Vibraciones del pasado
Cuando fui aquel año a Transilvania quería olvidar. No sólo llevé el equipaje mínimo y conseguí comprimir mis necesidades de ocho días en una bolsa de mano. También decidí dejar mis preocupaciones, mis problemas y el caluroso verano en Barcelona. El clima rumano es fresco y el aire sabe mejor.
Mi intención era estar solo y ver mundo. Al menos ver una pequeña parte de él. Lo segundo sucedió del modo previsto, lo primero…
El autocar que nos guiaba por todo el país a un ritmo de dos o tres ciudades diarias cumplió objetivos sin problemas. Pero yo, no sé cómo, me vi incluido en un grupo de unas diez personas más la guía que se fue formando de un modo natural y casi sin darme cuenta. El resto eran parejas y matrimonios desperdigados y absortos en sus disputas domésticas y sobre todo en el visor de sus cámaras digitales.
Cuando llegaba por las noches al hotel derrengado por los madrugones, las caminatas y los traslados con mi bolsa de mano deformándome el hombro, todavía me golpeaban la puerta los nudillos de mis nuevos compañeros procedentes de distintos puntos de España y los de la guía, una mujer muy simpática por cierto, y me forzaban a salir del encierro voluntario para ir de fiesta con ellos. Como confundían mi amabilidad con el interés de estar con ellos pensaban que mis reticencias sólo eran producto de la timidez. “¡No vamos a dejar que te quedes aquí muerto de asco!”, parecía ser el lema de esos simpáticos aunque algo entrometidos samaritanos. Me hicieron de todo menos abusar sexualmente de mí: me llevaron a un punto cercano a la ebriedad en un agradable pub rumano y acabar casi en el regazo de la guía rumana, entraron en mi habitación varias veces con el viejo truco de usar el pie para no dejar cerrar la puerta una vez la has abierto, la guía me disfrazó de rumano típico junto a otra compañera para servirles el postre a los del grupo, me incluyeron en la cena de un restaurante donde un drácula a punto de jubilarse trató inútilmente de asustarnos con sus dientes de plástico y sobar a las chicas… En fin. Me ayudaron a crear todas esas postales amables que necesita un viaje para ser recordado con una sonrisa nostálgica mientras miras fotografías desencuadradas o mal enfocadas (mi cámara no era digital aún).
Yo buscaba vibraciones. Había leído que los lugares dónde ha habido violencia guardan esos ecos del pasado en sus paredes. Y así, acompañado de españoles que parecían buscar lo mismo recorrí los lugares dónde el verdadero conde Drácula, Vlad Tepes, le metió palos en el culo a los turcos para regocijo propio y de sus siervos.
A mi lado iba una pareja cien por cien anormal, pero no sobrenatural, más bien infra. El tipo era enorme. La naturaleza lo había invertido todo en su cuerpo y se había olvidado del cerebro. Se pasaba el día gritando en restaurantes, calles y avenidas “quiero follar, quiero follar” mientras su también anormal compañera (pero menos, detrás de un hombre subnormal hay una mujer moderadamente tarada) le pedía un poco de moderación verbal mediante suaves codazos en el hígado o agarrándole el brazo suavemente(ella no sabía que su compañero pedía a gritos una barra de hierro en la cabeza). Él daba vergüenza ajena. Ella un poco de pena. Y a pesar de todo no eran ajenos a la belleza arquitectónica de los pueblos o hasta de la capital, Bucarest, dónde no dejaron de repetir casi como un mantra “to esto está mu guapo”. Y sé que habían ido al lugar buscando el mismo tipo de vibraciones que yo. Compartíamos el deseo de recuperar la sensación de las viejas películas de
O no me expliqué bien o no me entendieron porque todavía me preguntaron si era conveniente llevar ajos para evitar vampiros. Hasta entonces pensaba que ese tipo de tontos sólo salían en las comedias americanas.
