Un par de motivos

 


La primera vez que le ví se estaba saltando un semáforo. Un coche que casi le da le pitó insistentemente. Él no hizo ni el amago de mirar. Estaba en su mundo. Con la mirada siempre al frente. Pero perdida así que no sé si al frente es adecuado. Digamos que mirando hacia su imaginación que es como no mirar. 

Yo trabajaba en la biblioteca y enseñaba lo más básico de internet a jubilados. Los últimos cartuchos de su vida dedicados al aprendizaje. Me parecía muy loable. Les enseñaba lo poco que sabía y se emocionaban. Había de todo. Una señora que buscó a un viejo exnovio con la dirección de Facebook que le enseñé a manejar:


- ¡Qué guapo está todavía el canalla!- me dijo exaltada al localizarlo en una red social. 


Un señor con problemas neuronales que siempre me endilgaban los compañeros porque tenía paciencia y que nunca se acordaba de nada pero que siempre se acordaba de mí y pedía que le enseñase yo. 

Dos hermanas que buscaban la página del pueblo en el que habían nacido, sus orígenes, su rato de Ciudadano Kane y eso de que lo mejor de la vida está en la infancia. Bastante alborotadoras y estridentes para una biblioteca pero buena gente. Casi me besan y abusan de mí por la emoción. 

Pero aquel día me tocó este señor. El de la mirada perdida. No hablaba. Miraba hacia ese lugar que sólo él veía. Le tenía que sacar las palabras con fórceps. Con olor a mugre atrasada, a descuido, a pocas ganas de hacer nada, ni siquiera ducharse. No sabía cogerle el punto. Eran dos sesiones con la misma persona pero con él me pareció un curso escolar completo. Siempre callado. Como en trance. 

Antes de la segunda sesión yo volvía a salir de mi merienda en el bar y él volvía a saltarse un semáforo en rojo, ajeno a los coches y sus conductores. Todos ellos al borde del ictus y desgañitándose. Él no parecía tener emociones pero generaba muchas.   

Ese día le pregunté si quería buscar a alguien. Quería mostrarle la magia de internet. Y en principio no me dijo nada. Estuvo unos segundos en silencio. Eternos. Finalmente soltó que a un amigo. Así que se lo busqué y lo encontramos. Lo miró unos segundos. Con la misma cara de póker él, con cara de inquietud y zozobra yo. Y luego dijo "vale" y regresó al mutismo. 

Durante aquellas sesiones se me secó la boca. Él no me dirigió más de tres o cuatro frases y luego ya el resto monosílabos, respuestas binarias de ordenador. O sí o no. Y porque yo le preguntaba. Agotado de monologar a la nada. 

Todo el tiempo con la sensación de que ese señor tenía cadáveres en su casa y cabezas en el refrigerador. Tal vez le estaba localizando a un viejo amigo al que se quería comer con patatas, previa sesión de sexo post-morten. Esas cosas pasan, lo que sucede es que los que las hacen no les suelen dar mucha publicidad. 

La última vez que le ví fue por el barrio. He visto a mucha gente a la que enseñé y nos hemos parado a charlar. Incluso hoy en día. Incluso el señor con problemas neuronales que no me ha olvidado. O las hermanas que alucinaban viendo que su pueblo además de en los mapas salía en internet. Incluso la señora que vió a su ex y que me confiesa con picardía que le espía bastante ahora que se maneja mejor con el ordenador. Pero este tipo no me ha comentado nada. A este tipo lo ví sin que me viera ni viera el semáforo en rojo que se estaba saltando. Y yo a menudo he pensado frente a ciertas películas y ciertas series y ciertos True Crime que están en alza que tal vez este hombre, en algún lugar, se está follando y devorando a quién quiera que esté invitando a casa. Pero luego rectifico y me calmo pensando que tampoco es que lo tenga fácil por un par de motivos. 

El primero es que no le veo ligando con tan poca labia. 

El segundo es que seguro que ya le debe haber atropellado un coche.     




Comentarios

Cabrónidas ha dicho que…
He visto a gente con esa mirada. De hecho, te fijas un poco y son muchos los que en un momento dado la tienen. Me pregunto siempre qué historias hay detrás de esos ojos. Por qué parece que están en algún lugar al que yo aún no he llegado. Por qué parece que, en ese momento en que no los alcanzas allí donde están, todo parece importarles tan poco.
Sergio ha dicho que…
Pues espero que ese lugar al que no has llegado sea un lugar al que no llegues. En realidad no creo que llegue casi nadie. A ese lugar solo llega una preocupante parte de la humanidad. Una muy pequeña, espero. Aunque cada día que pasa dicen que hay más.
Sergio ha dicho que…
Cuando pienso en la gente que no habita ya su cuerpo me pregunto qué nos pueden decir los que creen en el alma. Se te rompe la cabeza y dejas de funcionar como una máquina. Pero si sigues vivo y existe el alma, ¿dónde anda? ¿El alma también se estropea? La gente ida me inquieta pero también me fascina.
Devoradora de libros ha dicho que…
Yo me pregunto cómo sobrevive esa gente, más todavía si como dices se saltan los semáforos. Igual tienen un ángel que nadie más tiene porque todavía han de que cumplir una misión en esta vida. Vete tú a saber.
Cada vez que mencionas lo de que trabajaste en una biblioteca te envidio, y también te odio, producto de la envidia, claro.

