Malentendidos

 


Había como una corriente de antipatía gestual en ella. No la expresaba verbalmente pero yo la sentía. O eso me parecía. Nunca estoy del todo seguro de lo que se expresa sin palabras. Soy sólo un hombre. O se me habla poco a poco y como un niño o no se puede esperar que lo entienda todo. Los sobreentendidos me parecen muy ambiguos. Los silencios malhumorados están sujetos a muchas interpretaciones.

Mi compañera estaba ceñuda, vale. Eso parecía malo. Me puso la taza de café que no le había pedido con un golpe brusco en la mesa. Bien. Pero no había motivos. O yo no los recordaba.

Recordé algo que me pasó hacía años. Hagamos un long time ago. Un flasback viejuno. Los detesto en la ficción pero a veces son necesarios.

Yo estaba haciendo de auxiliar en una conserjería. Eso me dio decenas de historias no escritas aún pero esta me interesa ahora. Es una anécdota en realidad.

Me llegó un repartidor con un paquete. Era para una vecina. Así que sin problemas. Tenía autorización para recogerlo y le dije que me lo diese. Sin problemas. Pero entonces me pidió el número de DNI. Ese fue el problema. Yo mi número de identificación sólo se lo enseño a la policía. Y sé que con ese número no se puede hacer gran cosa a no ser que tengan también mi nombre. Pero es que esta empresa me pudo pedir el nombre en otra entrega. Y no. Yo no estoy obligado a entregar mis datos personales a nadie salvo a las autoridades, ya lo he dicho. Ley de protección de datos. Fácil de entender. Pero no. El repartidor se puso como una moto. Una que rugiese mucho. También me levantó un dedo admonitorio. “Este paquete no te lo voy a entregar y la culpa será tuya”. Pero yo ni por esas. Que mi número de DNI no se lo doy a nadie en mi primera cita. Ni en las trescientas siguientes salvo que lleve uniforme de policía. Con la policía nunca me he llevado mal y eso me hace vivir mejor.

Se fue malhumorado. Y no le faltaba razón. La culpa era de su empresa. Él solo era un explotado (probablemente) repartidor.

Pasó un rato. Vi llegar en su coche a la dueña del paquete con muy mala cara. Decidí desaparecer. Al día siguiente lo mismo. Nótese mi actitud de ratón en aquella época. Casi el equivalente a taparte con la sábana para que el monstruo no te mate. Estaba convencido de que la vecina me iba a amonestar por no recoger su paquete. Hasta que me pilló en un despiste. Yo estaba en la garita leyendo algo y me enganchó en ese momento tan lúdico.

- Disculpa… ¿Fuiste tú el que tuvo ese lío el otro día con el repartidor?

- Eeeeh…. No me acuerdo- uauuuuh, qué bueno soy ganando segundos de tiempo antes de que me ahostien. Por lo menos me libré el tiempo de inspirar y exhalar antes de que me cayera la bronca.

- No… Es que te estado buscando para pedirte perdón por el lío que te montaron pero no te localizaba.

- Iba a hacer las rondas y eso

- Sí, ya sé, ya sé… Pero te quería pedir perdón porque esa gente no te tenía que pedir el DNI. Me he peleado con ellos para que no líen a los conserjes pero… Lo siento.

- No, si no tienes nada que disculpar, en serio… al contrario..-dije aliviado.

Y así estuvimos un rato entre sonrisas y camaradería y todo eso.

A veces interpretamos mal a alguien. O lo leemos desde nuestro sentido de la culpabilidad como en en este caso. Yo estaba seguro de que la había visto muy seria al bajar en su coche aquel día. Y a lo mejor lo estaba por cualquier otro motivo. Tal vez porque me debía una disculpa. Por eso es mejor hablarlo y no esperar a que se resuelva todo desde algún escondite.

Así que volviendo al presente recordé aquella anécdota y dije alegremente a mi compañera:

- ¿Todo bien?

Con una gran y sincera sonrisa. Todo podía ser una mala interpretación. Tal vez estaba seria por cualquier otro motivo que yo. 

- Tenemos que hablar- me dijo ella.

A veces sí es tan malo como parece, claro. Como por ejemplo en esta última ocasión. Pero no nos desanimemos.


Comentarios

camila ha dicho que…
Me cuesta un mundo comentarte, difícilmente se abre el desplegado; ya voy; ya vengo, actualizo y nada, hasta que se compadece de mí y me lo muestra.

El problema entre hombres y mujeres, al menos uno de ellos es que, los hombres no hilan, las mujeres sí, hacen algo y pasan a lo siguiente y lo anterior, ni se acuerdan, las mujeres no hacen eso .

