A la vuelta

 




  • Así que te lo has pasado muy bien sin mí y no me has echado en falta para nada.


Me lo dice a la vuelta de Santander revisando unas cartas del banco ídem y sin mirarme.


Eso último lo dices tú. Se lo digo conciliador. Sé que cuando salgo fuera ella preferiría que una banda de delincuentes me raptase, me torturasen y me pusieran al borde de la muerte. Al menos se aseguraría que no me lo he pasado mejor que ella. Estoy tentado incluso de decirle que la realidad tuvo ciertos desagradables momentos en los que sí lo pasé fatal. Cuando perdí el avión y me arrastré sudoroso y humillado por el aeropuerto. Luego sudando más por las calles de Barcelona sin encontrar hotel, finalmente pagando agotado un hotel cerca de nuestro propio piso. También durante todo el día siguiente en un autocar repleto de horas enmascarado y sentado, constreñido. Tiempo para reflexionar sobre mi estupidez y todavía creyendo que llegaría a Santander justo para regresar. Que tal vez perdería otro avión. Creo que todo fue una mala pasada de mi subconsciente. Tengo fobia a los aviones y las cucarachas. Lo primero es terror, lo segundo es un asco tan profundo que se parece a lo primero. Menos mal que Santander es una ciudad hermosa y limpia. Tanto que cuando llegué estaba cayendo el aguacero del año.

Aunque me había pasado casi todo el viaje desde Barcelona solo, una señora santanderina se había subido las dos últimas horas de viaje y estaba recostada a mi lado. Estuvimos un buen rato en silencio pero yo le pregunté algo sobre la calle donde estaba mi hotel. Ella me respondió y luego comenzó a parlotear de la ciudad, de la política, de la basura que es Barcelona(supongo que como me vio muy autocrítico con mi terruño se tomó esa patente para ofender con alegría y mucha, muchísima soltura, demasiada, casi al borde de tener que decirle que soy crítico pero que sus cosas buenas también tenemos), finalmente me dijo que se había jubilado y me lanzó un vaticinio que supongo, venía de su experiencia: cuando llegues a mi edad ya no te molestará tanto el calor. Yo ahora me iría a vivir a Sevilla. ¿Te gusta esta lluvia? Hoy vamos a salir nadando de aquí.

Yo me había pasado el día leyendo un libro de cuentos de terror de la editorial Valdemar. Era una compilación sobre cuentos clásicos relacionados con pandemias de ahora y de siempre. Lo digo porque eso me ponía el ánimo gótico. A mí esa lluvia me pareció un recibimiento de lujo. Soy un miembro apócrifo de la familia Monster, el mal tiempo es bueno para mí.

Y ya sí, vi que el hotel estaba junto a la estación de autobuses. Ahí empezó la diversión. Cuando me sequé en el hotel y después de acabar una videoconferencia con mi madre y mi compañera en la que les mostré la habitación de hotel y se aseguraron de que no me había llevado ninguna gatita conmigo(palabras de L.). Yo le dije en broma que la tenía debajo de la cama y ella me pidió amablemente que le mostrase con el móvil que allí no había nadie. Así que dejé de hacer bromas.

Santander fue una experiencia luminosa. Me levantaba pronto, desayunaba más como un cerdo que como un campeón. Yo solo. La gente dormía cuando yo desayunaba. Caminaba con una guía en la mano con tanta dedicación que yo mismo pude cartografiar Santander al completo. Si alguna vez pasáis por allí, estéis en el lugar que estéis, mi fantasma os saludará. No me dejé un rincón sin pisar. De ahí lo de desayunar y comer entre fuerte y pantagruélico y aún así perder peso. Descansaba al mediodía y leía sobre la cama. Me lo pasé muy bien. La gente se horroriza ante la cantidad de cosas que hago solo pero yo no tengo a esa gente en mi cuerpo. No me juzguéis y no seréis insultados. Ir acompañado tiene ventajas pero vamos, que si no se puede, yo llevo la fiesta en mi cabeza.

