La insoportable levedad de un Domingo por la mañana
Sigo desconectado. Esto amenaza con
volverse vicio. Un artículo del periódico me informa que tengo la misma actitud
frente al móvil que el siete por ciento de la población. No soy mayoría
precisamente. El estudio del artículo dice que la gente (93%) vive enganchada
al móvil, que este crea más adicción que desapego. El siete por ciento al que
pertenezco se estudia como rareza y cuentan que gracias a no estar conectados
tienen(tenemos) más tiempo para leer o hablar en persona con los demás, que nos
concentramos más y que nos estresamos menos. No sé. La vida también me estresa
a veces. Con o sin móvil.
Salí a la calle un domingo que tenía
libre para echarle un vistazo a la mañana pero no sin antes cafetear un poco.
Aunque los Domingos en el barrio huelen más a pollo al ast que a café. No tengo
buen olfato y sin embargo eso me hace sentir como Lobezno-Wolverine, huelo el Austwich
de las aves de corral a dos manzanas de distancia.
Sigo el paseo hasta el primer banco
del parque en el que menos niños veo. Consigo media hora de intimidad con
“Submundo” de Don DeLillo. Este escritor parece que hoy me ha dedicado un
diálogo solo a mí:
“- Mi única sensación con respecto al teléfono… es que te da más
disgustos que alegrías… Introduce en tu vida voces personales a las que no
estás preparado a enfrentarte”
Y hablando de voces a las que no me
quiero enfrentar, escucho las de dos señoras de mediana edad que me interpelan
y al levantar la vista observo que me apuntan con sus sonrisas. Soy el elegido
para lo que quieran ellas. De momento me piden un momento de tiempo
indeterminado. Casi antes de que hablen ya he detectado lo más importante.
Llevan esas revistillas tan conocidas. “La Atalaya” que “consuela a la gente (supongo que a la analfabeta) y promueve la fe en
Jesucristo (el alternativo Jesucristo de Jehová, no menos mitificado que el
auténtico)”. También parecen llevar “Despertad” que según leo “muestra cómo hacer frente a los problemas de
nuestro tiempo (ellos nos sacarán de la crisis rezando o dejando morir a la
gente que necesite una transfusión de sangre)”.
Me arrepiento de haberles regalado mi
momento. No entiendo como un Dios omnipotente necesita que estas dos vayan
agobiando a la gente los domingos por la mañana. Si Dios todo lo puede ¿por qué
no puede comunicarse conmigo de un modo más directo? ¿Por qué soy el último de
la clase de las revelaciones y la fe? ¿Soy “retarded”?
-
¿Te
gustan los reportajes sobre naturaleza? ¿Qué piensas?- me pregunta una de
ellas.
Ya me conozco ese rollo. Te tantean
con otros asuntos para no revelar que esto es un asunto religioso. Como si no
se las viera venir. Las huelo de lejos como el pollo al ast. Cualquiera lo
hace. Ya son las únicas que visten de domingo los domingos.
Y no quiero decirles lo que pienso.
Eso lo último. Nadie necesita saber sobre mis fantasías, casi siempre
criminales. La suerte es que solo son eso, fantasías. Afortunadamente no son
planes.
Las despacho con un “no me interesa”
y un claro lenguaje corporal que me parapeta en el libro. Se van. Deben conocer
a muchos como yo. En esto no soy el siete por ciento de la población.
Pasa un rato. No mucho. Alguien grita
“gilipollas” a mi espalda. No suelo volverme cuando la gente grita y adjetiva
así. Pueden pensar que me doy por aludido. Pero esta voz insiste. Me temo que
efectivamente sigo siendo el interpelado. Me giro.
Es un viejo conocido con el que
compartí un trabajo de nueve meses de hace años y luego algunos bares aunque yo
no iba muy convencido. Ahora regresa desde el último Red Bull que le vi beber
en aquella terraza para llamarme lo primero que se le ocurre, gilipollas. Hay
gente que te coge mucha confianza.
Está parado en un semáforo en rojo y
con la ventanilla del coche que conduce abierta.
