Muy a tope con la moda del momento

 

Tenía pensado vacunarme por tercera vez. Lo prometo. No me gustan las agujas pero jugar a la lotería del coronavirus me iba menos. Si compraba el boleto en que te salía "alta intolerancia al coronavirus" podía pasarlo mal. Así que pedí día para mi vacuna de recuerdo. Para que se acuerden tus anticuerpos. Nosotros no podemos olvidar algo que no consigue salir de las noticias ni cuando te hablan de tenis(por cierto, yo al tenista ese le daba un buen raquetazo en las pelotas si me lo dejasen a tiro).

El caso es que abrí el año en pareja. Sin padres ni familiares de ningún tipo. En Cataluña la incidencia del virus era tan alta que lo raro parecía ser estar sano. Mejor no hacer reuniones o fiestas asesinas. 

Y yo seguía muy motivado con mis FFP2. Tanto que un día que perdía el tren y corrí para cogerlo a tiempo me di cuenta en el vagón que el aire no se repone tan bien cuando llevas mascarilla. Me ahogaba. Cómodas no son, desde luego. Pero al menos me defendían de todas esas naricitas rebeldes que piensan que llevar una mascarilla en la barbilla significa algo. 

Y el día uno mi compañera comenzó a toser. Y el día dos le dolía la cabeza y tenía escalofríos. Se me había colado un troyano en casa. Más bien una troyanita. Así que le sugerí que tal vez tenía la nueva variante Ómicron pero me dijo que sólo era un resfriado. A mí me pareció que era como cuando en las películas de zombis un tipo dice que no le han mordido pero el espectador sabe que sí y que no va a tardar mucho en convertirse en un problema muy hambriento y muy no muerto. Así que se lo dije. Y ella me dijo que no veía tonterías de zombis. Y yo le dije que se centrase en lo que significaba la metáfora y no en las películas de zombis. Y ella me dijo que la dejase dormir y no le diera la lata. 

El día tres llamó al CAP porque ya era lunes. La llamaron en pocas horas lo cual es un éxito teniendo en cuenta la velocidad a la que avanzaba la peste negra. Se hizo la prueba y salió positivo, un hecho totalmente negativo. Ella era zombi. Igualito que en las películas. Tienes el síntoma, te estás transformando pero todavía niegas que te hayan mordido. 

Nos separamos más de lo normal esos días. Como si no fuera bastante con la mascarilla en la calle, tuve que llevarla de vez en cuando en casa. Los síntomas le duraron una semana y el cansancio un poco más. Por lo demás, lo pasó como una gripe. La confinaron una semana pero eso me parece una broma. Te llaman y te dicen que te quedes en casa hasta tal día pero si quieres salir de fiesta tampoco es que vayan a enviar al FBI detrás tuyo. Yo me imaginaba que algún policía secreta al menos te podría descerrajar un tiro si salías de casa en ese estado pero creo que que las leyes en este país son más laxas.  

Así que para el día seis ya estaba mejor pero no al cien por cien. Yo tenía claro que la vacuna había ayudado bastante. A los vacunados que somos contactos cercanos se nos deja ya dar vueltas por ahí porque se nos presupone poco amenazadores o contagiosos. No se nos confina. 

Y ya para el Viernes siete me dijo muy alegre:

- Pues no ha sido tan malo. Y al menos no te he contagiado. 

Yo le iba a responder algo pero estornudé tres veces seguidas. 

Así que ya sabéis por qué no me he puesto la tercera dosis de momento. Por lo demás bien. Cansado y resentido con mi contagiadora cercana pero bien. 

Debo decir que yo pude confinarme por mí mismo así que no salgo en las estadísticas pero pasarlo lo he pasado. Mis test de antígenos lo saben. Y mi fatigado y encamado cuerpo también. Añadid un número más a lo que os diga el telediario.