Impasse

Mis padres han vendido el apartamento de la costa. Un refugio menos. 

En Mayo cogí una quincena de vacaciones para decirle adiós antes de entregar las llaves. En mi piso tenía además visita. Estaba pasando unos días el hermano de mi compañera y para mí tres son multitud, soy un animal de costumbres al que hay que tratar como un gato y no presentarle muchas novedades seguidas o se estresa. Decidí irme.

Largos y deportivos paseos por la playa. Lecturas en la terraza con café y brisa de mar empeñada en pasarme suavemente la página del libro. Casi ningún vecino todavía. Por la noche ver un poco la televisión y dormir para volver a empezar al día siguiente.

También huía de mi sobrina. Como en vacaciones me desconecto de todo(más) no pude ver el último episodio de "Juego de tronos". Y mi sobrina es de las que disfrutan contando spoilers. Su padre no sabe lo que es sorprenderse con un giro de guión desde que tuvo la feliz idea de poner su porción de ADN para que la engendrase mi hermana. A mi hermana le da igual el cine o la televisión. A mi sobrina sí le interesa pero le da igual que le cuenten cualquier historia antes de verla. Creo que incluso las disfruta más así. Y actúa en consecuencia. No atiende ni a los castigos de su padre. Yo he propuesto meterla en un internado hasta que aprenda a no contar finales pero aunque su padre está de acuerdo mi hermana no.

La bloqueé en todas las redes sociales que pude. Al menos durante esa semana. Tampoco es que las use para hablar con su tío pero por si acaso. Le ha dado muy fuerte por la serie. Creo que estuvo casi a punto de coger un libro y leerlo sólo porque era en el que estaba basada. Ella que entiende la lectura como un castigo.  

Así que me paseé por el pueblo costero con la idea fija de no saber nada sobre la serie o mi sobrina. Buscaba las calles más desiertas. A ratos podía imaginarme que estaba en un mundo post-apocalíptico donde sólo existía yo. Sin Internet y con el teléfono apagado. Iba a cafeterías distintas para no establecer vínculos de pseudoamistad con los que me atendían. Supongo que esa gente tiene cosas mejores que hacer que contarme la serie pero por si acaso. Leía con precaución los periódicos y me saltaba la sesión de cultura que normalmente suele ser lo primero y a veces hasta lo último que miro. 

Aunque allí no conozco a nadie. Puedo moverme entre un puñado de extraños que hablan lenguas lejanas de más allá del muro, digo de la frontera de invernalia... bueno, turistas. Mi conversación más larga fue con una chica que se empeñaba en que me hiciera la tarjeta del Carrefour. Y yo que no, que no era de allí. Y ella que daba igual, que servía también para los Carrefours de mi zona. Al final le dije que tenía prisa y me fui. Sigo sin entender su empeño en fidelizarme.

También establecí un involuntario vínculo con un alemán cincuentón al que veía cada día en mi ruta de marchas atléticas entre pueblos. Cuando pasaba del tercer pueblo él se cruzaba conmigo en sentido contrario. Y él al segundo día ya me inclinaba la gorra en señal de saludo y decía algo en alemán. Espero que ninguna porquería. Hasta dónde se los motoristas son un gremio que se saluda de moto a moto. No sabía que los caminantes también lo éramos(y caminantes suena a otra serie que ya casi nadie ve). En fin, gente educada los alemanes. Al menos entre guerras.

Mi compañera me llamaba de noche para qué, según sus palabras, “le diera el parte diario”. Yo le preguntaba que cuando se iba mi cuñado y podíamos volver a ser dos en lugar de horrible multitud.

Finalmente regresé a Barcelona. Comprobé que si quieres puedes. Lo de desconectarte y no saber. La gente normal lo tendrá un poco más difícil que yo pero se puede.

Era la tarde de un Sábado. Puse el capítulo. Lo vi. No se merecía el esfuerzo. Ya estaba casi todo dicho en el penúltimo. Habrá que leer los libros. Y hacerlo antes que mi sobrina pero eso será fácil. Su afición a la lectura es como la mía a ver partidos de fútbol, hacemos el intento pero nos dura quince minutos. 

Después del capítulo me vino a la cabeza el título de este blog. Pero tengo que admitir que TODO ESTO había servido para relajarme unos días en playas tan vacías que podría  haber sido su propietario. O por lo menos el copropietario junto al alemán de la gorra.