-
¡He
vuelto al barrio! ¡Me ha dejado mi novia! A ver si quedamos ¿Estarás por aquí?
-
Claro.
-
Te
llamo.
Es mucha información concentrada la
que me da pero entiendo que los semáforos en rojo no dan para más.
Se va y me queda una duda. Cuando
preguntaba si estaría por aquí… ¿Se refería al banco en el que estoy sentado? ¿Todos
los días del año y a cualquier hora del día, llueva o nieve, en plan estatua
viviente de las Ramblas de Barcelona? ¿O quería decir por el barrio?
Ha dicho que me llamará. Buena suerte
con eso. Si se hace Testigo de Jehová puede empezar a creer en milagros como
por ejemplo que yo coja el teléfono.
Comentarios
El tema de los libritos me ha hecho gracia , aquí que somos pocos, ni recuerdo los años que veo siempre a las dos señoras, siempre tan fisnas ellas con los libritos , a mi creo que me han echado un meigallo o me lo echan porque me miran raro y yo me rio :P
por cierto tu antiguo compi ese tb es fino de narices eh ¡¡¡ y tu vas y le contestas , eso es buen síntoma Sergio debes de tener muy buen carácter jaja
un beso y un placer :-)
Y sí, el Mp3 viene siempre conmigo y lo uso si los paseos son kilométricos y por tanto deportivos. Y si no voy acompañado, claro.
En fin, al final me ha parecido más interesante comentar tu comentario que lo mío. Las imágenes costeras me gustan.
Y no, no tengo buen carácter. Aunque tampoco malo del todo. Estoy en un frágil equilibrio que unos días me hace caer de un lado y otros de otro. Un beso
Y sobre la entrada, me ha encantado cómo has ido enlazando los detalles uno detrás de otro hasta encajarlos a la perfección.
Un abrazo!
Gracias por lo de los detalles entrelazados. Hacía tiempo que no jugaba a la escritura conspiranoica. La llamo así porque conecto detalles de la realidad que en principio no parecen tener mucha relación (como los conspiranoicos con sus historias, con la diferencia de que yo soy consciente que esas relaciones no están en la realidad, que son cosa mía, los conspiranoicos tienen un Deja vu y ya empiezan a hablarte de una vida pasada dónde vivieron en ese sitio, relacionan cualquier hecho cotidiano y con base científica o médica para barrer para casa). Pues eso, que los detalles de lo sucedido son eso, pura vida desordenada. Y luego yo me lo paso bien haciendo el montaje a mi manera. A veces fallo pero otras veces recibo un comentario estimulante como el tuyo. Saludos
Creo que no compartimos el exiguo porcentaje de los no usuarios del teléfono porque si no me equivoco de estudio se refiere al uso del teléfono móvil, bajo cuyo influjo sin duda he caído sin apenas superar la sorpresa de llevar en la mano casi todo lo que necesito para ocupar mi tiempo ya sea leyendo, chateando o incluso escribiendo. Pero sin duda me identifico con esa idea de intrusión de voces a las que haces referencia, no me gusta la orden de atención inmediata que impone la llamada telefónica por discreta e incluso agradable que hayas programado la banda sonora de la llamada.
"Aquí", ese si que es un concepto complicado.
Besos
Llego aquí desde el blog de Pilar V y me he divertido leyéndote. Me alegro de formar parte de ese 7%. He estado diez días sin móvil por haberlo olvidado en el pueblo y en esos diez se incluyó mi cumpleaños, pero no corrí a por él. Mi ex-yerno ha abrazado una verja con el coche por ir leyendo un mensaje, la broma pasará de los mil euros pero aprendió la lección que es lo importante. De las testigos... mejor olvidarse. Saludos.
Eso sí, lo del "gilipollas" no me ha ocurrido. Si me llegase a ocurrir, también puede esperar el milagro de los de Jehová.
El miércoles me ocurrió algo parecido al sentarme en un banco del retiro, pero era un señor de noventa años hablando de política. Te juro que aguanté el chaparrón porque tengo las defensas bajas.
En fin...
Abrazos
no dejas ni un títere con cabeza, s. como debe de ser :-)