No es no (cuñadismo 2)
Es una fuerza de la naturaleza. Me recuerda a esos
psicópatas de película ante los que la víctima no puede hacer nada. Si te atan
y han dicho que van a empezar a comerte a trocitos, no pierdas el tiempo
razonando con ellos. Perderás un tiempo precioso. Ellos van a seguir afilando
su cuchillo. Recapitula sobre tu vida porque es tu fin.
Mi cuñado funciona un poco así. No acepta un no por
respuesta. En realidad sería más honesto decir que ni lo oye. Las palabras son
emitidas por el emisor pero lleva un impermeable en los oídos, le resbalan. Al
menos las que no le interesan. No quiero pensar cómo fue el proceso de seducir
a mi hermana pero a estas alturas se me ocurre que seguramente se podría
denunciar. Seducción pegajosa por inundación y agotamiento de las reservas de
fuerza de la seducida.
Le explico a mi cuñado que he sacado un tupper de comida que
me ha ofrecido la madre de un amigo. Luego le explico las estadísticas sobre la
comida que tiramos a la basura. Toneladas. Cada vez que perdemos la batalla de
la predicción y se nos arruina un queso por abandonarlo mucho tiempo no solo
tiramos el queso, tiramos el combustible del camión que costó llevarlo hasta el
supermercado, la energía de la fábrica de envasado, los pastos que tomó la vaca
y mucho más. Intento invocar un mundo más sostenible donde compramos lo que
comemos y asiente. Está de acuerdo conmigo y es buena señal pero me dice que
vamos a comer en su casa “sí o sí”. Yo le respondo que esa comida se tiene que
comer hoy o ya otro día no será lo mismo. Él responde que puedo cenármela. Le
he dicho que es muy pesada y que no me apetecerá para la cena. Me dice que por
un día no pasa nada. Le digo que siempre dice lo mismo y eso son muchos días, se
nos acumulan tanto los días excepcionales que se convierten en días rutinarios,
le digo otra vez que tirar comida está mal y esa comida irá a la basura y está
de acuerdo conmigo. Pero que ese día comemos en su casa.
Es algo habitual. Ya expliqué lo de sus vaciados de
armarios. En el mismo plan.
Tiene muy poco oído musical. Realmente no le gusta casi nada
de este arte. Creo que eso se extiende a las palabras. El mundo está hecho a su
imagen y cabezonería. Y ahí se han juntado dos concepciones de la vida muy distintas.
Si voy a su casa tengo que salir comido para toda la semana. Yo con lo de las
comidas sociales tengo un trauma. Una vez me llevó mi padre a conocer a toda la
familia y conocidos del pueblo y todos me ofrecían comida y yo no quería más y
la lucha por que me dejasen en paz fue dura.
Creo que lo de ofrecer comida con insistencia compulsiva es
una costumbre que algún día tendrá que revisarse. Los musulmanes y judíos
llevan un par de milenios sin comer cerdo porque una plaga porcina les sentó
mal a sus antepasados. Lo de los ofrecimientos de comida por cortesía no sé,
supongo que en tiempos donde no teníamos sistemas de producción acojonantes
como ahora y la gente peregrinaba a pie o caballo tras días de viaje se
agradecía algo más que un café para el viajero agotado. Pero hoy en día, un
tipo que viene comido de su casa, en una sociedad llena de atractivos
azucarados, grasientos, salados… peligrosos hasta decir basta, un tipo que sale
y casualmente se encuentra con su hermana y su cuñado tomando café cada dos por
tres porque viven a cuatro minutos de casa, y en el que este suele invitarle
amablemente a comer (una amabilidad llamémosla obligatoria, casi un deber), ha
llegado el momento en que cuando digas “no, no me apetece”, se te entienda. En
realidad mi hermana lo entiende fácilmente. Se lo dice. Con el mismo resultado.
Pero mi hermana es una mujer. Y ha conocido a muchos hombres que cuando oyen
“no” entienden “puede”, “tal vez” o directamente “claro que sí”.
Así que a muchos les va a chocar por más que viniendo de mí
todo es posible pero la última vez se la hice. Mi cuñado estaba cocinando a
pesar de mi tupper abandonado y descongelándose preocupado porque no iban a
rescatarlo. Le dije que iba un momento al servicio. Pasé frente a mi hermana y
mi sobrina que estaba ausente por motivos de telefonía móvil, tablet y cascos.
Le hice adiós con la mano a mi hermana y me largué peor que a la francesa. Respecto a mi cuñado fue como
irse a lo fuga de Alcatraz.
Después de esto alguien pensaría que se habrá molestado pero
no, al menos eso tiene de bueno, que no es rencoroso. Me volvió a llamar para
tomar café, en su casa me ofreció unos donuts que no quería porque de noche
eran una tentación (me usa de vertedero), me invitó a cenar, le dije que los
donuts, el café y sus aperitivos ya estaban de más. Volvió a no escuchar mis
nuevos argumentos.
No sé si escucharía el nuevo portazo en su puerta.
Comentarios
QUizás por eso hemos reducido a la mitad de la mitad las quedadas familiares, aunque mi cuñada ya promete atacar de nuevo este enero :S
Ánimo con el cuñadismo!!
