¿Hay violencia más allá de Can Vies?
Llovía. El hijo de mi vecino me
miraba mal, intensamente mal, como buscando lance. Yo me reí, sacudí la cabeza
y le dije “gilipollas”. Él me llamó imbécil. Hasta aquí seguimos el protocolo
habitual, ya sabéis. Pero algo pasaba. El día anterior mi compañera estaba
harta por el ruido de una radial de buena madrugada y les llamó por teléfono para
decirles que si querían volver a tener problemas con el coche. Yo siempre
penalizo el coche cuando me fastidian con pegamento en las cerraduras (y ahora
tengo una pastillas de poliuretano para arruinar el motor que me apetece
probar). Esa madrugada estaba en la costa disfrutando de unos días haciendo lo
que más me gusta que es no hacer nada. No me enteré de esta llamada mafiosa de
L. Ella siempre ha mediado, está en contra de las amenazas y los malos rollos y
detesta los enfrentamientos. Así que este es otro punto que se salía de lo
normal. Muy enfadada debía estar mi compañera.
Caminé cincuenta metros por la
acera mojada sintiendo los pasos cercanos del oso que me seguía. Cuando
estábamos en el semáforo dónde había quedado con L. para tomar un desayuno le
dije al vecino que si no podía separarse un poco de mí. Él dijo algo sobre que yo
era subnormal lo cual no respondía a mi
pregunta. Yo le hablé de la demencia demostrada de su madre, de la escasa
alfabetización de su padre y que entendía que él no hubiera salido muy bien con
genes tan defectuosos. “Yo en estos casos
llevo años recomendando la eugenesia”, le dije con mi tono más nazi. Cuando
nos enfadamos, algunos perdemos mucho las maneras. A mí me cuesta enfadarme por
más que aquí solo escribo las peores postales de mi vida, las más
infames(supongo que venden más). Pero no me enfado tan fácilmente. Sólo que
cuando lo hago pues ya sé que ha llegado Hulk o Hyde o algo que ni yo controlo
y de lo que me arrepentiré.
Cruzamos el semáforo y el tío quería
algo pero no sabía el qué. Me buscaba defectos físicos y el que busca encuentra
y yo no soy Brad Pitt. Le localicé sin problemas los suyos y luego insistí en
usar la poesía a lo Quevedo haciendo versos con la miseria ajena, todo muy
penoso, que nadie aplauda. Él quería que le pegase y levanté la mano porque lo
estaba consiguiendo. L. intentaba arrastrarme lejos y decía que acabaríamos
dónde siempre acaba esto, hablando todos en comisaria con los Mossos. Yo que ya
me voy frenando en los últimos años más por viejo que por listo desperté del
estupor de la ira y lo entendí y se lo comenté al oso. “Sé que me estás provocando, si quieres algo pega tu primero y luego ya
te voy rompiendo yo los huesos del cuerpo”. Él tiró el paraguas al suelo.
“Te tengo unas ganas…” me dijo. Por supuesto. Ni en el amor sentí nunca algo
tan mutuo como este odio que nos une. Si fuera cursi diría que el cielo lloraba
por nosotros pero había estado lloviendo toda la semana y hay muchas otras
cosas más interesantes por las que llorar, Rajoy sigue en el poder. Y entonces
yo grité “acosador, este hombre no me
deja, que alguien llame a la policía”. No me defendí de él. No luché. La
gente nos miraba. L.. me seguía arruinando un poco el papel de víctima porque seguía
tirándome de la manga y gritando que no fuera a pegarle. Pero fue el oso quién
se fue. Luego volvió en otra esquina, nos seguía, pero yo volví a gritar lo mismo, unos policías se movían al
fondo, era viernes y día de mercadillo con salerosas gitanas vendiendo bragas
robadas. Eso requiere un amplio despliegue policial en mi barrio. Oso salió
corriendo torpemente.
Luego yo desayuné, L. se fue a
sus asuntos. Al regresar yo cantaba a pleno pulmón algo de Morrissey. Mis alaridos
como gritos de guerra de piel roja. Intentaba que parecieran felices y la
verdad era que sí. Me sentía satisfecho de haber dejado las manos para abrir
libros y no mejillas (o de no arriesgar las mías, recibir hostias es malo para
la piel).
