La adivina


No he vuelto a pasar por la academia de ofimática. Ha pasado tanto tiempo que temo encontrar un bazar. Allí fui a aprender algo sobre informática para oficinas y de paso me enamoré. Efectos colaterales de cualquier acción. Nunca es sólo ir a estudiar, trabajar, etc. siempre te relacionas con alguien y surge algo. Amor, cariño, instinto asesino... depende de lo que te encuentres.

De todos modos ella tenía un defecto serio: su pareja. Ese asunto me molestaba bastante. Así que sólo hablaba de temas banales con ella. Me resignaba al amor platónico, el más cruel de los amores. Tengo una libreta donde anotaba cada día la ropa que llevaba. No sé por qué. En principio eso no debía importarme. Yo sólo quería quitársela así que ya debía sentir algo serio porque si no, no entiendo esa ristra de comentarios que suponen un maravilloso inventario de su armario ropero. Si alguna vez me la vuelvo a encontrar se la pasaré a ver si sigue opinando lo mismo sobre aquel repertorio de faldas largas y blusas abiertas con escote.
No sé por qué la amaba. No teníamos nada que ver. A mí me gustaba leer. A ella le parecía que yo lo hacía por postureo. Esto ya decía mucho de su actitud respecto a los libros. Le parecía tan imposible que alguien disfrutase leyendo que sólo creía que se pudiera hacer por algún interés espúreo. Yo no quise preguntarle mucho dónde encontraba ella el placer. Esa pregunta tenía asegurada una respuesta desagradable para mí.

A mi antiguo amor platónico me lo encontré al cabo de unos años en una cafetería. Muy simpática y guapa pero de otra forma. Más tolerable. Ahora sin enamoramiento de por medio no me parecía para tanto. Mi pareja era mejor.
No sé cómo hablamos de nuestras discusiones y yo le solté que en aquella época estaba enamorado de ella. Me miró muy seria. Yo también me puse serio. Pero luego ella explotó en una carcajada: ¡Pero eso es imposible! No he visto a nadie más frío en mi vida. No te tomaste ni un solo café conmigo en esa época. Ni me diste la razón una sola vez por casualidad. Además, me hubiese dado cuenta. Yo siempre he sido un poco adivina. No suelo equivocarme con estas cosas. No fallo nunca. ¡Adivina!

Todavía debe pensar que es adivina. Ya he dicho que ella nunca aceptaba un no por respuesta. Si decía que era adivina es que era adivina. Así que le dí la razón y me despedí. Ahora ya sé ceder. Otro expediente del pasado felizmente cerrado.
Aunque me molestó un poco que me dijese que dejase de llevar libros encima por postureo. Parece que sigue sin gustarle la literatura.
Siempre discutíamos por tonterías. Aunque luego se le olvidaba y decía que fuéramos a tomar café en los descansos. Yo nunca iba y me quedaba con el resto del grupo. A esas alturas ya estaba picado con ella y de todas formas la daba por perdida. El “defecto” estaba ahí siempre, entre nosotros, su pareja. A veces discutía con él el fin de semana pero luego se reconciliaban. Su "defecto" parecía formal y todo lo de enfermedad crónica que puede ser un matrimonio. Aunque aún no estuviera casada la veía bien encaminada hacia ese apocalipsis. 
Recuerdo que un día que iba vestida de negro me dijo que era bruja. Yo le respondí que eso me lo decían todas. Ella me dijo que no todas eran adivinas como ella. Un poco por no dejar morir la conversación le pedí algún vaticinio. Me dió un par sobre quién ganaría las elecciones y otro que decía que cierto compañero nuestro se liaría antes de acabar el curso con una compañera. Al menos era valiente. Eran asuntos cercanos en el tiempo. Aunque no acertó ni por asomo. o eso pensé. Creo que ese día discutimos porque le dije que el cine de Woody Allen era mejor que el de Jean Claude Van Damme. Su argumento era que el segundo estaba fuerte y era guapo y el primero no. Por más que le dije que yo hablaba de cine y de autoría. Pero nada que hacer. Ella no daba su brazo a torcer y yo tampoco tenía muchas tablas en lo de ceder. Un desastre.
El curso acabó y nos despedimos después de seis meses de compañerismo más bien discutidor(en eso me parecía a su pareja, en lo de discutir; su novio el fin de semana, yo en días laborables). 
Acabé durante años liado con otra compañera del mismo curso. Ahí acertó. Pero en lo de que yo le iba detrás no. Y en cuanto a lo de que yo leía por postureo... Eso todavía me duele. 


