Affaire

 







Fernando ya no me llamaba. Antes era un acoso continuo. Ocasionalmente me he encontrado con ese tipo de gente. Es como cuando éramos niños. El cómico Seinfeld lo explica muy bien. Eras un crío y alguien te decía "¿Quieres ser mi amigo?" Y tu respondías "vale" y ya lo erais. Así de fácil era lo de establecer vínculos afectivos. Pues esa gente que he conocido es algo así. No son muchos pero todos coinciden en que tienen más bien pocas aficiones. Sus estímulos son exclusivamente el mundo exterior, quedar con alguien, les vale cualquiera, el que se deje. Que les entretenga gente como yo. Imagino que tendrán vida interior pero dan pocos indicios de que existe. Da la impresión de que sólo viven para buscar alguien que les distraiga y que se agobie con ellos. Porque quieren eso. Distracción. Tal vez afecto pero con Fernando no lo sé.

Antes, decía, me llamaba constantemente con cualquier excusa relacionada con el trabajo. Yo no quería que me recordasen la empresa cuando estaba en casa. Le decía con la esperanza de que lo pillase que no trabajábamos en la NASA y podíamos salir y olvidarnos de todo y él asentía, me daba la razón y luego hacía lo contrario de lo que decía y me volvía a llamar para preguntarme si me había comido una de las galletas de su taquilla(le he dicho mil veces que yo no meto la mano en comida ajena porque de entrada me da asco y porque además no lo necesito o si lo hago, puedo aguantar sin comer unas horas, yo soy así, muy sufrido). Me llamaba con excusas, nunca con motivos de peso. Pero hace unos meses todo eso pasó. Se sentía ansioso y deprimido y me dijo que había ido al médico y este le había recomendado unas pastillas. ¡Y habían funcionado! Me hubiese gustado recordar el nombre del medicamento para felicitar a esos laboratorios. Porque lo cierto es que transformaron a Fernando casi como cuando eres una persona buena y luego te muerde un vampiro, te roban el alma y sigues siendo tú, con tus recuerdos y todo lo demás pero ahora eres malvado y muerdes cuellos. El mismo pero otro. Sólo que aquí Fernando se había vuelto, si no bondadoso, sí soportable. Tranquilo, dedicado a sus hijos, sin retenerme más de la cuenta en la salida del trabajo o sin seguirme como a su mamá oca hasta casi no dejarme coger el tren, ¡Sin llamarme ni obligar a que lo bloquease!

Durante un tiempo me sentí extraño. Los acosadores me dejan un raro vacío que se mueve entre la sensación de culpabilidad y la alegría cuando me sueltan. Pero en general bien. Me resulta fácil acostumbrarme a la calma. Aunque un domingo por la tarde casi le llamo por puro aburrimiento. No caí en esa trampa, nunca lo hago, sé la caja de Pandora que se me podía abrir.

Pero hace poco empezamos a tener extrañas conversaciones sobre mujeres. Casi nunca salían en nuestros diálogos. Siempre era o trabajo o algo de futbol(no me va ni lo uno ni lo otro aunque lo segundo aún puedo soportarlo). Fernando decía que llevaba mucho tiempo de sequía sexual con su esposa. Un año, me dijo. Muy serio.


  • Luego dicen que si somos infieles- se lamentaba- ¿Y que quieren que hagamos? Ni come ni deja comer-eso aludía a su mujer que había volcado toda su oxitocina y felicidad en los críos.

  • Ya- le dije "elocuente".


Y me contó que M., una chica de su escalera que cada día subía a su piso con una pareja de ambos sexos distinta le había dicho que estaba muy guapo con su corte de pelo. Se puso soñador.

Yo miraba a ese Neanderthal y a pesar de su buena forma física no me convencía. Su rostro siempre me ha parecido anormalmente parecido a los hombres de las cavernas. Vi uno casi clavado a él en un museo paleontológico de Santander. En serio.


  • Pero ella tiene 21 años y yo cincuenta y soy feísimo- me dice y casi me conmueve y me enternece Fernando con esa lucidez. Admito que algo de compasión sí que me queda- en mis tiempos...


Y me contaba sus hazañas como latin lover cuando no era o más bien se sentía tan mayor. Narraciones nostálgicas de cuando la vida era buena y las mujeres le buscaban y él no se veía reducido a buscar a un solo hombre, yo, sólo para hablar y que tampoco le hacía mucho caso. O a mendigarle sexo a su mujer sin éxito.


  • Pero aquella noche M. estaba sola- me dijo- Hablamos mucho rato, muchísimo. Siempre lo hacíamos cuando se quedaba sola o iba borracha pero esa noche hablamos más de la cuenta.

  • Bien- le digo yo superexpresivo.

  • Y entonces me dijo que yo le gustaba.


Y aquí sí consigue que levante la cabeza de la mochila en la que estaba metiendo cosas y dándole la impresión de que me iba y hasta le empecé a escuchar pero de verdad. Hay un americanismo rondándome la cabeza: WTF?


  • Yo no me lo creía pero entonces ella me dijo. Sé que tienes mujer y críos y eso así que no te dije nada antes pero... ¿Subirías a mi casa a follar conmigo?