L. me dijo que se había cruzado
con el vecino y que parecía como salido de un funeral.
Es posible que ciertas palabras
duelan más que ciertos golpes.
En fin, nuevamente tocan unos
meses de silencio nocturno. O no.
Yo tengo mi villano eterno que es
él y él tiene su villano eterno que soy yo. Debo decir que en los cómics me
resulta más divertido que en la realidad.
Comentarios
Ahora en serio: jajajajajaja!!! Lo has descrito de tal forma que lo he visto!! Jajajaja, que bueno eres. Una pena que no te parezcas a Brad Pitt, porque entre tu relato y ese físico, serías mi ídolo.
Un beso, chico listo.
Siento lo de tu vecino, de verdad.
(aunque por lo que dices, oso no creo que llegue a comprender la ironía y sutileza tuya)
Bss
Bravo por tu calma, perversa pero calma.
Besos
Me he quedado por puntos a las puertas de ser ídolo. Bueno, tú si eres la mía. Un beso.
bwana: Si no peleas conduciendo tienes nivel calma tibetana. Yo a lo mejor lo alcanzo cuando me entierren.
Sylvia: Yo lo cuento con la media sonrisa para librarme de los demonios internos. ¿No te sirve de terapia lo que escribes? Yo creo que sí, que a todos un poco. Besos.
Pilar: No, claro, Pilar, los Mossos tienen faena esta semana con lo de Sants. Dios me libre de traerlos. Estarán poco receptivos a nuestras tonterías. Mi perversidad es pero leve. Besos.
hilia: Gracias aunque haya poco que admirar por mi parte. Mi autocontrol es una batalla ganada de una guerra por ganar. Saludos.
UN ABRAZO BROTHER
Cuando dices: "...insistí en usar la poesía a lo Quevedo haciendo versos con la miseria ajena..." me hiciste acordar de mi ex. Jamás le oí una grosería o "taco", como dicen aquí, ni siquiera una palabra mal sonante, pero cuando se enfrentaba a unos malos vecinos que tuvimos, (tan horrorosos como los tuyos) sacaba su repertorio y no sé si sería por lo elegante que era al insultarlos o porque los dejaba sin tiempo de reaccionar, pero el caso es que al oírlo decirles: "ustedes son escoria humana, me dan lástima con asco" los dejaba tan calladitos que no había necesidad de llamar a la policía.
Un placer leerte, como siempre.
Besos cargados de energía positiva
Annie Tarot: Bueno, ejem, alguna grosería sí me sale como también le salían a Quevedo, tiene poesías o textos que son brutales aunque todo rima o suena bien, como música(música heavy de la época). Pero me identifico con tu ex en eso de no dejarles tiempo de reaccionar. Yo lo tengo más fácil porque el tiempo de reacción de estos vecinos, padre e hijo, es de una hora. A veces me observan, les noto rebuscando en su cabeza algo que decir, a veces hay un silencio y nada, sin respuesta. Mi compañera dice con ironía que soy un abusón, que como peso pesado no debería discutir con pesos pluma. Aunque luego ha sido ella la primera responsable de esto. En fín... Gracias a tí porque siempre estas por aquí con algo interesante que aportar. Y con energía positiva. Besos.
En fin, que no sé, que me gustaría que me contaras que un día buscaste a tu vecino y diste con la forma de que vuestra conversación fuera productiva, maja, que sois los dos humanos, aunque veas en el rasgos de otra especie....
Blando soy, qué le voy a hacer....
Un abrazo de un absolutamente violento y agresivo y cobarde que teme a la violencia y la agresividad
No me gustan las peleas. Ya ni las dialécticas.
Tampoco me gusta Oso. Eso de provocar, no me va.
Saludos
Lo de Oso está bien porque es una manera sincera de hacernos y decirnos y mostrarnos y exponernos. No etiquetar así al enemigo es de hipócritas. Tu escribes lo que vives, lo que ves y, sobretodo, lo que pasa por tu cabeza. Así que muy bien tu aventura incendiaria...
Gran abrazo.
Mario