. He conocido algunos hombres fanáticos de los cuerpos gorditos (yo no les hago ascos, no son mi ideal pero alguna vez... me ha enamorado alguna como dije antes). Desde este blog y de vez en cuando intento atacar algún prejuicio. Tanto los míos como en este caso, los de otras personas.
eva-escort: Cierto. El tema de la edad también le preocupaba a mi encargado.Tengo más anécdotas sobre ese tema. Lo curioso es qu ene ciertos puestos de trabajo síse pide gente de más edad como no sé, el conserje de un inmueble. Me encanta la definición de cacique. Perfecta para ese gerente. Y perfecto también lo de que te lo dicen todo a la cara. Un buen retrato.
Del mismo modo que si vendo productos de belleza no contrataré a alguien objetivamente feo ni si vendo crece pelo contrataré a un calvo. En fin...que viva la demagogia literaturalizada.
besoss,
te sigo...
esterdelpozomerino.blogpsot
Si vas al cine y quieres palomitas las compras y si no no.Otra cosa es que quieras tirarle los trastos a la vendedora.¿Y de qué se queja el individuo? Si no quiere que vayan chicas obesas a las entrevistas que lo especifique en el anuncio.Que ponga "abstenerse gordas" o "Se busca chica estilizada y con buen parecido para vender palomitas (arduo trabajo que sólo puede ser desempeñado por mujeres hermosas,según él)".De verdad que no sé de qué se queja.Más de una se habrá marchado de la entrevista deseando introducirlo a él en la máquina para hacer los susodichas palomitas y ver cómo le estalla el ego,aunque sólo en sentido figurado claro está.
Luego está el tema del enchufismo en el mundo laboral que también daría para algún que otro post.
Interesante artículo.
Un saludo.
Peter.
Ellos las prefieren muy muy gordas,gordas,gordas,supergordas,
gordas,gordas y apretás.
Peter.
Esteer: Gracias, pasaré por ese enlace. Besos
Reconozco que a mí me gusta ver belleza. De hecho es en lo primero que me fijo. Porque muchas veces no da tiempo para más y porque a pesar del deseo expresado en sucesivas cartas a los Reyes Magos no tengo rayos X en los ojos ni telepatía que me permita ver ese hermoso interior del que habla todo el mundo...
De todas formas, la cuestión fundamental es si hay trato con ajenos (público) o no. Si no lo hay, que venga la fea o guapa competente. Si lo hay, habrá que buscar a la menos fea competente, porque la belleza es un valor más y sí, sirve para aplacar fieras, vender motos, sacar sonrisa al sieso, etc.
Particularmente creo que lo más importante de un buen compañero es que sea precisamente eso: bueno. Eso lleva aparejadas muchas otras virtudes en el trabajo: cumplidor, amable, generoso. Etc.
Lo normal son niveles medios (de ahí q se hable de "norma") y q la gente no provoque ataques al corazón al primer vistazo, ni por un lado ni por el otro.
Y puestos a hablar de equilibrios, yo puedo perdonar a un hijoputa q sabe chino y es un hacha en lo suyo (con dificultad), puedo perdonar a un cacho de pan algo torpe,... Pero no, nunca, de ninguna forma, a un cretino q además es inepto, aunque tenga un apariencia que quite el hipo o las tetas más perfectas que haya parido nadie.
"Los caballeros las prefieren hermosas, pero se casan con las más hermosas del grupo de las buenas".
rafarrojas dixit.
Todos sabemos lo que nos ocurre al priemr golpe de vista pero también sé lo que pasa después de cierto tiempo. Justo lo que te ocurre a tí cuando una guapa es demasiado tonta para ser aceptable.
Apuestas por los niveles medios y tal vez tengas razón. El caso es que yo he tenido una vida laboral sin esos niveles. Plena de desequilibrios a todos los niveles. Tal vez reflejo del desequilibrio de los que mandaban. Saludos.
UN ABRAZO
Me gusto tu blog, regreso con tu permiso,
saludos,
Reltih:Un abrazo, me imagino que en Colombia no debe ser muy distinta la meritocracia que en España.
Se te está llenando esto de Anónimos...
un abrazo hou.
Pero este problema no es simplemente de las empresas. Cuantos tios se fijan en chicas gorditas o rellenitas y cuantos en tias delgadas que rozan la enfermedad? el problema es de la socidad (una vez mas) no de las empresas simplemente.
Por cierto, que yo fui un tiempo taquillera en unos cines, y bueno... fui un auténtico desastre.
Solo hay que ver la tele para ver lo que nos dicen que debemos ser. Hay mucha gente gordita o fea? no... porque no es eso lo que queremos ser.
En este mundo civilizado el nacer feo ya es nacer con una losa sobre los hombros dificil de soportar. La vida es dura, pero así lo es mas todavía.
Y se supone que hay leyes para evitar este tipo de discriminaciones, pero está visto que no sirven para nada.
Excelente post!!!!
Besos mágicos