Y le miro y mi sentido de la realidad se trastoca. Más o menos al nivel de Alicia en el país de las maravillas. Acabo de pasar por la madriguera del conejo. Estoy en Twin Peaks. O en Oz. O me he quedado dormido en el trabajo y me van a despedir.


  • Es que ya te digo. No me lo creía. Me dijo eso, a mí, que soy feísimo-insiste como si yo no tuviera ojos.

  • ¿Y tú que le dijiste?

  • ¡Que sí, claro! Y fue increíble, ya te contaré, tengo hasta fotos. Esa chica es una pervertida.


Felicidades. Por lo que supe tenía una buena historia detrás de eso. La chica era una auténtica belleza. Pero fue cosa de una noche y luego pasó. Y ella no volvió a necesitarle. A M. no le gustaba repetir ni quería relaciones. Así que gracias a esa casi Lolita desatada Fernando vuelve a llamarme solo a mí, no le ha contado esto ni a sus hermanos.

Al menos ya no me habla de trabajo. Sólo de las múltiples formas en las que le rechazan una continuación de lo que en su cabeza, y solo en ella, es una relación. Y llama y llama y llama.

Un pesado enamorado vale por dos. 


Comentarios

Dorotea Hyde ha dicho que…
S., ya sabes que soy muy fan de tus historias de Fernando. Cómo me he reído con esta, hasta despertó cierto simpatía en mí... aunque se me pasó enseguida, en cuanto leí que había vuelto a las llamadas. Al menos le dio una alegría al cuerpo. Creo que a la Rotten también le vendría bien eso, aunque ahora no esté tan desatada. Un polvo nunca le viene mal a nadie.
Un abrazo y mucha paciencia.
Sergio ha dicho que…
Fernando ha seguido sorprendiéndome con esta historia. Ha pasado de ser un personaje de comic, de una pieza, a convertirse en uno más profundo de película europea, con matices y una psicología mas compleja. Bueno, compleja tal vez no sea la palabra pero algunas sorpresas sí que me ha dado. Me está haciendo reflexionar con sus cosas sobre ciertos asuntos. Ya iré intercalando algo sobre él entre otros asuntos. Da juego. Un abrazo
Devoradora de libros ha dicho que…
Fernando es ese tipo de personas que necesitan estar colgados de alguien, sea quien sea. Lo malo es cuando tú eres la persona de la que se cuelgan.

Besos.
Sergio ha dicho que…
Creo que le faltan aficiones o un mundo interior y lo buscan fuera. Besos
Maman Bohème ha dicho que…
Conozco muchas personas básicas. Tengo la cara ideal o la paciencia para que se me cuelguen. Bueno, ahora no tanto porque la edad me hizo más dura o con menos paciencia...pero como dices, a estas personas les faltan aficiones, cosas por hacer...no sé...leer más...

Y bueno, al no tenerlo, pues eso, el paciente de turno se come sus rollos.

De todas maneras hay mucha infelicidad en el mundo. O muchos problemas.
Y la gente necesita tener a "alguien" y se pegan a cualquiera en lugar de buscar esa persona que pueda ser un posible amigo. No sé...digo yo...

Igual, me alegro que Fernando haya tenido un "pico de felicidad" y sus fantasías le duren un poquito para ser más feliz.
El tema está en que no te moleste mucho...

Abrazo Sergio empático 😍🥰
Sergio ha dicho que…
Sobre que ahora no se te cuelgan tanto creo que yo estoy aprendiendo. Voy poco a poco. Ocasionalmente no sé cómo afrontar el momento de dar el golpe en la mesa y decir que basta o que hasta aquí hemos llegado. Pero lo cierto es que cada vez tengo menos paciencia. Aguantar a estas personas no les da la felicidad porque se siguen quejando y siguen siendo igual de infelices. Y además nos hacen infelices a nosotros. Les puedes dar buenos consejos. Con Fernando los he agotado todos. Pero asegura que los seguirá mientras le veo en los ojos y luego en los actos que ni me ha escuchado. Sólo quiere que le escuche yo y luego seguir cometiendo sus eternos errores en los que incluso parece regocijarse.
Yo también necesito tener a alguien. Pero la relación ha de ser de igualdad. Intercambio de problemas, ayuda mutua. no uno que se desahoga siempre y el otro que siempre está ahí menos cuando le hace falta algo y desapareces(una vez le pedí un cabio de turno a Fernan y adivina lo que me dijo cuando yo le he hecho a él tres mil).
Abrazos, Maman
Verónica Calvo ha dicho que…
Al menos ya no te habla de trabajo.
Ya no tengo paciencia con los Fernandos y Fernandas de mi vida, como otros no la tuvieron cuando me puse Fernanda.
Sobre que le viste en el museo: si es que eso de que los Neandertales se extinguieron dejé de creerlo tras mi paso por Atapuerca. No hay más que fijarse en el metro, por ejemplo.
Pues mira, la chica le despejó a todos los niveles :)

Abrazo, Sergio.
Sergio ha dicho que…
Al parecer los Neandertales se mezclaron con los Sapiens y de aquellos polvos estos pelmazos. No es broma, dice la ciencia que hubo mezcla.
De todos modos su vida actual es una montaña rusa de emociones que vivo casi en directo. y me sorprende que yo sea mejor confidente que sus hermanos.
Un abrazo

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