Y conoces gente. La señora jubilada que me aseguró que la ciudad no era grande y nos veríamos(falso, no la vi, creo que me plantó), un niño de once años que siempre estaba delante de los mismos servicios públicos usando una tarjeta con su foto y nombre evitando que pagase por entrar en ellos(creo que le molestaba el neoliberalismo y estaba luchando por derrotarlo o simplemente es que había cogido una insolación, en Santander también hay de eso a veces), conocí al marido de Nuria Roca que estaba en un festival literario de Cantabria que el azar me puso en el camino(sobre esto no hablé mucho en casa, ya sabéis, tengo que dar la impresión de no haberlo pasado excesivamente bien)… Me relajé en el silencio de algún museo un domingo por la tarde leyéndome hasta el último cartelito bajo todas y cada una de las muestras expuestas.

Así que ahora entré en la habitación casi a punto de carcajearme como un malvado de comic, de pura maldad privada, el placer de sólo ser yo consciente de lo bien que había salido todo(casi todo) y de cómo había evitado quedar como un imbécil aún siéndolo con ese inicio tan accidentando de aventura. El aeropuerto de Santander me resultó más accesible, un nivel de dificultad básico para inútiles como yo. Y entonces la oigo desde mi habitación:


- ¿Por qué en los extractos del banco sale que has estado en dos hoteles? ¿No reservaste sólo para uno? El que me enseñaste el segundo día. ¡Pero si tienes jabones de dos hoteles! ¿Dos? ¿Por qué no uno? ¿Dónde dormiste el primer día?


Comentarios

Maman Bohème ha dicho que…
¿Por queeeeeeee? Por qué pagaste la habitación con tarjetaaaa!!! No puedo creerlo!!! Jajajaja! La verdad Sergio, voy a darte un consejo, que no pediste, pero por favor, jamás engañes a tu pareja...porque al minuto uno te han pillado. Jejeje!
Oigo a mi madre decir: santa inocencia!!!!
Lo guai es que seguro pudiste descansar y desconectar un poco y eso es genial. Yo necesitaría un finde. Me conforno con un simple fin de semana lejos de esta ciudad, de coches y de porquería.
Y haría como tú, libros, desayunar, desayunar, libros y pasear.

La verdad, todos necesitamos estar solos y pasarlo bien. Aunque hay mucha gente que no sabe estar sola ni entiende que puedas estar bien.
Qué va a ser...

Besazos!!!! Espero que no te hayan dado mucho la "tabarra" con lo de perder el avión y haber dormido en un hotel en lugar de "volver a casa"...
Sergio ha dicho que…
Pero claro, si ya lo hice y me acabaron pillando. Está clarísimo(este blog lo ha descrito todo). Soy transparente como el cristal. Como yo no me dedico a mirar extractos de banco ni asuntos que son absolutamente necesarios pero me aburren, pues eso...
Lo que me sorprende es que tú ni siquiera puedas un finde... todo el mundo necesita un finde así o parecido. Uno por semana, además. No se puede vivir sin esos oasis de calma. Al menos gente como yo que desarrolla estrés fácilmente.
Besos
P.D. Lo de la tabarra... Cuando le conté la aventura no se enfadó, sólo se rio de mí un tiempo que llega hasta el presente porque sigue haciéndolo a la que tiene oportunidad.
Verónica Calvo ha dicho que…
Sergio, me encanta viajar sola. Libertad absoluta, descanso de palabrerío y puro goce.
También tengo fobia a las cucarachas. Y también soy miembro de la familia Monster con su buen tiempo :)
Tengo muchas ganas de volver a Cantabria y terminar de recorrer lo que quedó.
¿Viste el búnker? Yo no. No coincidí con el horario.
Mira que al final te descubrió. Eso por dejar pistas del cuerpo del delito ha ha ha.
Lo importante es que lo pasaste muy bien y el resto, anécdota.

Abrazo.
Sergio ha dicho que…
Si a lo del refugio antiaereo. No era muy caro pero sí interesante. Al menos con la visita guiada. Y también estuve en el paleológico o en el marítimo donde guardan en formol su propio monstruo, una sardina de dos cabezas.
Parece que los que llevamos libros tenemos más autonomía y necesitamos menos compañía en los viajes. Algunos o algunas de nosotros-as al menos. Un abrazo

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