Besos.
Sergio ha dicho que…
Envídiame poco por la biblioteca. Era un trabajo con fecha de salida. Luego oposité y me quedé en una bolsa de trabajo. Me llamaron pero seguía siendo para interinaje, temporalidad... No podía dejar algo fijo por eso. No fuí. Aunque tal vez debería ir arriesgándome y dejar que en una de esas me pueda quedar. Porque es el único trabajo en el que me voy a sentir realizado.
La gente psicópata sobrevive porque puede ser un poco asesina para algunas cosas pero en lo demás son bastante operativos. Inteligencia no les falta. Al menos a unos. Besos
Dorotea Hyde ha dicho que…
Con esa apatía, me soprende (un poco al menos) su interés por aprender. ¿Qué pasaría por su cabeza? Me sorprende aun más, eso sí, que saliera indemne a tantos semáforos en rojo.
Un abrazo.
Sergio ha dicho que…
Con cierta apatía sorprende que cierta gente pueda vivir de alguna manera pero seguro que cuando no les vemos salta la chispa y hacen algo. El carnicero de Milwakee incluso era capaz de salir de fiesta y ligar.
Un abrazo, Dorotea
Verónica Calvo ha dicho que…
Una vez más Blogger no publicó mi comentario. De hecho, a veces tampoco publica mis respuestas en mi blog. Y la última: comentarios publicados, de hace años, los manda a spam.
Vuelvo:
Te dije que está en la biblioteca a la que suelo ir. En serio. Se ha pasado todo el verano esparcido en la silla ante la pantalla del ordenador, con los cascos puestos y roncando.
Le vi, le olí.
Todo el verano allí, desde que abrían hasta que cerraban. Ya sabes que en la biblios pasan cosas tan curiosas como algunos de sus personajes. Sonrío.

Abrazo.
Sergio ha dicho que…
Ja,ja Verónica. de sobra sé lo que cuentas en las bibliotecas(y ya puestos lo de tus problemas con blogger que los vengo sufriendo desde hace mucho tiempo hasta el punto de plantearme lo de irme a Wix).
Las bibliotecas tienen esas curiosidades que cuentas. Son los personajes recurrentes los que las llenan de anécdotas. Cada biblioteca tiene su recurrente, su personaje extraño que tiene un comportamiento raro. A veces me preocupa que yo, que soy otro recurrente como usuario, también pertenezca al grupo de los extraños. Pero lo más raro que hago es buscar entre las estanterias de novela, ensayo o poesía los dos o tres libros que voy a sacar(a veces mucho rato porque no me decido). Un abrazo
Maman Bohème ha dicho que…
La salud mental es algo que siempre me ha preocupado mucho. Un día haces click y ¿a dónde te vas? tu cuerpo se queda y tu mente se aleja de la realidad. Me preocupa mucho.

Luego están los que habitan la maldad...y están a nuestro lado pero no lo sabemos. Y vemos pelis que nos lo cuentan pero siempre pensamos que no va con nosotros. Y mejor porque pensarlo es espeluznante.

besazosssss
Sergio ha dicho que…
Lo de la salud mental creo aue es algo a lo que tienes tendencia. O eso pensaba. Al parecer los encierros de la pandemia han disparado esos problemas. Tan peligroso es sufrirlos como encontrar alguien a quién esos problemas le hayan desarrollado la agresividad. La buena notícia es que son minoría. Los verdaderamente peligrosos, digo. Besos
Joaquín Rodríguez ha dicho que…
Madre del Amor hermoso, las ideas locas que se te cruzan cuando ves a alguien, y lo peor es que hasta puede que tengas razón, lo más probable sin embargo es que este hombre del que hablas tras la apariencia siniestra sea de lo mas anodido, una sombra de la persona que pudo ser o que incluso fue, un fósil vivo de otra persona que habitó su cuerpo, un eco. Un saludo
Sergio ha dicho que…
Pues sí, Joaquín. No dejo de narrarme las vidas de las personas con las que me cruzo. Pero eso es cuando esas personas no me cuentan nada. Si son reservadas me están dando un cheque en blanco para que haga y deshaga sj biografía. Vivo entre ficciones televisivas y telediarias y luego md las monto yo también. Por cierto, qué bien que regreses. Saludos
TORO SALVAJE ha dicho que…
Comenté este post.
Seguro que fue a parar al spam del blog...
Sergio ha dicho que…
No te preocupes. No paso lista pero tenerte por aquí es un honor. Mal por blogger.

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