Comentarios

Devoradora de libros ha dicho que…
Para mí su defecto, y bien grande, no era su pareja o que no le gustaran los libros, pero sí lo que opinaba de la gente que leía e iba a todas partes con uno.
Es cuando vemos de lejos en el tiempo las razones del enamoramiento hacia alguien que nos damos cuenta de lo lejos que estaba esa persona de lo que de verdad nos gusta. Pero es que realmente el amor platónico no atiende a razones.

Besos.
Joaquín Rodríguez ha dicho que…
Es que si tenia ese "defecto" no valía la pena que te enamoraras, ya lo decía Lorca "no quise enamorarme/ porque teniendo marido/ me dijo que era mozuela/ cuando la llevaba al río" si te hubiera correspondido mala cosa, y si no te iba a corresponder mejor dejarlo estar, otra cosa es que el deseo sea libre. Además como bruja no parece gran cosa, si no se dio ni cuenta. Respecto a vuestros gustos cinéfilos creo que pronto será tan poco probable ver una de Van Damme como una de Woody Allen. Yo creo que el enamoramiento es pasión y ceguera pero el amor es narrativo, tiene que arrastrar y crear una historia común. De todas formas que lo que por ella sentiste no haya durado o cuajado no significa que no fuera real. Un saludo
Sergio ha dicho que…
Es que es eso. Enamorarse así, de manera superficial y sin nada de fondo es como darle al amor una fecha de caducidad asegurada. Pero da igual porque pasa y seguirá pasando. Creo que la naturaleza se ríe de nuestros cálculos. Besos
Anónimo ha dicho que…
No valía la pena enamorarme pero el corazón tiene razones que la razón no entiende. Esta es otra cita pero no recuerdo de dónde. Fue amor real o una variante caprichosa del amor. De las muchas que nos suceden en la vida. Inevitable aunque no sé si necesaria, puede que también.
Y sí, pronto será imposible ver películas de esos cineastas pero salen otros que toman el relevo de formas parecidas o con políticas similares.
Anónimo ha dicho que…
El anónimo soy yo, Sergio. Hoy blogger me vuelve anónimo por defecto. Otros días ni contestar me deja.
CarlosMxAx ha dicho que…
Para mi, el amor no tiene explicación y punto, pero con el paso de los años uno cambia y de la mano la forma de amar...
Saludos
Dorotea Hyde ha dicho que…
Creo que no es bueno echar la vista atrás y revisar quién nos ha gustado o de quién nos enamoramos... como en este caso, jajaja. Esta mujer era muy categórica, no? No se trata de que tú cedieras o no sino de que ella soltaba su sentencia y tenía que ser verdad inamovible. Pues mira que no hay veces que tenemos que disimular los sentimientos por alguien (ojo, no solo los de amor, también los de odio). Y lo de los libros, mira, no comment. :D
Un abrazo.
Sergio ha dicho que…
Sí, creo recordar varias anécdotas en los que disimulas esos sentimientos en tus propias historias. Aunque no sé si es que debamos hacerlo. Es que nos cuesta más bien expresarlos por las consecuencias. De todas las veces que he disimulado sentimientos estoy seguro que alguna en la que hubiese disimulado menos me hubiese llevado el premio gordo y el bote. Pero es cierto. Miro hacia atrás para escribir pero no porque lo haga mucho en mi vida. Mejor establecerse en el presente. Saludos
Sergio ha dicho que…
Sí, hay formas de amor adolescente que en la madurez no nos dejarían ni vivir ni trabajar ni nada. Demasiada intensidad. Saludos
Dorotea Hyde ha dicho que…
Sí, me temo que soy experta en esos disimulos. :(
Alexander Strauffon ha dicho que…
Pues vaya adivina, debió al menos leer el lenguaje corporal que de seguro ahí estuvo siempre. Pero bueno, hay una lección importante ahí: es mejor hacer el intento y no quedarte pensando en el hubiera.
Sergio ha dicho que…
No sé si ella leyó mi lenguaje corporal. Seguro que mejor que yo el suyo porque yo ni leía ni leo lenguajes corporales. Soy analfabeto en ese lenguaje. Saludos

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