"Bella del señor" y Albert Cohen

“Bella del señor”. Albert Cohen. 1968. Un libro difícil pero necesario. Si no eres un lector curtido o no has podido pasar del primer tomo de “En busca del tiempo perdido” de Proust o no has llegado a la mitad del “Ulises” de Joyce, “Bella del señor” te horrorizará.
En mi edición de bolsillo (es un decir, no hay bolsillo que resista semejante novelón) más de seiscientas páginas de apretada e intensa prosa dejan testimonio de las obsesiones personales del autor. Tres personajes y sus pensamientos son toda la acción que necesita este escritor para hablarnos del amor pero sobre todo de sus terribles efectos secundarios: el desamor. Descreído del romanticismo, para él dos amantes que se besan son dos amantes que “unen sus tubos digestivos”. El amor además, encierra sus paradojas. Si se tiene, aburre; si no se tiene, se busca.
También habla de esa pasión como de una estrategia donde gana el más astuto, el más consciente, el menos enamorado, claro. Y a pesar de todos esos desaires contra la novela cursi y el amor de postal, Cohen no es un amargado. Su ironía es lúcida pero no desencantada. Acepta el desamor como acepta que morirá algún día o el odio antisemita que sufrió en sus propias carnes (hay uno de los más hermosos cantos a su pueblo en una parte del libro).
Sobre un argumento de casos individuales nos habla de lo universal. Una mujer aburrida por culpa de un marido más aburrido todavía cae en las redes de un Don Juan profesional, un cazamujeres que conoce bien los resortes de la psicología femenina (las desea a la vez que las desprecia cuando las tiene). Nada especial el argumento. Pero luego descubrimos el mejor libro que se ha escrito nunca sobre el amor. No es cosa mía, la crítica fue unánime en su momento por más que aquí se le conozca poco.
A partir de un delgado argumento, el escritor no siente rubor alguno en perder más de cuarenta páginas explorando los pensamientos de una chica que se arregla para su amante, o treinta más en los pensamientos del amante que pasea y diserta para sí mismo sobre lo débiles que son las mujeres y el hecho de que le amen por ser un bruto, tener una buena dentadura ( piensa que poseer treinta y dos huesecitos en la boca marcan el inicio del amor igual que no tener dos pueden marcar la imposibilidad de lograrlo porque una mella no es estética) o por decir tal o cual mentira en el momento adecuado…
Casi todo son largos monólogos y algunos sin puntuación para hacer más creíble el paisaje mental de los personajes.
En su libro se ríe y se lamenta por igual del amor pero es evidente que nunca ha podido vivir sin él.
Albert Cohen murió en Ginebra en 1981. Para mí, este verano del
Comentarios
Va el abrazo
Por cierto, para quien lo empiece a leer y no lo entienda: Bella del Señor es independiente, pero es la 4ª novela de la tetralogía y, si las leéis en orden, veréis que continúa ni más ni menos que donde termina la anterior, Solal. No os las perdáis.
besos