Bss
Que te sea leve lo tuyo. Y recuerda siempre que todos somos cuñados-as para alguien pero no tenemos por qué comportarnos como tales. Besos
Un abrazo.
Un abrazo
Me encanta cuando me invitan a una casa y constantemente están sacando pinchitos y delicatesen que no he probado en la vida, ya lo sé soy una glotona, pero una vez al año no hace daño y es lo que me toca.
Yo también procuro tener de todo cuando recibo invitados, pero no soy cansina, si alguien me dice que no le apetece no insisto, faltaría más, pero soy de las que creo que una de las formas de expresar el cariño es esa, compartiendo comida y bebida con aquellos a quienes tenemos en el corazón.
BEP
En cuanto a lo de una vez al año no. Sería una vez a la semana porque nos vemos mucho. A veces más. Transito por donde ellos suelen estar. No es buen negocio glotonear así. A veces evito quedar con ellos porque no me apetece tomar nada y mucho menos que me obliguen.
En fin. Entiendo lo que hay detrás de ese ofrecimiento. La buena intención. Ahora falta que se entienda lo que hay detrás de mi negación. Besos
BEP
En casa me enseñaron a no tirar comida. Si sobra, se guarda y se come y también se congela, pero no se tira. Cierto que alguna vez me he despistado y ha ido a la basura y en serio que me duele. Estuve un tiempo en La India y si ya dolía tirar comida, a la vuelta ni te digo.
Pues mira, a quien no entiende, puerta como hiciste. No hay otra.
Un abrazo enorme.
El tuyo lo tengo enlazado en la barra de arriba porque lo copié tal cual del otro y así no fuera me lo sé de memoria, el caso es que te dejo el enlace por aquí por si te apetece y "te deja" entrar https://fluidos-noimporta.blogspot.com.es/
BEP
Verónica: Saludos, Verónica. Magnifica educación de infancia. Al menos en ese terreno estamos a la par. El problema es que el cuñado piensa lo mismo pero no lo razona en estos casos. Como no es él quién la tiraría a la basura... Un abrazo
toxica: Muchas gracias tóxica. Llevo al día la comida del congelador. Tengo una buena disciplina de comprar menos pero más seguido para consumir lo que tengo sin acumularlo. Nada de tirar comida. Con gente como la de este blog el mundo desperdiciaría poco. Saludos
Instagram no une, no suma, no vence y no convence a casi nadie. Yo pienso así pese a que uso la aplicación cada domingo, para una foto mía, o casi, y para un texto mío. A veces me pregunto por qué empecé a hacerlo así, dejando de lado el blog, abriendo una ventana en mi muro de facebook y colocando también ahí la foto y las letras a sus pies. No sé. Pero ahora, como ahora mismo, como hoy ya, es un reto. Vengo a esta cafetería y escribo desde el móvil o con la tablet, tras mirar una imagen. Y de ese acto contemplativo y de una primera taza de café algo nace. Puede nacer moribundo, también. Pero llevo mucho tiempo acudiendo a esta cita conmigo y con mis ganas pocas de escribir mucho, o algo así.
Siempre me digo que tengo que subir algo al blog. Y lo subo, haciéndolo con más pena que gloria. Y hago oídos sordos a los que me piden que me prodigue más, que intente publicar o hacer llegar más a través de las redes. Pero a mi espacio de letras sí acudo, tal vez por nostalgia, muy de tarde en tarde, de poco en poco, como has comprobado. Pero no cierro la puerta porque no soy de cerrar puertas.
También asalto muros ajenos, galerías de otras que antes no fueron unas perfectas desconocidas. Y están mejor, puede ser también fruto de los efectos y las capas que aplican a las fotos o tal vez por los ojos buenos con los que miramos atrás.
Y sí, qué le vamos a hacer, a veces no reconozco a alguien si no se viste como lo veo en Instagram, tan joven, tan poco jovial, en los brazos de una Venus lastrada por una capa de color que adultera la belleza y distorsiona la realidad. En ocasiones veo personas, o las distingo o intuyo o adivino, que no se parecen en nada a lo que son sumergidas en la pantalla.
Me quedo aquí, contigo, cerrando la puerta a futuras intervenciones de tu cuñado. Ay, los cuñados dan para un chiste, un cuento, un relato de terror, una quimera literaria de grado sumo y desagrado consumado, así, escrito al más puro estilo cuñadísimo...
Un abrazo, Sergio.
Y sí, feliz año a partir de ahora.
De Instagram sólo me gusta tu invento. Es el que sigo semana a semana. Apenas publicas ya estoy por ahí poniendo primero el"me gusta" porque sé que luego no voy a tener que deshacerlo. Incluso he pensado en usar mi cuenta sin posteos de una forma parecida porque es lo mismo que los blogs pero con más gente pululando (hasta el siguiente invento de red social). Espero que sigas ahí, en esa cafetería de la que tan bien nos informan los chivatos GPS. Salen grandes textos. Cómo debe ser el café ahí...
Sí, el cuñadismo es un filón. Cuando no haya otra cosa sobre la que escribir habrá cuñado. O seré yo mismo cuñado para alguien y con suerte sabré autocriticarme igual. Feliz año.
��
Besos