Un amigo cuando me ve así me pregunta, ''qué hice'' y hace un pucherito que veo sincero, en ese momento me saca de mis terrenos el muy... y el diálogo es más neutro.
Dicen que los detalles hacen la diferencia y es así.

Un abrazo
Sergio ha dicho que…
Cada comentario me explica un nuevo modo en que blogger os lo ha puesto difícil para comunicaros conmigo. Ya nosé qué hacer.
Interesante reflexión sobre los hombres. Aunque si la conclusión es que estamos limitados por nuestra naturaleza lo llevamos claro los hombres. Poco podemos hacer. Eso de hilar nos sobrepasa. Como otras cosas.
Bueno, Camila, espero que estés pasando un buen verano. Nos vemos en tu casa bloguera o en la mía. Saludos
Joaquín Rodríguez ha dicho que…
A la tercera consigo entrar en la sección de comentarios...... A ver parecía una entrada amable y de repente, como una tormenta de verano, las tres palabras que más miedo dan dichas por cualquiera pero sobretodo por tu pareja en cualquier lengua "tenemos que hablar". Entiendo que sigues vivo y entero y eso es, en parte, un consuelo. Yo creo que el problema, como en casí todo, es el discurso interno de cada uno, ese diálogo con uno mismo que tan pobres resultados da y que nos lleve a responder al otro lo que no nos ha inquirido, o tomar a mal lo que no pretendía ser un reproche.
Sergio ha dicho que…
Tú tambien, Joaquín. Pero aquí qué pasa con los comentarios... Y que al final podáis hacerlo es que hay fallos técnicos pero no es cosa de la configuración.
Ese diálogo interno del que hablas en mi caso al menos, es remordimiento porque sé que algo he hecho. Pero el dilema es claro. Puedo preguntar y delatarme yo solito o esperar con temerosa espectación. Esta última es la que elijo. Callar. Acaba siendo casi una tortura cuando la imaginación no te deja vivir.
Sylvia ha dicho que…
Sí que suena mal el tenemos que hablar... da igual quien lo diga y la situación, siempre es mala señal..:S
Suerte!
Sergio ha dicho que…
Ya pasó y la sangre no llegó al río. Siempre caigo de pie... hasta que no lo haga. Saludos, Sylvia.
Devoradora de libros ha dicho que…
Dejé un comentario, o eso pensaba.
¿Puede ser que esté en spam? ¿O blogger se ha vengado de mí por haberlo mencionado en el comentario? :-(
Recomenzar ha dicho que…
Por eso en mi hoy vivo sola
el en sucasa y yo en la mia
por lo tanto
somos novios
esperamos el momento mas oscuro
para darnos eso besos tan divinos
y disfrutar de nuestro tiempo tan querido
Sergio ha dicho que…
Puede ser cualquier cosa porque todos tienen problemas para comentar. Incluso yo para responder. Algo tendré que hacer. Miraré otra vez los comentarios. Besos
Verónica Calvo ha dicho que…
Sergio, segundo intento. Espero que a Blogger no le importe y lo publique. Qué pesadez, y que no hacen nada por solucionarlo.

"A veces sí es tan malo como parece, claro."
En el caso primero, estaba claro :D

Abrazo.

Sergio ha dicho que…
Saludos, recomenzar. A tí y a tus poemas. Un abrazo.
Sergio ha dicho que…
¿Tú también? ¿Et tú? ¿En serio? Me voy a quedar más solo que la una y no porque no lo intentéis. He perdido incluso un comentario del todo(el dev devoradora de libros). Esto es un desastre. En fin, acabaré comunicándome en vuestro propio blog. Un abrazo
Anónimo ha dicho que…
Prueba a cambiar la plantilla, antes yo usaba esta y me daba los mismos problemas
camila
Anónimo ha dicho que…
Bueno , leí en los comentarios que la sangre no llegó al río...me alegra!!!
Y soy Judit ( Maman) sólo me deja comentar cómo anónima...jopeta! Ya sé que nunca me paso por acá y blogger me olvidó y ahora se venga de mi... jajaja
Dorotea Hyde ha dicho que…
Hola, Sergio:
a ver si tengo suerte y me deja publicar. Por lo de pronto ya sé cómo acceder a los comentarios de manera un poco más sencilla. Pero le cuesta, sí.

Cuando leí eso de "tenemos que hablar" me preocupé. Me alegra que la sangre no haya llegado al río. Nunca entenderé por qué hay esa diferencia de onda. Tampoco entenderé por qué si recoges un paquete tienes que dar tu dni. De hecho, dejé de coger paquetes en el trabajo por ese motivo. No veas cómo se puso una de las de aquí.

Un abrazo.

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