Y al fin llegamos a la cama dónde había dormido Vlad Tepes o a Sighisoara dónde este había nacido. Sentí lo mismo que cuando estuve frente a la casa de Kafka en Praga o la consulta de Freud en Viena o el los palacios dónde habían tocado Beethoven o Mozart: nada. No me vibraba ni el móvil. ¿Dónde estaban los ecos del pasado que se impregnan en los paisajes dónde han sucedido?
Miré a mis compañeros. El grandullón no parecía tan alto. Los dos estaban pálidos y se abrazaban como Hansel y Gretel viendo el cocido que la bruja prepara con ellos de ingrediente. Ellos sí sentían esas sensaciones que buscaban cuando la guía explicaba las historias de empalamientos y torturas que habían sucedido por esas calles que ahora son patrimonio de la humanidad (muy acertadamente ya que no hay mayor patrimonio de la humanidad que el de la crueldad y el salvajismo).
A ver si lo van a llamar vibraciones cuando lo que quieren decir es autosugestión para mentes débiles.
Regresé a Barcelona más sabio pero no más supersticioso.
Eso sí, en el avión intercambié miedos con los freaks. No consigo volar sobre depósitos de combustible altamente inflamables sin vibrar. Muy malas vibraciones, añado.
Comentarios
cada día tengo más claro que hay que aprender a ser un poco menos amable, al menos si se quiere estar solo. sobre todo porque luego te pasa lo que a mí y termina habiendo gente que te dice "es que eres una persona que no sabe estar sola". cagüensandiós! la próxima vez que alguien me llame y yo pretenda quedarme en mi casita con un libro, en lugar de ser amable y acceder a ver a quien sea, pienso decir "no. prefiero el libro a tu compañía. el libro dice cosas más interesantes"
claro que si sirve para conocer a freaks de comedia norteamericana, puede que ser amable tenga gracia
besos
INTERESANTE FOTO ESA DE VERTE EMBRIAGADO HASTA EL PUNTO DE CAER EN EL REGAZO DE LA GUIA...JIJIJI
YO ESTARIA CON LA BOCA ABIERTA VIENDO LA CAMA DE VLAD TEPES ...NO LO PUEDO EVITAR ME FASCINA SU HISTORIA Y SOBRE TODO EN LO QUE DESEMBOCO...LA FANTASIA DEL VAMPIRO TAL Y COMO LA CONOCEMOS.
BESOTES
Que sepas que me ha encantado aparecer en tu blog tras tanto tiempo y ver a Vlad con su bigotito, una de mis parafilias son las historias de vampiros :P
Tengo que ponerme al dia con tu blog
Beso!
Ya me comentaras algo!
Un saludo!
y la iconografía religiosa es fascinante
leiste la leyenda de san julián el hospitalario, de flaubert? es uno de los tres cuentos y tiene muy bien pillado el punto medieval. además, la leyenda es realmente así
las religiones no molan nada para seguirlas, pero las mitologías, las cosmogonías, todas esas historias están muy bien. además, suelen estar maravillosamente bien escritas
besos
O debes saber con quién ser amable.
Hay gente que se lo toma demasiado bien ,y gente que se lo toma demasiado mal.
Tú has expuesto un caso, yo te espongo otro: cuidado con hablarle de usted a un señor o señora que tenga problemas de identidad respecto a su edad. No sabes la que se puede desencadenar!xD
El romanticismo fluye en el aire...
"Dicen de mí que soy un poco animal, pero en el fondo soy un sentimental..."
Ays... no digo más.
Muas!
yo ni capitales, ni ríos, ni dónde están los países, ni hostias... pero nada de nada de nada. una nulidad absoluta
borges es altamente paladeable, sí. y el problema es mío, no de borges. pero no soy capaz de disfrutarlo. me parece un genio, pero no lo disfruto
no como mi hermano con antonioni, grrrrrrr
besos